El Ecoparque anunciado con bombos y platillos por el Gobierno de la ciudad de Buenos Aires hace casi dos años parece haber entrado en una especie de limbo. El Master Plan que tiene como objetivo abrir este espacio en forma definitiva para el 2023 ni siquiera fue aprobado. Pero ya ingresó a la Legislatura el proyecto de ley por el cual se pretende concesionar por 20 años los edificios históricos que están en el predio. Aunque hay menos animales porque ya empezaron a ser trasladados, hay cada vez más empleados en el lugar.
En los últimos dos años, en Ecoparque se duplicó el personal que dejó la concesión del Zoo, mientras que se redujo a la mitad la cantidad de animales. Según las diferentes organizaciones consultadas, el incremento de empleados tiene que ver con amiguismos políticos y no con especialistas en el tema.
La licitación de los edificios es el tema que hoy coloca al proyecto Ecoparque nuevamente en el ojo de la tormenta. Desde la comisión que se creó para seguir la transformación del Zoo, señalaron que se pretende apurar la concesión de los edificios cuando todavía no se sabe el valor que pueden llegar a tener porque es un espacio que está cerrado al público y que recién se va a abrir en forma definitiva en el 2023.
El titular de la comisión, Marcelo Depierro, remarcó: “Nada de lo que está haciendo el gobierno porteño tiene sentido porque el Master Plan no está aprobado, porque pretenden licitar los edificios que recién se empezarían a usar en el 2023 y porque comenzaron a trasladar animales cuando todavía no saben qué van a hacer con el espacio”.
En el mismo sentido, el ex legislador por el Partido Socialista Auténtico Adrián Camps aseguró en diálogo con PáginaI12 que el Ecoparque “está en una etapa de transición no se sabe a qué”.
Sin embargo, explicó que desde el oficialismo siempre se impone el criterio comercial a la hora de la gestión y por eso apuntan al negocio de los edificios que están en el predio. “Los quieren concesionar, lo que es un verdadero absurdo porque todavía el traslado de los animales está muy verde”.
“Llama la atención que mientras se está desarrollando este proceso hacen una ley para concesionar los edificios para explotaciones privadas. Otorgar concesiones de una cierta cantidad de años para poner ahí emprendimientos, confiterías, restaurantes. Creo que en algunos casos se justifica, la confitería del Águila, algún restaurante o algunos que están relacionados con la propia actividad del parque que en algún momento va a ser visitado, hay sectores que se van a abrir al servicio público de forma gratuita, algún servicio se va a prestar, pero no los recintos de los animales cuando están los animales adentro”, enfatizó Camps.
Para el ex legislador, es “un disparate” y hay que “estar atentos” a lo que pase en la Legislatura porteña porque si bien está todo en “stand by” porque el oficialismo necesita 40 votos para aprobar este tipo de licitación especial que supera los cinco años, ahora está en la Comisión de Desarrollo Económico, cuyo presidente es Andy Freire, que fue justamente quien presentó el proyecto Ecoparque cuando era ministro.
“Así que está esa espada de Damocles colgada y hay que estar muy atento con lo que va a pasar”, alertó Camps, quien señaló que el ex zoológico “tiene un altísimo valor arquitectónico”.
“Es uno de los pocos en el mundo, no sé si son dos los que quedan en el mundo con esta concepción de zoológico victoriano, de la época de la Reina Victoria, donde los recintos replicaban los ambientes de los humanos de donde provenían los animales: el centro hindú para los elefantes, la arquitectura árabe para los camellos. Esta es una particularidad que tiene este zoológico y es un gran atractivo nuestro zoológico desde el punto de vista arquitectónico. Todos los paseos fueron diseñados por Carlos Thays, los lagos, las especies vegetales, tenemos un gran patrimonio, si lo manejamos correctamente. En el PRO siempre se cruza el criterio comercial, ¿Qué hacemos con esto? ¡Un negocio! No con las tierras, pero sí con la concesión de los edificios”, reflexionó.
Claudio Bertonatti, que fue director del antiguo Jardín Zoológico de Buenos Aires durante dos años, aseguró que el gobierno porteño no sabe qué hacer con el Zoológico. “Hasta el día de hoy no saben qué hacer con él. Y la prueba está en que después de que el Gobierno de la ciudad toma las riendas del asunto y le cambia el nombre a Ecoparque, desde ese día, en junio de 2016, la gestión pública se caracterizó por la improvisación pura”, enfatizó.
El Jardín Zoológico de la Ciudad de Buenos Aires dejó de existir como tal en junio de 2016 para convertirse, según el gobierno porteño, en un Ecoparque Interactivo cuyo objetivo, según se anunció en su momento, era contribuir a la conservación de la biodiversidad a través de la educación y la recreación y ser un paseo familiar de referencia.
Además, tal como se dijo hace ya casi dos años, también se iba a buscar ser un espacio para promover proyectos de investigación científica, acciones de rescate y rehabilitación de fauna silvestre.
Desde entonces, el predio de 18 hectáreas se encuentra cerrado al público en general pero permanece abierto todos los días para visitas guiadas a escuelas y organizaciones de la sociedad civil.
