Elza Soares está viviendo una suerte de resurgimiento de su carrera, embarcada en una gira con la que recorrió Brasil, Europa, Estados Unidos y ahora Latinoamérica. Nació en 1937 en una favela de Río de Janeiro. A los doce años fue obligada a casarse con un hombre una década mayor, a los trece fue madre, dos de sus hijos murieron por desnutrición. En Youtube se puede ver una entrevista que le hizo Caetano Veloso en la que la cantante recuerda el punto de inflexión en una historia de vida que siguió teniendo mucho de trágico: cuando, a los 16 años, se presenta en un popular programa de radio para concursar cantando, o como ella dice, “para alimentar a mis hijos”. Se pone un vestido de su madre que le queda grande, y que intenta disimular con alfileres. El público se ríe de su aspecto andrajoso. El presentador le pregunta: “Pero... ¿de qué planeta viene usted?”. Llena de rabia y vergüenza, la joven responde: “Del mismo que usted. Del planeta hambre”.

Soares es una intérprete que nada tuvo que envidiarle a las grandes cantantes de jazz de la historia: hacía música popular brasileña con un swing diferente y una voz privilegiada. A comienzos de los ´60 vivió un tiempo en Buenos Aires. A su regreso a Brasil publicó su disco debut Se acaso você chegasse y se convirtió en una de las grandes voces del samba. La leyenda cuenta que Louis Armstrong, al escucharla, la ungió como “su hija”. Cuando conoció a “Mané” Garrincha, él ya había ganado el Mundial del 58 en Suecia, venía de la favela como ella, conocía como ella la miseria y la fama. Se casaron en la embajada de Bolivia en Sao Paulo, porque el divorcio no era permitido en su país. El dejó a su esposa y a varios hijos, la condena social cayó entonces –claro– sobre Elza. Fueron tiempos de retroceso en lo artístico, con la dictadura debieron exiliarse en Italia, Garrincha nunca dejó de ser alcohólico, le pegó en privado y en público, la arrastró en su caída. El hijo que tuvo con el futbolista –Garrinchinha– murió en un accidente automovilístico.

El nuevo siglo trajo para Elza Soares un regreso artístico, un reconocimiento a su presente y a su trayectoria, que se coronó con A Mulher do Fim do Mundo, un disco que arriesga y denuncia. A sus ochenta espléndidos años, Soares ya piensa en su próximo disco, Dios es mujer, que será el número 82 que lleva grabado. Dice que no piensa parar. Porque está viva.