PáginaI12 En Italia 

Desde Roma

El tunecino Anis Amri, a quien se le atribuye el atentado que el pasado 19 de diciembre costó la vida en Berlín a 12 personas y dejó más de 40 heridos, murió ayer en un tiroteo con la policía italiana en Sesto San Giovanni, en las afueras de Milán. La noticia, por la rapidez de los hechos, dejó casi sin palabras  al servicio de seguridad alemán, que lo estaba buscando desde el día del atentado y para lo cual había emitido un mandato de captura internacional. Pero por otro lado exaltó el orgullo de los italianos. Como no sucedía desde hace tiempo, todos los partidos políticos y las autoridades del gobierno coincidieron en resaltar el valor de los dos policías que descubrieron a Amri casi por casualidad, pero que no dejaron escapar la oportunidad de cumplir con su deber. Uno de ellos fue herido con una pistola calibre 22 –fue operado y está fuera de peligro– que sacó el terrorista de su bolsillo cuando se le pidió que mostrara sus documentos. El otro policía, entonces, le disparó dos veces. Uno de esos tiros fue mortal. Eran poco más de las tres de la mañana del viernes y los policías vieron a un joven, con cara de asustado y actitud sospechosa, que daba vueltas cerca de la estación de Sesto San Giovanni, precisamente en la plaza 1º de Mayo de esa localidad.

“No hay dudas. La persona muerta anoche en Milán es Anis Amri. Así lo demostraron todos los estudios que se hacen en casos como éste”, dijo a la prensa el ministro del Interior, Marco Minniti, que dijo además haber agradecido a los policías por la profesionalidad demostrada. “Yo agradezco de corazón el trabajo extraordinario que hacen las fuerzas de  seguridad que han logrado detectar y neutralizar una persona que estaba huyendo. Esto quiere decir que el sistema de seguridad funciona”, indicó.

El primer ministro Paolo Gentiloni, por su parte, hablando ante la prensa, contó que había comunicado la noticia ayer a la mañana a la canciller alemana Angela Merkel. También agradeció al joven policía de 29 años que disparó –policía que estaba a prueba en su cargo, donde había empezado hace pocos meses– y a su colega herido. “Los agentes  han mostrado coraje y gran capacidad profesional. Esto demuestra además la importancia de un extenso control del territorio y de la cooperación entre las distintas fuerzas de seguridad a nivel nacional e internacional”. Pero haciendo alusión a la actual situación de excesiva polarización política que existe en el país, el primer ministro advirtió que “un país demasiado dividido arriesga transformarse en un país menos seguro. Es una lección que deberíamos haber aprendido porque ocurre desde hace decenios en Italia”. 

Según informaron fuentes de la Digos –dirección de investigaciones y operaciones especiales–, el terrorista habría escapado de Berlín en un primer momento a Francia para luego pasar desde Chambéry, al sur de ese país, a la ciudad italiana de Turín. Desde allí habría tomado un tren para Milán, adonde llegó a eso de la una de la mañana. Y luego se tomó un ómnibus para llegar hasta Sesto San Giovanni –distante unos 10 Km de Milán–, donde fue descubierto.

El ministro del Interior no quiso entrar en detalles cuando se le preguntó cómo seguirían las investigaciones. Pero lo cierto es que la pregunta que queda por responder, y con mucha probabilidad es lo que están tratando de averiguar las fuerzas de seguridad, es por qué quiso ir hasta Sesto San Giovanni, quién podría esperarlo allí o esconderlo y para qué o a cambio de qué. Se sabe, porque así es reconocido, que en Sesto San Giovanni hay un importante centro islámico. Pero eso no basta, advierten los expertos, porque de lo contrario todas las personas que frecuentan un centro islámico podrían ser consideradas erróneamente como terroristas.

La historia de Anis Amri como un personaje turbulento y violento comenzó a ser conocida en Italia en 2011, cuando en abril llegó en una barcaza de inmigrantes a la isla de Lampedusa. Apenas puso el pie en tierra, dio un nombre falso a los servicios encargados de los migrantes –después se descubrió que usaba varios nombres falsos, con fechas de nacimiento y origen nacional también falso– y dijo que era menor de edad –pero no lo era–. Por eso fue destinado a una comunidad que alojaba a migrantes menores de edad, cerca de Catania, en Sicilia. En Túnez, donde había vivido con su familia en un principio –tiene varios hermanas y hermanos– entraba y salía de prisión por problemas de droga, dijo la prensa italiana que reconstruyó su biografía real. Después de algunos meses en el centro de recepción, junto a otros jóvenes provocó un incendio y se escapó, robándose un teléfono celular a través del cual lo ubicó luego la policía. Fue arrestado el 23 de octubre de 2011 y condenado a cuatro años de prisión. Debió ser trasladado varias veces a distintas cárceles del sur de Italia, entre otras cosas porque sus compañeros de celda no lo soportaban porque era demasiado agresivo. Incluso llegó a amenazar a uno de ellos, que era cristiano, con que le cortaría la cabeza. Al parecer, en ese período empezó a radicalizarse y a pensar como un islamista extremista. Leía y copiaba el Corán, hacía discursos, se dejaba crecer la barba. En mayo de 2015 salió de la prisión de Ucciardone, en Palermo, Sicilia, después de haber pasado 74 días en celda de aislamiento. Pero salió de la cárcel sólo para ser expulsado a Túnez, en el lapso de 60 días, por decisión de la Justicia italiana. Pero esa expulsión nunca se concretaría porque el gobierno de Túnez no lo reconoció como ciudadano de ese país. Entonces Amri se escapó a Alemania y en Berlín pidió asilo político. Pero la policía italiana ya había comunicado el caso a los países de la Unión Europea. En abril de este año, Alemania le negó el asilo político. Poco después Anis Amri filmó un video con amenazas que una agencia de noticias cercana al Estado Islámico –grupo que reivindicó el ataque de Berlín– publicó en la red. El tunecino debía ser expulsado de Alemania en diciembre. Su venganza, probablemente, fue el atentado.