“Desde que tenemos estadísticas confiables, 2.700.000 personas lograron salir de la pobreza y casi 610.000 dejaron de vivir en la indigencia”, señaló el presidente Mauricio Macri al conocerse los últimos datos de pobreza del Indec. Según el organismo oficial, para el segundo semestre de 2017, el 25,7 por ciento de la población era pobre y el 4,8, indigente, una reducción de 6,5 puntos porcentuales en la pobreza frente a la primer medición de la gestión Macri, y de 1,5 en la indigencia. 

Las cifras fueron celebradas por el presidente quien se animó a dar indicaciones sobre cómo rescatar argentinos de la pobreza: “A la pobreza hay que abordarla de manera multidimensional. No se resuelve con planes sociales”. 

El análisis de la evolución de la pobreza realizado por Macri tiene un erróneo punto de partida, ya que su gestión comenzó en diciembre de 2015 y no el segundo semestre de 2016. La falta de datos oficiales de pobreza e indigencia facilita ese pequeño movimiento en el punto inicial de comparación. Sin embargo, las estadísticas alternativas del Centro de Estudios Scalabrini Ortiz (CESO) permiten salvar ese vacío y realizar un diagnóstico sobre la evolución de la pobreza desde el comienzo de la gestión M. 

Los datos del CESO para el segundo semestre de 2015 son 27,3 por ciento de pobreza y 4,7 por ciento de indigencia, realizados con estadísticas de precios provinciales y una proyección semestral de la EPH según ingresos de mínima. Es decir, 331.082 argentinos habrían salido de la pobreza y 98.354 habrían caído en la indigencia durante el gobierno de Macri, tomando en cuenta el crecimiento poblacional.

Aun así, los últimos datos publicados por el Indec tienen una serie de cuestiones a tomar en cuenta. Por un lado, corresponden al segundo semestre de 2017, un período donde el movimiento de la obra pública, el retraso del dólar y la postergación de los tarifazos en un año electoral, generaron un caída de pobreza por ingresos. Una política de corta duración que suele revertirse los años pares no electorales por la suba del dólar y las tarifas, como los acontecidos en el reciente verano. Así lo señala la medición del propio Indec sobre el costo de la canasta básica total (CBT) con que se mide la pobreza. Según el organismo, la inflación anual de la CBT que fue del 22,4 por ciento promedio en el segundo semestre de 2017, pero saltó al 28,3 por ciento para febrero del presente año.

Además, la EPH del segundo semestre de 2017 tiene dos datos de dudosa credibilidad. Por un lado, el nivel de salarios de los informales marca un aumento interanual del 30 por ciento, por encima de los privados registrados (28 por ciento) y de los estatales (26 por ciento) que tienen posibilidad de negociar en paritarias. Por otro lado, la tasa de Empleo muestra un incremento del 3,1 por ciento respecto al semestre anterior, en un contexto donde la actividad creció semestralmente un 1,5. Es decir, el empleo crece a tasas que duplican el incremento de la actividad productiva. Ambas cifras parecen poco realistas y sugieren tomar con cautela los datos de pobreza publicados por el Indec.

@AndresAsiain