Costa Rica, ya clasificada, fue a Panamá a pasarla bien. Y, en base a un tiki tiki edulcorado, para cuidar las energías sin perder la línea, ya estaba arriba antes de la media hora. Pero, a diferencia de ellos, los locales no estaban para bagalleos: se jugaban la última chance de ir al Mundial por primera vez en su historia, después de lo sucedido cuatro años atrás, cuando estuvieron a un minuto y medio de conseguirlo pero Estado Unidos los limpió con dos goles en esos 90 segundos finales.
Y así como lo insólito marginó a Panamá de Brasil 2014, lo insólito la colocó en Rusia 2018. Fue gracias a un gol fantasma tras una confusa bambolera en las fauces del arco costarricense. Durante pocos segundos, la pelota rebotó con frenesí entre un manojo de piernas, manos y postes ansiosos, aunque jamás entró. Eso se descubrió recién al cabo de numerosas repeticiones, pero como entonces no se aplicaba el VAR, el árbitro convalidó el gol en base a lo que creyó haber visto.
Si la misma jugada se produjese en el Mundial, el tanto no sería cobrado. Pero a Panamá poco le importa: la confusión permitió empatarle a Costa Rica y lijarlo mentalmente, ya que necesitaba un gol más. Y llegó faltando dos minutos. El primero se lo anotaron a Blas Pérez y el segundo lo marcó el capitán, Román Torres. Ambos integran la columna vertebral de una generación panameña que supera tres décadas y muchos intentos: Pérez y Luis Tejada, máximos goleadores, tienen 35 y 36, casi lo mismo que el arquero Jaime Penedo, el defensor Felipe Baloy o el mismo Gavilán Gómez, recordman histórico de presencias en esta selección donde varios llevan más de cien partidos. Si hasta el héroe Román Torres parece un pibe con sus 31.
Panamá será el equipo de Rusia 2018 con mayor promedio de edad y también el de la cotización más baja: 12 millones de dólares, de los cuales cuatro van por el crack Ismael Díaz, lesionado y en duda para la Copa. Apenas moneditas frente a los 369 palos de Alemania, el “más caro”. En la fase inicial, Panamá deberá tortearse con Inglaterra, Bélgica y Túnez. Un panorama que no asusta al entrenador Bolillo Gómez, quien suma tres selecciones clasificadas a un Mundial (su Colombia natal en 1998 y Ecuador en 2002). Sólo dos de los 31 países clasificados a Rusia jamás jugaron un Mundial. El otro es Islandia, primer rival de Argentina.
Panamá celebró con tres días de feriado nacional su agónica victoria ante Costa Rica, un triunfo sobre el límite de lo impensado que no sólo la clasificó al Mundial, sino que al mismo tiempo dejó afuera a Estados Unidos. Después de intensas arremetidas en el fútbol a partir de Brasil 2014, con millones en su liga local (Ibrahimovic es la última adquisición) y embestidas judiciales en el seno de la FIFA (las investigaciones del FBI y tal), el equipo --que es, en definitiva, su representación real-- fue incapaz de defender todo el paratexto dentro de la cancha.
Los yanquis quedaron fuera de Rusia 2018 de manera humillante: perdiendo ante el eliminado y disminuido Trinidad y Tobago y por culpa de un gol de Panamá que jamás existió. A pesar de todo el circo, mostraron un fútbol vergonzoso en una eliminatoria de chiste, donde cuatro de los seis finalistas que llegaron tras superar a ignotas islas del Caribe pasan al Mundial. Pero Estados Unidos acabó penúltimo. Tal vez seguirá haciendo fuerza con sus dólares y sus jueces, pero para hacerlo con sus goles deberá esperar cuatro años más. O gritar los de Panamá, claro.