Entre tanto nombre nuevo, en medio de tantas listas de Spotify o sugerencias de nuestros sitios musicales favoritos, la mención de Hayley Kiyoko podría pasar por una más entre muchas otras leídas o escuchadas. De hecho, es probable que parte de su encanto resida en que pudiendo ser una en el malón prefiera destacarse sin artificios ni más enormes ni menos modestos que una canción pop perfecta.
Kiyoko, norteamericana, es de esas jóvenes performers multitalentosas, al estilo Britney o Selena Gomez, es decir, mujeres que de niñas adecuaron sus caprichos al ritmo de los estudios televisivos y de grabación. Cuando Kiyoko fue descubierta por el canal Nickelodeon ya era precoz intérprete y coreógrafa en obras escolares, y a los dieciséis fue incluida en la olvidada girl band The Stunners, en la que compartió cartel con la hoy ¿reconocida? cantante de r&b Tinashe (quien, a la sazón, hoy edita su demoradísimo tercer LP, Joyride). En 2015 apareció en la malograda versión cinematográfica del dibujo animado Jem, que dejó de lado todo lo que el material original tenía de bueno (hologramas, pelucas flúo y hombreras modelo ‘86, entre otras bajas).
Grabó sus primeras composiciones en el garage de su casa, a la vez que iba ganando la confianza y el espacio para ser honesta con sus gustos personales y artísticos. En el panorama de la industria a la que aspiraba ingresar, la idea de una chica haciendo canciones de amor dedicadas a otras chicas no superaba el influjo del dúo t.A.T.u., y apenas, porque en aquel caso lo que se vendía de una relación entre chicas era la imagen y no el contenido, ni el de las letras ni el de lo que sus integrantes tenían para decir. Fue así que con el EP This side of Paradise Kiyoko sentó sus intenciones: se animó finalmente a hablar de amor entre mujeres en sus letras sin dejar de lado un latido de buena sintonía pop, además de ponerse al hombro la dirección de algunos de los clips, con romances lésbicos retratados como cualquier otro romance, de esos que en los videos abundan. La canción “Girls like girls”, extraída de ese EP, es fragmento bien templado de una Hayley Kiyoko al mando de su música cuando, sin rodeos, el estribillo dice algo así como que “a las pibas les gustan las pibas… igual que a los pibes”.
Pasemos a su disco debut, Expectations, editado hace días y que incluye esa canción a la que aludíamos unos párrafos atrás, una canción pop tan acabada y exacta que resulta familiarmente ineludible incluso después de haber conocido apenas el primero de sus estribillazos. “Curious” juega con aquel preconcepto tan machista como arcaico que postula que una chica gustando de otra está obedeciendo a su curiosidad y no a su deseo. Vendría a ser algo de un momento, un impulso, un permiso. Justamente aquí la curiosidad nada tiene que hacer: el centro del asunto es cómo Kiyoko, enganchada todavía con una ex que ahora sale con un chico, le pregunta si esa nueva relación es algo serio o no. “I’m just curious… Is it serious?”, canta, después del fraseo más memorable del pop reciente. “Curious” es heredera del sonido tropicalizado que Justin Bieber hiciera mundial con “Where have you been?” y, principalmente, con el megahit “Sorry”. Las popstars que más recitales agotan querrán volver el tiempo atrás y sacársela a Hayley Kiyoko de las manos, así es de buena. La portada del álbum es igual de contundente, por si quedaba alguien sin comprender (googlear a voluntad). Una escucha del disco lo confirma: muchas de las mejores canciones pop no necesitan apelar a lugares comunes; y de hacerlo, la inteligencia debe residir en no apelar a la perspectiva queer como valor agregado a aquello que ya ha sido escrito y cantado millares de veces. No nos cae bien Hayley Kiyoko por ser “la popstar lesbiana”; nos cae bien por ser genia cantautora y comandanta de su producción y su carrera. Esto es deseo y es amor, ni menos ni más.