A punto de cumplir un año en el Palacio del Eliseo, el presidente Emmanuel Macron afronta desde esta semana la crisis más seria de su mandato. Los ferroviarios se plantaron contra su programa de ajuste e iniciaron un inédito plan de lucha con paros de 48 horas por semana hasta fin de junio. Hoy culminaron las primeras dos jornadas de protesta, que no solo complicaron el traslado de los 4,5 millones de personas que usan el tren todos los días dentro del país sino también los viajes al resto de Europa.
La estatal Sociedad Nacional de Ferrocarriles (SNCF) admitió que hubo una alta adhesión entre los conductores, de alrededor del 77 por ciento, aunque fue menor entre el resto de los empleados. La empresa apenas pudo poner en funcionamiento uno de cada ocho trenes de alta velocidad, los TVG, así como un 20 por ciento de los trenes regionales. A nivel internacional, debió suspender todos los servicios que conectan a Francia con España, Italia y Suiza.
El primer ministro, Edouard Philippe, por su parte, defendió la “reforma ambiciosa” del Ejecutivo frente a lo que definió como un “statu quo que no es aceptable”, y recordó que el servicio ferroviario insume 144 mil millones de euros al año y que la SCNF arrastra 50 mil millones de euros de deuda. La solución, para Macron y su premier, es recortar inversiones y permitir la entrada de capitales privados, una virtual privatización que despertó la ira de los ferroviarios, que comenzaron una huelga sin precedentes, que el 30 de junio habrá acumulado más de treinta días de huelga.
La iniciativa más discutida es la eliminación del estatuto de los ferroviarios, que garantiza el empleo de los trabajadores hasta la jubilación. “La apertura a la competencia debe ser la ocasión de modernizar el ferrocarril y hacerlo más competitivo, será un éxito que se traducirá en la mejora de la calidad, la diversificación de servicios y una reducción de costos para los usuarios y las finanzas públicas”, manifestó Jean-Cyril Spinetta, ex director de Air France, quien redactó el informe sobre el sistema ferroviario a pedido del gobierno.
Los gremios, por su parte, convocaron a lo que denominaron una “cumbre informal”, entre el 16 y el 18 de abril, para hacer un balance del plan de lucha, mientras la ministra de Transporte, Élisabeth Borne, aseguró que seguirán con “firmeza” y “concertación” hacia la privatización del servicio.
Los próximos paros serán el domingo y el lunes. Macron, que usualmente no esquiva temas, se llamó a silencio y su gobierno sólo habla del tema a través de Phiippe y Borne. Para todos, el destino de la protesta se define en gran medida por la aprobación o el rechazo que la iniciativa oficial despierte en la sociedad. Es una incógnita cuál será el humor social con 48 de paro por semana durante tres meses.
Ese factor se traduce en algunas fisuras en el sindicalismo. La CGT, la FO y la CFDT proponen cumplir el plan de acción hasta el final, mientras que la CFE-CGC y la CFTC son proclives a negociar.