Desde Mendoza

Como respuesta a los mega festivales donde las entradas salen a la venta un año antes, realizados durante (por lo menos) tres días, cuya grilla alberga a no menos de 100 artistas, esponsoreados o puestos al servicio de grandes marcas, y donde circulan cientos de miles de personas, surgió el festival boutique: eventos organizados en pequeños reductos, para un número limitado de público, con un cartel cuidado (aunque no por ello ostentoso), y en los que la música interactúa con otras manifestaciones culturales. En Francia está el Worldwide Festival, en el Reino Unido destaca el Farr Festival, en Holanda sobresale el Lente Kabinet y en Bulgaria despunta el Meadows In The Mountains. Argentina, patria festivalera por excelencia, tiene el suyo: el Wine Rock, que en la madrugada del domingo cerró en Valle de Uco una edición exitosa. Y es que casi improbable que un encuentro musical con la Precordillera de fondo, en medio de los viñedos de la Bodega Monteviejo, y en el que el vino dialoga con la música pueda fallar. 

A pesar de su crecimiento, el festival creado hace ocho años por el enólogo Marcelo Pelleriti y curado por el músico Rano Sarbach (toda una institución del blues local) sigue manteniendo la consigna de su primera versión: la camaradería. Al punto de que buena parte de los artistas que participaron en esta edición no sólo son viejos buenos conocidos, sino que también ya estuvieron anteriormente en el Wine Rock. Y siempre insisten con que quieren volver. Aunque otro de los rasgos que los aúna es su pasión por el vino. De hecho, muchos tienen su propia marca. Uno de ellos es Juanchi Baileron, frontman de Los Pericos, quien si bien esta vez no fue de la partida con su agrupación, a diferencia del año pasado, fue invitado por Iván Noble para sumarse en el cierre de su performance. Eso fue en “Sapo de otro pozo”, clásico de Los Caballeros de la Quema que se sumó a un repertorio de matiz íntimo, erigido sobre voz, guitarra y piano, en el que también revisitó su obra solista y hasta se dio el gusto de aludir a Fito Páez. 

Pero lo que comenzó como una juntada entre amigos, desde el año pasado adquirió carácter de evento de Interés Turístico Nacional. Por eso, tras juntar fuerzas con el Park Hyatt Mendoza, el Wine Rock ahora forma parte de la Semana del Rock. En los días previos a la realización del encuentro musical, al que asistieron 3200 personas, en el hotel de la capital mendocina se llevaron a cabo un sinnúmero de actividades: desde entrevistas abiertas a los artistas hasta la inauguración de la muestra Pericos 30 años, pasando por la presentación de vinos de los músicos que fueron parte del festival y algunos shows acústicos. Esto sucedió entre el martes y el jueves, y la propuesta se mudó luego a Valle de Uco, sede de la Bodega Monteviejo. A manera de previa del Wine Rock, el viernes se desarrolló allí un cruce entre música y arte que decantó en un recital de Vanthra, proyecto de Fernando Ruiz Díaz, líder de Catupecu Machu, con orquesta, y una zapada electro folk comandada por Tito Losavio y Deborah Dixon. 

Al día siguiente, y bajo el sol radiante del mediodía, el festival boutique se debatió entre dos escenarios, ubicados en una misma estructura: el Malbec, situado a la izquierda, y el Cabernet, al lado. A manera de tête à tête sonoro, cuando un set terminaba inmediatamente arrancaba el otro. Los primeros shows fueron encarados por artistas mendocinos, en lo que fue una de las innovaciones del encuentro, En esa avanzada descollaron el folklorista Sebastián Garay, la cancionista Paula Neder, el cantautor Javier Montalto y el trío Lupus. El cierre de esa troupe cuyana estuvo a cargo de Pelleriti, colgándose la guitarra en su banda The Cellars. Luego dio paso a las propuestas más populares, que comenzaron con el power rock de 4º Espacio, continuaron con el sello blusero de Sarbach y elevaron el pulso con la terna de Tito Losavio, Gustavo Spinetta y Dhani Ferrón, quienes apelaron por un cancionero basado en dos proyectos del ex Man Ray: El Ombú y el trío que armó con Federico Gil Solá y Gringui Herrera. 

Cuando se creía que ya habían pasado los artistas mendocinos por el Malbec y el Cabernet, se subió el más mundial: Felipe Staiti, aunque esta vez no se presentó con los Enanitos Verdes, sino con su trío. Pero hubo espacio en el cierre para “Lamento boliviano”. Lo secundaron el debut de Indios en el festival y uno de los mejores actos de este Wine Rock: el tándem de Gillespi y Willy Crook, quienes groovearon a más no poder y contagiaron al público. Pese a que Coti parecía que iba a bajar un cambio con un plan popero, sucedió lo contrario: arremetió con su artillería de hits, reforzada por un conjunto de cuerdas. Lo de Vanthra fue tan complejo como sofisticado, pues Ruiz Díaz y los suyos hicieron uso de la inmensidad del escenario. Todo lo contrario a lo de Emmanuel Horvilleur, que salió sin pretensiones y armó la fiesta. Lo mismo para Massacre, artífice de una performance bien festivalera en la que alternó sus hits con himnos de Cerati, Sumo y Spinetta. Nada mejor para seguir brindando.