El Consejo Directivo de la CGT se reunirá finalmente hoy. El número de secretarios es el suficiente para sesionar con quórum, gracias al aporte que harán los sindicalistas que supieron abrevar en el moyanismo, pero sin el suficiente acuerdo como para animarse a realizar el llamado a un Comité Central Confederal (CCC), el órgano de la central obrera que debe convocar a un congreso que renueve las autoridades. La fragilidad de dichos acuerdos se debe además al surgimiento de un nuevo armado que puede llegar a sumarse a la competición por la conducción cegetista. Por lo tanto, salvo que en lo que resta hasta las 14, hora prevista para el inicio del Consejo, el inconveniente se resuelva el encuentro servirá para airear las oficinas del edificio de Azopardo 802 y mostrar que hay actividad en la CGT.

Ayer, un grupo de dirigentes gremiales se reunió en la sede de la Federación de Trabajadores de la Sanidad. Allí, Héctor Daer y Carlos West Ocampo, los dueño de casa, recibieron a Armando Cavalieri (comercio), Andrés Rodríguez (UPCN), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Gerardo Martínez (Uocra), Noé Ruiz (modelos), Omar Maturano (La Fraternidad), Roberto Fernández (UTA), Víctor Santa María (Suterh), Sergio Romero (UDA) y Carlos Sueiro (aduana), entre otros.

Fue una especie de mesa chica ampliada que tenía como objetivo preparar el encuentro de hoy. Sin embargo, mientras avanzaba la conversación surgieron dudas sobre la conveniencia de iniciar el proceso de renovación. Por caso, algunos de los participantes reconocieron como positivo que aquellos sindicatos que tienen una silla en el Consejo Directivo y que hasta hace unas semanas atrás respondían a Camioneros, ahora se mostraran dispuestos a participar junto a gordos e independientes y aportar al quórum del Consejo. Pero al final consideraron que era más conveniente esperar a que éstos “acomodaran” su situación interna antes de lanzarse de lleno al proceso de renovación de la CGT. Entre los que participaron de la tertulia sostienen que no fue la desconfianza lo que los llevó a tomar esta determinación. Sin embargo, hubo otra razón y tiene que ver con el surgimiento de un nuevo espacio donde los gremios de la industria como la UOM y el Smata aparecen como principales convocantes. No está claro todavía cuál es la potencia de este nuevo grupo y a cuántos gremios puede atraer. Eso genera muchas dudas entre gordos e independientes.

Ante ese diagnóstico hubo quienes ayer plantearon la necesidad de sostener al actual triunvirato y aprovechar para afianzar la tan mentada unidad sindical. Es por eso que se llegó a proponer que el congreso de la CGT se realice recién en agosto cuando el triunvirato cumpla dos años en función. Un tiempo que consideran suficiente como para afianzar los acuerdos que hoy están un tanto frágiles con grupos como el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA) y el sector menos macrista de las 62 Organizaciones. Es por eso que durante la conversación de la mesa chica ampliada se escucharon frases que cuestionaban la posibilidad de realizar una unidad hecha a los “empujones” o que no parezca un “amontonamiento de dirigentes” e incluso que el proceso de renovación está todavía “verde”.

En ese proceso de maduración puede entonces inscribirse el encuentro previsto para el 17 de abril que se realizará en la Confederación de Gremios Energéticos (Catheda), que responde al petrolero y senador nacional, Guillero Pereyra. Tal vez ese día gordos, independientes y los nuevos aliados se sientan con la fuerza para encarar el congreso sindical. Lo que todavía resta definir es cuál será el perfil de esta CGT.