El costo de la energía eléctrica para el sector textil se incrementó en febrero un 118,2 por ciento respecto del mismo mes de 2017. A su vez, el precio de la nafta súper, que da cuenta de uno de los principales costos de logística, registró un aumento del 36,9 por ciento en la misma comparación interanual. Las pymes de este rubro fabril debieron afrontar en febrero una tasa de interés para el financiamiento en cuenta corriente del 35,8 por ciento, según datos del Banco Central. Toda esta información aparece en el último informe de la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), que detalla el dramático efecto de pinzas que viene sufriendo la actividad por la suba de costos, el incesante aumento de las importaciones –en particular de los supermercados– y la caída del consumo. Con todo ello, la conclusión es que la producción textil sigue en retroceso, lo mismo que el empleo vinculado al sector, que es uno de los mayores demandantes de mano de obra de la industria nacional.
Las tiendas minoristas anotaron un declive en las ventas del 2,8 por ciento en enero respecto del año anterior. Sin embargo, explica el documento de la CIAI, los supermercados lograron anotar un incremento del 1,6 por ciento durante ese mes. La explicación radica en que las grandes cadenas lideran el proceso de importación de indumentaria y eso les hace ganar participación de mercado. “Computando febrero, las compras al exterior de los supermercados marcaron un aumento del 47,5 por ciento en dólares y 58,1 en volumen con respecto al mismo mes de 2017”, precisa el relevamiento empresario, en base a datos oficiales. Esa disparada de casi 60 por ciento de las importaciones “desplaza producción local”, alerta la CIAI.
El 75 por ciento del total de las prendas importadas proviene de China. El precio de la indumentaria ingresada desde ese país anotó una caída del 6,7 por ciento en el segundo mes del año en la comparación interanual. Respecto de los precios textiles en general, en febrero aumentaron por debajo de la inflación general del Indec. “En ese marco, la caída del consumo fue, en gran medida, impulsada por el deterioro del poder adquisitivo del salario que, en febrero de este año, mostró una baja interanual del 2 por ciento”, apunta el reporte fabril.
“En un escenario marcado por la caída del consumo y el aumento del nivel de importación, la baja de la producción física de indumentaria fue otra de las tendencias que se habría consolidado a lo largo de 2017. En rigor, hacia el último trimestre del año dicha contracción se ubicó en torno al 2,1 por ciento con respecto al mismo trimestre de 2016”, advierte. Vinculada a esta caída de la producción –fruto del achicamiento del mercado, tanto interno como de exportación– se observó una tendencia a la precarización laboral durante el año. “Los indicadores mostraron el crecimiento del empleo informal y la reducción de puestos de trabajo registrados. Según los últimos datos disponibles, la cantidad de costureros asalariados registrados cayó un 8,1 por ciento interanual en el segundo trimestre de 2017, a la par que se estima, en base a la EPH-Indec, que los costureros informales se incrementaron en 35 mil para igual período” reconocen los industriales textiles.
Otro punto a resaltar, que registró un fuerte impacto en la producción de indumentaria, se encuentra asociado a los costos de producción. En efecto, hubo importantes aumentos a lo largo del período tales como el costo de financiamiento, el costo energético y los costos de logística, estos últimos traccionados por el precio de los combustibles. “En primera instancia, la tasa de interés para el financiamiento en cuenta corriente pyme ascendió al 35,8 por ciento en febrero de 2018 según datos del Banco Central y en línea con la pauta de tasas que lleva adelante el organismo. Luego, el costo de la energía eléctrica superó el 118,2 por ciento de aumento en febrero en relación al mismo mes del año anterior; en tanto que el precio de la nafta súper, que da cuenta del costo de logística, registró aumentos en del 36,9 por ciento interanual también en febrero de 2018”. Frente a esta realidad, el Gobierno sostiene la política de apertura importadora y los tarifazos que están sometiendo a la industria en general y a la textil en particular.