Aunque sus padres querían que fuera médico, Carlos Ulanovsky deseaba ser periodista desde por lo menos los 15 años, edad en la que creó una revista con un compañero del colegio Mariano Moreno del barrio porteño de Almagro. La publicación se llamó Orbe y el compinche de esa aventura era Rodolfo Terragno. De ahí hasta el exilio al cual lo empujó la Triple A en 1974 se sucedieron casi de manera ininterrumpida distintos trabajos en la prensa gráfica a través de las páginas de Confirmado, Noticias y Satiricón, de la cual fue subdirector.

Cuando debió escapar de las bombas y las amenazas hacia México (haciendo escalas previas en Lima, Bogotá y San Francisco), Ulanovsky tenía apenas treinta años y una buena experiencia en el ejercicio profesional de la palabra impresa. Y no sólo por su paso por diversas redacciones, sino también por la publicación de dos libros que, en cierta forma, representaron aquellos asuntos que más lo motivarían a escribir en el futuro: en 1969 se inició en la investigación biográfica con Palito Ortega, indagación de un ídolo (luego prohibido por una acción judicial del cantante), mientras que cuatro años después co-publicó con Sylvina walger TV Guía Negra, su primer abordaje de los medios de comunicación.

Entre la televisión y la palabra escrita Ulanovsky produjo un curioso diálogo, ya que sobre la primera produjo otros dos libros más (Estamos en el aire, en 1999, y ¡Que desastre la TV! Pero cómo me gusta, en 2009), mientras que su última experiencia en la pantalla chica fue Negro sobre blanco, un valioso ciclo emitido en 2013 por Canal Encuentro donde rescató publicaciones extintas como Primera Plana, Humor, Leoplán, Crisis, Claudia, La Opinión y Anteojito. “Me gustó mucho haber hecho ese programa, aunque mi relación con la tele no fue más intensa porque tampoco busqué demasiado”, se sincera Ulanovsky, a quien le hubiese gustado “haber conducido un noticiero, presentando las noticias con cierta intención e interpretación”.  

Su libro más reciente es En busca de un Toc Toc, dedicado a la obra de origen francés que luego fue un éxito en el resto del mundo. Si bien Ulanovsky se reconoce a sí mismo como un fanático de la puesta (al punto de haberla visto cuatro veces en lugares distintos), el fogonazo final se produjo cuando se enteró de que la versión argentina, que ya lleva ocho temporadas consecutivas en cartel, se había convertido en la comedia más vista de los últimos 25 años en Argentina, desplazando a la taquillera Brujas.

“Ahí fue cuando me di cuenta que tenía ante mis ojos un material muy atractivo para investigar. Fue un libro hecho con oficio de periodista”, reconoce Ulanovsky, quien entrevistó a 59 personas vinculadas a la obra y compartió la producción con Hugo Paredero, sociedad que ya había editado en 2014 Vivir entre butacas, la biografía del productor teatral Carlos Rottemberg.

Pero En busca de un Toc Toc no será el único libro que Ulanovsky aportará a las bateas de las librerías en este 2018, ya que en breve saldrá Más aburrido que ver filmar. Se trata de su segunda experiencia en la novela, un género que descubrió como autor recién en 2013, cuando escribió Nunca bailes en dos bodas a la vez.

Además está por relanzar Seamos felices mientras estamos aquí (crónicas de su exilio que alcanzarán la cuarta edición) y Mi Congreso de la Lengua, reversión del que originalmente salió a la venta bajo dos tomos entre 1993 y 1994 como Los argentinos por la boca mueren. “Cuando salió la posibilidad de volver a publicarlo, lo releí y me pareció que se había quedado muy anclado en la época, en los 90’, así que me pareció más sensato hacerlo de vuelta”, explica.

“Mis viejos querían que fuera un egresado universitario e intenté entrar a Medicina en la UBA, pero fracasé. Hasta que me animé y les dije: ‘no van a tener un hijo médico’. Entonces me anoté en Sociología, aunque no terminé la carrera porque empecé a laburar”, evoca Ulanovsky. “Sin embargo, con el tiempo, pude publicar 24 libros, y siento que cada uno fue una materia que rendí. Porque esos trabajos me permitieron aproximarme a fenómenos distintos, a temas diversos, y a tomarlos con mucha seriedad, como un aprendizaje. Viéndolo de ese modo, creo que finalmente pude cumplirles el deseo a mis viejos”.