En cien años, de la universidad de elite a la universidad de masas, el trípode “docencia, investigación y extensión” se consolidó como la síntesis de la misión, las funciones y los objetivos de la universidad que emergió tras la Reforma Universitaria, iniciada en Córdoba el 15 de junio de 1918 y que logró muy pronto propagarse a lo largo y ancho de América Latina.
Sus trazos directrices, como la autonomía, el cogobierno, los concursos docentes, la docencia libre, la periodicidad de la cátedra, la investigación científica, la misión social de la universidad, y la extensión universitaria, mantienen plena vigencia.
El legado reformista
La reforma universitaria no sólo revolucionó los métodos de la enseñanza sino que introdujo la democracia participativa en el gobierno de las universidades.
En contra del "derecho divino del profesorado universitario", se alzaba la recién fundada Federación Universitaria de Córdoba, reclamando "un gobierno estrictamente democrático" y reivindicando que "el demos universitario, la soberanía, el derecho a darse el gobierno propio, radica principalmente en los estudiantes".
Tal como destaca el Rector de la Universidad Nacional de Hurlingham (UNAHUR), Jaime Perczyk “la Reforma abrió un camino de democratización, de participación estudiantil, que continuó con la incorporación de los trabajadores y la gratuidad en el primer peronismo; que luego continúa durante la primera década del siglo XXI, en la que se crearon nuevas universidades y el sistema se vinculó al desarrollo científico tecnológico, la justicia social, la igualdad”.
El cogobierno, y en particular la participación del claustro estudiantil y los pasos dados en función de la universalización de la universidad son, en este sentido, los principales legados reformistas que se destacan al interior de las casas de estudio. “El cogobierno, hoy debe incorporar la representación de la universidad además de los claustros” – Juan Carlos Del Bello
“Como legado rescato la participación de los estudiantes en la comunidad universitaria, con protagonismo y con posibilidades de participar en las decisiones”, señala el rector de la Universidad Nacional de Jujuy (UNJ), Rodolfo Tecchi. “Por su parte, Juan Carlos Del Bello, Rector de la Universidad Nacional de Río Negro (UNRN), sintetiza que el principal legado es “el protagonismo del claustro estudiantil”.
Estrechamente vinculada al cogobierno, la autonomía es la garantía para el funcionamiento democrático de la universidad, como espacio de crítica y libre expresión. Para Tecchi, la autonomía es uno de los principios irrenunciables de la reforma y “es, básicamente, lo que permite justamente desempeñarse con absoluta independencia y con imparcialidad, y lo que posibilita que todas las opiniones, todos los saberes, todas las visiones y todas las ideas sean debatidos sin ningún tipo de límites dentro de la Universidad”.
Ernesto Villanueva, Rector de la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), elige la vocación americanista, plasmada en el Manifiesto Liminar de 1918 dirigido a “los hombres libres de América”.
“La Reforma es portadora de una valoración de lo americano, de dar impulso a nuestra propia originalidad, de abandonar aquella pulsión a la imitación de lo extranjero”, destaca Villanueva.
Los desafíos del presente
Si bien a un siglo de la rebelión de los estudiantes cordobeses los postulados reformistas se resignifican, el espíritu de la universidad que nació de aquellas jornadas de 1918 se mantiene incólume. Una universidad democrática, científica, profundamente humanista y comprometida con el desarrollo del país.
Así lo reafirman los rectores al referirse a algunos debates que se intentan instalar en contra de algunas conquistas históricas de la comunidad universitaria. En el marco del pretendido arancelamiento para los estudiantes extranjeros, Tecchi recuerda que “el Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria fue un mensaje a todos los estudiantes Latinoamericanos, así que el espíritu latinoamericanista de la Universidad Argentina es insoslayable”.
Villanueva tiene “la sensación de que estamos atravesando las mismas discusiones que hace décadas. (…) Observo que persiste la tensión entre quienes la piensan como un servicio y quienes la consideramos como un derecho, como una institución clave para el crecimiento de nuestra Nación”. Y califica la situación actual como compleja, “en tanto que las universidades necesitamos de un Estado presente, lo que no se verifica en la actualidad, al mismo tiempo que se observan ataques judiciales y mediáticos hacia nuestras instituciones”.
Así lo expresan también desde el sector docente y nodocente de las universidades. “Los sindicatos de trabajadores docentes y no docentes y estudiantes, hemos decidido llevar adelante un rol crucial: defender el Sistema Educativo Universitario, bajo la clara y férrea consigna de que la educación no es una mercancía, es un derecho”, expresa Daniel Ricci, Secretario General de FEDUN quien no duda en definir a la reforma del 18 y la sanción de la Gratuidad Universitaria en 1949 por decreto de Juan Domingo Perón como los dos grandes hechos históricos que marcaron el camino a seguir en relación a la política universitaria.
Por su parte, Jorge Anro, Secretario General de APUBA, resalta la necesidad de seguir avanzando en el proceso de democratización interna de la universidad, reconociendo a los trabajadores Nodocentes como “un colectivo protagónico de la vida política universitaria”. En este marco, Anro considera que esta creciente relevancia del colectivo nodocente debería ser “respaldada por su posibilidad de participar en la elección y de integrar los espacios de conducción en las condiciones que su valor amerita”.
La universidad del porvenir
Si durante el siglo XIX y XX asistimos a la universalización de la enseñanza inicial y media, el siglo XXI debe ser el de la universalización de la educación superior.
Y universalizar implica democratizar aún más la enseñanza universitaria, garantizando el ingreso y la permanencia de todos los que quieren estudiar. “El pilar fundamental de cualquier proyecto político y universitario es la igualdad” – Ernesto Villanueva
Los rectores y rectoras de las Universidades Nacionales destacan en este sentido el proceso de ampliación de la matrícula universitaria, y en particular la incorporación de miles de jóvenes de sectores tradicionalmente excluidos de la educación superior.
Sin embargo, reconocen que aún falta mucho para avanzar en ese sentido. Así, Villanueva considera que “es necesario seguir profundizando en herramientas que tiendan a garantizar una igualdad real. En otros términos, es necesario apuntalar a estos estudiantes desde herramientas económicas y pedagógicas para que tengan el mismo derecho a finalizar sus estudios que quienes tienen una situación económica privilegiada”. Por su parte, Tecchi señala que “la Universidad tiene una deuda pendiente que es cubrir todo el territorio nacional”, y Del Bello apunta al “mejoramiento significativo de la retención y tasa de egreso”
En el mismo sentido, en relación a los principios fundamentales de la Universidad, la Rectora de la Universidad Nacional de Lanús, Ana Jaramillo destaca “la inclusión, que vino sobre todo con la gratuidad; y el saber que uno piensa desde donde existe. O sea, reniego del “Pienso luego existo”. Nosotros primero existimos y desde ese lugar pensamos. Es irrenunciable tratar de modificar la forma colonizada que tienen aún la mayoría de las universidades en nuestra América. Una colonización pedagógica y cultural. Básicamente tenemos que lograr una universidad que sirva al país y al pueblo donde está asentada”.
Asimismo, los rectores asumen el desafío de una universidad que contribuya a la construcción colectiva de un país soberano. Ello demanda, en la opinión de Del Bello, que la universidad atienda “los grandes temas del desarrollo nacional”, a lo que Villanueva agrega al destacar el papel de la investigación “la necesidad de la pertinencia de nuestra producción científica y académica”.