Cuando la familia se enteró, por boca de un vecino, que los dos chicos habían sido bajados por la policía del colectivo en el que iban, la madre empezó a tratar de averiguar a qué comisaría los habían llevado, mientras el padre y la hermana mayor comenzaron una búsqueda angustiosa siguiendo el recorrido de la línea 31. “Estaba desesperada, porque mientras buscábamos por las calles a mis hermanos, no podía sacarme de la cabeza el recuerdo de ese chico Ezequiel (Demonty), que fue detenido por la policía y lo obligaron a nadar en el Riachuelo”. Demonty se tuvo que tirar al agua el 14 de septiembre de 2002 y su cuerpo fue hallado cerca del puente Victorino de la Plaza, el 21 de septiembre de ese año. Cinco policías fueron condenados, tres de ellos a prisión perpetua.
El relato de Aylen, la hermana mayor de los dos chicos maltratados por la policía, es conmovedor. “Cuando mi papá me vino a buscar con la camioneta a mi casa para que saliéramos a buscarlos, fue desesperante porque yo le preguntaba ‘dónde los vamos a buscar’”. Los buscaron por el camino de la Ribera del Riachuelo, por Valentín Alsina, por Pompeya. “La idea era buscarlos por la Ribera Sur, en la provincia, pero había un corte, de manera que tuvimos que ir por la Ribera del lado de la Capital Federal”. Mientras iba en la camioneta, con su padre al volante, Aylén miraba hacia la otra orilla del Riachuelo. Finalmente, a la distancia, vio cinco patrulleros y a uno de sus hermanos. “Ese es Toto”, gritó. Después recorrieron varias comisarías, sin encontrarlos, hasta que la madre los llamó para decirles que estaban en la quinta de Villa Diamante.
“Yo pensaba mil cosas, los buscaba entre los árboles (que rodean el Riachuelo) y lo primero que pensé fue en ese chico llamado Ezequiel que fue obligado por la policía a tirarse al Riachuelo y se ahogó, yo estaba desesperada. Fue el día más largo de mi vida”. Cuando llegaron a la comisaría quinta, se encontraron con “un ambiente muy frío, como si no les importara nada lo que nos estaba pasando, tuvimos que escuchar como hablaban de fútbol, de ‘pendejos’ y tuvimos que aguantar cómo se reían de todo”. En el acta que hicieron en la comisaría se dejó constancia de que los chicos estaban “bien de salud y de higiene”.