A menudo se escucha acerca de peculiares subastas de extraños objetos de celebridades, sean frascos de píldoras de Elvis Presley, radiografías pélvicas de Marilyn Monroe, registros escolares de John Lennon, guillotinas de juguete de Alice Cooper. Empero, como bien señala el sitio Dangerous Minds, es posible que los remates hayan encontrado su apoteosis de rara especificidad con vendiera puja: la que se llevará a cabo en la casa Guernsey’s el próximo 12 de abril, donde civiles –por un mínimo de 5 mil dólarespodrán hacerse de... puertas de famosos. De famoso edificio rojo, valga la aclaración, construido en 1884 en la calle 23 de Nueva York, entre la 8va y 9na avenida. Léase el emblemático Chelsea Hotel, que supo ser hogar de una comunidad sin precedentes de escritores, músicos, activistas, actores, artistas con el correr de los años. En efecto, 55 puertas del icónico lugar, que antaño abriesen las habitaciones de Andy Warhol, Jack Kerouac, Jackson Pollock, Tennessee Williams, Humphrey Bogart, Jim Morrison, Janis Joplin y Bob Dylan, entre tantísimos otros, serán subastadas los próximos días, para alegrón de aficionados al histórico sitio donde Kerouac escribió En el camino, Dylan Thomas se desmayó en el ‘53 tras una épica jornada de tragos en el pub White Horse, Madonna tomó las fotografías para su infamemente célebre Sex, Sid probablemente mató a Nancy, Leonard Cohen tuvo un affair con Janis Joplin, por recordar unas poquitas anécdotas. Si los insólitos mementos, las puertas, están a disposición es gracias a un ex inquilino, Jim Georgiou, que vivió en el hotel entre el 2002 y el 2011, año en que nuevos propietarios adquirieron el Chelsea y cerraron las puertas a nuevos huéspedes, amén de prepararse para las futuras renovaciones. Georgiou se retrasó con el pago del alquiler y finalmente fue desalojado, pero siguió durmiendo durante un mes en el vestíbulo, amabilidad del personal mediante. Por aquellos días, interrogó Jim a los obreros de la construcción qué ocurriría con las viejas puertas, y cuando le dijeron que tenían orden de tirarlas, les preguntó si podía llevárselas. Con su visto bueno, procedió a recolectar más de cinco decenas, que hoy se exhiben en la galería de arte Ricco/Maresca, a la espera de su inminente venta.