“Me lo veía venir”, confiesa Nathy Peluso en una de las escaleras del Teatro Vorterix. Se refiere a la cancelación de la tercera jornada del reciente Lollapalooza local, en la que iba a actuar por primera vez ante su gente. “Me comí unos alfajores y seguí para adelante, aunque me dio pena por los fans que tenían la ilusión de verme”, dice la cantante que tuvo su revancha una semana más tarde, en la sala ubicada en el barrio de Colegiales, donde fue soporte del sideshow de Anderson.Paak. Es que esta argentina de 22 años, que dejó el país en 2014 por amor, es hoy una de las grandes abanderadas de la música urbana en España. “Al principio era medio denso que me consideraran una cantante de trap. Obviamente mi público sabe que no hago ese estilo y hay que tener dos dedos de frente para entender que juego con ritmos electrónicos o que pertenezco a una escena urbana. El trap ha sido una palabra para valerse de los titulares.”
Si bien no sos la única artista de origen latinoamericano en la escena urbana española, pues también despuntan los puertorriqueños Lo$ Zafiro$ o el productor de origen uruguayo Steve Lean, ¿cómo te mimetizaste tan rápidamente?
--Soy una latina que vive en Europa, por lo tanto las raíces se mezclan. Y da la casualidad de que la música urbana en España está en auge. Hice hip hop como mañana puedo hacer bossa nova. No es que me aproveché, sino que vi que se podía extraer un público de ahí. Estaba en el reggae, y el rap lo descubrí de grande, a los 15 o 16 años. Me gustó y dio la casualidad de que hay una ola de gente joven a la cabeza que está triunfando. Por lo tanto, eso crece y se va normalizando.
¿Te considerás el ala argentina de esa avanzada?
--Mi origen es argentino. Por más que diga que no soy de ninguna parte, aparece luego la verdad: está mi acento, me gusta comer milanesas y tengo mi cultura y valores, que son argentinos. Obviamente, acá siempre me voy sentir extranjera. Pero en mi raíz soy libre vaya adonde vaya.
El estilo de Illya Kuryaki and the Valderramas, tus canciones esbozan lenguajes y personajes propios, ¿ellos fueron una influencia para vos?
--Es un poco de todo. Tras mi nomadismo y mezcla, descubrí gracias a mis amigos puertorriqueños y cubanos que tengo ya un acento en el que ellos están subrayados. Me aprovecho de eso porque estudié teatro físico y en mi búsqueda me di cuenta de que era una cualidad muy potente. Agarré un poco de eso y, aunado a mi creatividad, armé mi manera de cantar. Mis letras hacen honor a nuestro lenguaje.
¿Lo de arrastrar vocales y la manera narcótica en la que a veces cantás también la aprendiste de tus amigos?
--Todo se junta y descubro mi raíz latina. Me encuentro en esta época escuchando mucha salsa. Me siento cómoda y puedo hacer honor a esos artistas representados en mi propuesta. Es un grito de alegría. La sangre latina ya tiene de por sí una nostalgia y una pasión que otras culturas no poseen.
Volviste a la Argentina de la mano de tu EP “La sandunguera” (2017). Considerando que todas tus producciones aparecieron en formato digital, ¿por qué éste lo publicaste en vinilo?
--Apuesto por esa cultura. Para mí lo que te provoca comprar un disco, sentirlo, tocarlo, ver la foto de otros años, es fundamental. Me pasa con trabajos como Mi tierra, de Gloria Estefan. Me parece sensorial, tiene más inspiración. Hasta ahora, mis medios sólo me habían permitido sacarlo digital. Por otro lado, cuanto más grande me hago, lo que ocurre rápido porque vivo muchas cosas, más me gusta la tradición, lo clásico. Lo que no quita que esté influida por una modernidad. Canto Sabor a mí y revela mis influencias, pero no son las únicas: me gustan el soul, el R&B y el rap.
¿De dónde sacaste esas influencias negras, tomando en cuenta lo blancuzca que son la sociedad argentina y la española?
--Mi influencia afroamericana es completamente musical. No sé mucho de la historia, soy muy ignorante en ese aspecto. Lo único que sé es de los amigos que me rodean, de su constante lucha y de la música con la que me crié. Es una influencia, pero no quiero ser negra.
¿De qué lugar viene lo histriónico de tu propuesta?
--De mi sinceridad, de mis adentros. Luego eso lo llevo a lo histriónico, al personaje. La que habla realmente es mi intimidad, y me inspiro en lo sensorial, lo mínimo y lo cotidiano. Ahí está lo bello de la vida.
Si bien tus letras parecieran apostar por el empoderamiento de la mujer, ¿desde dónde lo hacés?
--No pretendo ser una mujer ejemplar ni una voz del feminismo. La distinción de género ya es muy antigua, es un paso atrás para la sociedad. Aunque recuerdo que soy una mujer haciendo música en un estilo misógino, para mí el verdadero avance reside en olvidar la división de género. ¿Quién dice que no tengo un pene entre las piernas ahora mismo?
Pero las chicas de tu generación te dieron un lugar como icono…
--No es que no lo quiero, sino que no lo pretendo. Pero puede ocurrir que muchas se identifiquen conmigo porque soy fuerte. Y si sucede, me parece perfecto, me voy a sentir honrada. Pero no hago canciones para darle voz al feminismo, yo soy así.
¿Estás al tanto de lo que sucede en la Argentina?
--Yo no sé lo que está pasando en ninguna parte del mundo, ni siquiera en mi calle.