Desde Ecoparque aseguran que ya se derivaron 402 animales, que se hicieron más de 40 obras de bienestar animal y comenzaron las obras correspondientes a la transformación de la punta de Plaza Italia. Proyectan una inauguración parcial a mediados de 2018.
Greenpeace no acuerda con la existencia de zoológicos tal como se los conoce en la actualidad y frente a la crisis climática mundial y la constante pérdida de biodiversidad, considera que no se deben mantener animales silvestres sólo con fines de exhibición o de esparcimiento.
Para Gonzalo Strano, coordinador de campañas y vocero institucional de la organización activista, “un zoológico debe cumplir con los siguientes objetivos en simultáneo: conservar, educar e investigar, lineamientos clave establecidos por la Organización Internacional de Zoológicos y Acuarios (WAZA), sin embargo, casi ninguno en Argentina cumple con los mismos”.
Por otro lado, para Bertonatti, que en la actualidad es asesor de la Fundación Azara, la crisis que enfrenta hoy la mayoría de los zoológicos no es nueva. “Muchos países ya han pasado por estas crisis, donde los zoológicos se han detenido o estancado en el tiempo sin actualizarse en los objetivos que hoy deberían cumplir. Los países más desarrollados también son más desarrollados en esta materia y se han unido para generar documentos acerca de qué deberían hacer hoy los zoológicos, incluso de cómo deberían llamarse. En ese contexto, esos documentos nos dicen que hoy los zoológicos en el siglo XXI tienen que funcionar como grandes centros de conservación de la naturaleza, con proyectos focalizados en la fauna y como grandes centros de educación ambiental, donde poder involucrar a los visitantes en los temas ambientales y comprometiéndolos, para que se transformen en aliados y no espectadores pasivos de la crisis ambiental”.
La presidenta de la Fundación Vida Silvestre, Marina Harteneck, también coincide en que el proyecto de transformación del antiguo zoológico municipal llamado Ecoparque se hizo de forma precipitada y advierte que las personas que lo llevaron adelante “no eran sólidas en lo técnico”.
“Se confrontaron con la realidad, fueron aprendiendo sobre la marcha, no se podía modificar en dos o tres meses un lugar como el predio del zoológico y tampoco se podía dar solución rápida e inmediata a la situación de los animales. No es fácil trasladarlos a otros lugares, sigue siendo un buen lugar comparado con otros, por lo que técnicamente hay muchos aspectos que aún deben ser tenidos en cuenta”, explicó en diálogo con PáginaI12.
En esta transición en la que distintas ong coinciden en que fue precipitada y sin un plan, mientras el Gobierno pretende avanzar sin tener un rumbo claro en el traslado de los animales y la licitación de los 21 edificios, el asesor de la Fundación Azara señala que “están destruyendo una institución centenaria que pudo ser muy prestigiosa a nivel mundial, y fundada ni más ni menos que por el más grande naturalista de todos los tiempos de la Argentina, Eduardo Ladislao Holmberg, por eso el zoo lleva su nombre”.
“Sin tener un plan empezaron a derivar animales como en una actitud de querer sacárselos de encima. Porque antes de derivarlos hay que tener un plan de colección o población animal. Hay que trabajar en conservación, en educación ambiental, en investigación y en bienestar animal, y la primera pregunta que hay que hacer es a qué especie dedicarse y para qué. Si empiezo a derivar animales sin saber eso, estoy vaciando la institución, no estoy entendiendo nada. En un acto de audacia, ellos empezaron al revés, derivando los animales, que es propio de la ignorancia. Y no sólo eso, hoy hay menos de la cantidad de animales que había cuando se interrumpió la concesión, pero han tenido la segunda gracia que es duplicar la cantidad de personal”, aseguró Bertonatti.
“Hoy tienen la mitad de animales y el doble del personal que dejó el concesionario. Y cuando se entra a revisar el perfil de los nuevos empleados y contratados no abundan los biólogos, los veterinarios, los museólogos, ni los educadores. Abunda lo que no tiene nada que ver con esto y sí tienen que ver con la política, con el amiguismo, con los acomodos”, subrayó.
Para Pablo Regner, del Consejo Profesional de Médicos Veterinarios, “no tienen definida cuál va a ser la colección estable, están derivando animales que tal vez puedan servir para un futuro como canje para otros animales que puedan ingresar. Se están derivando sin la evaluación previa para saber si pueden ser útiles o no a futuro”.
“No hay un plan, el Master Plan recién lo están viendo de armar. El problema básico que tienen es que no hay un plan establecido, si no saben qué es lo que van a hacer a futuro, tomar medidas previas es algo medio en el aire. Ese es el inconveniente general que estamos viendo desde la mayoría de las ong”, explicó a este diario.
El debate sobre si se tenía que cerrar el zoológico o no ya se hizo y el resultado está a la vista: no es un cierre, es una transformación. El problema en el que todos coinciden es que no hay plan mientras, se avanza en el vaciamiento de animales, se sobrecarga de personal y se apura la licitación de edificios históricos por 20 años que recién estarían funcionando en el 2023.