El diseño del anhelado nuevo billete de 10 dólares de Canadá finalmente ha sido desvelado por el gobierno de Justin Trudeau, previo a su pronta puesta en circulación, y a un año y monedas desde que fuera anunciado. Para albricias de tantísimas, dicho sea de paso, en tanto se trata del primero en llevar la imagen de una mujer nacida en la mentada nación. No cualquier mujer, sobra mencionar: la afrocanadiense Viola Desmond, que deviniese símbolo de los derechos de la comunidad negra por negarse rotundamente a abandonar una zona reservada para blancos en un cine de New Glasgow, Nova Scotia, en 1946. Gesto por el que fue encarcelada, condenada y multada, recibiendo las (tardías) disculpas de las autoridades y la correspondiente anulación de su condena recién en 2010, cuando llevaba… ¡45 años muerta! “Hasta ahora, solo la reina Isabel II tenía el honor de figurar en los billetes como jefa de Estado de los países de la Commonwealth”, advierte el diario El País al hacerse eco de la reivindicativa novedad, que rinde tributo a honorable damisela, frecuentemente referenciada como la Rosa Parks de Canadá por desafiar –al igual que la legendaria activista estadounidense– la segregación racial de su país con un simple aunque revolucionario gesto de resistencia (el de Parks, cabe recordar, fue la chispa que encendió el movimiento de derechos civiles en Estados Unidos, al negarse la mujer a ceder su asiento a un hombre blanco en un autobús de Alabama, conforme decretaban las racistas leyes de antaño).
Dueña de una línea de cosmética, fue un viaje de negocios el que depositó a Viola Desmond en Nova Scotia, donde sufrió su coche un desperfecto técnico y se vio esta entrepreneuse obligada a matar unas horas en la mentada ciudad. Decidió ir al cine, donde –chicata como era– solicitó una butaca cerca de la pantalla. Le dijeron que no, que debía sentarse en la planta alta, en tanto la planta baja estaba destinada a clientes blancos. Hizo Desmond caso omiso y, al obligarla el acomodador a moverse, nuevamente se rehusó. Llamó el gerente entonces a la policía, que la arrestó y encarceló, procesándola por intentar “estafar” al gobierno provincial por 1 centavo (tal era la diferencia de los tickets para negros, 1 centavo más baratos que los de blancos). Cuestión que fue multada, obligada además a pagar los costos de un juicio en el que ni siquiera tuvo abogado. Y aunque más tarde fracasó Viola en su intento por demandar al cine por discriminación, su caso trascendió cual reguera de pólvora y obligó a Nova Scotia a introducir leyes que prohibiesen allí la segregación. Hoy, décadas más tarde, vuelve a cobrar relevancia como figura perenne, cuya historia circulará de mano en mano con cada billete de 10.