El fútbol argentino se vio ayer nuevamente empañado por la violencia cuando varias bombas de estruendo fueron arrojadas al campo de juego y obligaron a la suspensión del encuentro que protagonizaban Colón y Vélez en Santa Fe. La decisión la tomó el árbitro Andrés Merlos por “falta de garantías” para continuar con el juego que, hasta los 22 minutos, se encontraba igualado en cero.
El principal afectado por los artefactos pirotécnicos que volaron desde el sector donde se ubica la barra brava del elenco sabalero fue el arquero velezano César Rigamonti. La primera bomba cayó a los 5 y le pasó lejos, pero fue la segunda, diez minutos después, la que lo aturdió y obligó a que sea auxiliado. Finalmente, cuando voló la tercera, a los 22, el encuentro fue suspendido.
“Es una vergüenza inentendible. Venimos a jugar un partido de fútbol, y no se entiende lo que hace la gente. No sé si habrá intereses. Esperemos que se tomen cartas en el asunto. Es entendible lo que decide el árbitro y es responsable de lo que pasa. Por más actitud que le ponemos, esto es inaceptable”, declaró el uno de los de Gabriel Heinze.
En lo poco que se jugó, el visitante había insinuado algo más, con remates desde afuera del área de Matías Vargas y Nicolás Domínguez. Del lado de enfrente, Colón se acercó al arco con un tiro desviado de Javier Correa. Vélez llegaba a Santa Fe con la meta de sumar para la lucha por no descender donde, a pesar de ser el último equipo en escapar de la zona de descenso, se encuentra a 14 puntos de su inmediato perseguidor. Mientras tanto, los de Eduardo Domínguez pelean en la parte de arriba de la tabla y, con 31 puntos, son los últimos clasificados a Copa Sudamericana.
En la semana, se resolverá la fecha de reanudación del encuentro y si hay sanciones, o no, para Colón.