Los juicios de lesa humanidad están inscriptos en el imaginario como escenas dramáticas donde las víctimas, al cruzarse con sus verdugos, vuelven a revivir el horror. Aproximarse a los procesos de verdad y justicia con asombro, gracia y levedad –un trío de palabras que pueden sonar “heréticas” para oídos sensibles– no es una misión imposible. En la performance Cuarto intermedio: guía práctica para juicios de lesa humanidad el escritor Félix Bruzzone, hijo de desaparecidos, la abogada y actriz francesa Mónica Zwaig –quien vive en la Argentina hace varios años y trabaja en estos juicios– y el cineasta Juan Schnitman, a cargo de la dirección, invitan al espectador a mirar los aspectos más delirantes y menos explorados de lo que sucede en las audiencias. La obra, que forma parte de Literatura Expandida, un ciclo del Fondo Nacional de las Artes que se propone reflexionar sobre el desplazamiento de la literatura hacia otros lenguajes y soportes, se estrenará hoy a las 19.30 en la Casa Victoria Ocampo (Rufino de Elizalde 2831). Se presentará también el jueves 19 y el jueves 26, a las 19.30.
“Cuarto Intermedio es el encuentro entre Mónica, que es una abogada y actriz francesa que trabaja en los juicios de lesa humanidad desde hace diez años, y yo, que hasta que la conocí nunca había ido a ningún juicio de nada –dice Bruzzone a PáginaI12–. Y cuenta un poco el juicio ESMA y nuestra relación con ese juicio. Fundamentalmente, la relación de Mónica con ese juicio, donde trabajó durante seis años. También cuenta cómo llegar a un juicio de lesa humanidad, en términos históricos y en términos prácticos: qué subte tomar, cómo sortear ciertos obstáculos en el camino a los tribunales, etcétera. Cuenta qué se puede hacer en un juicio. Convoca al público a que lo ponga en escena. Convoca al público a que se acerque a algún juicio e interpela y pincha desde ahí: desde la evidencia de que es muy poca la gente que quiere asistir a los juicios de lesa humanidad. Cuenta algunas anécdotas, da consejos, imagina un futuro para los juicios y para todo el material que producen los juicios”. Zwaig agrega que es una obra que invita a la reflexión. “Nosotros no tenemos las respuestas. Queremos abrir el juego, nada más –subraya la abogada y actriz–. Quisimos trabajar exclusivamente sobre los materiales de la causa que son públicos. Porque es parte de lo que nosotros interrogamos, el material que es accesible.”
A propósito del título, Zwaig cuenta que en la obra se preguntan para qué sirven los cuartos intermedios. “La literatura y el cine son fundamentales para interrogar y reflexionar sobre la historia de un país –plantea–. No creo que la literatura y el cine tengan que hacer un cuarto intermedio; todo lo contrario, los escritores y cineastas, y la gente en general, podrían salir del cuarto intermedio en el que están para apropiarse de los materiales que existen sobre los juicios y crear algo con eso. Se hizo un montón de películas de ficción, documentales, novelas sobre el juicio de Nuremberg por ejemplo, pero en LA Argentina todavía no tanto. No hay nada más teatral que un juicio. Entre lo que cuentan los testigos y lo que sucede en la audiencia, podemos inventar una película por semana en estos juicios”.
¿Cómo fue la experiencia de presenciar el juicio ESMA? “Fue difícil –reconoce Bruzzone–. No sólo porque todo el tiempo están los hechos aberrantes volviendo, encarnados, sino porque hay que estar muy metido en eso para entender bien lo que pasa. El aporte de Mónica fue fundamental porque ella, además de conocer muy bien ese mundo, es especialista en mostrarlo con asombro, gracia y levedad, todas cosas muy importantes para producir una contundencia absoluta.” ¿Qué sucede cuando las víctimas se vuelven a cruzar cara a cara con sus verdugos? “No podemos generalizar –advierte Zwaig–. Hay juicios por todo el país, nosotros no abarcamos todo eso, ni sabemos todo. Tampoco queremos hablar en nombre de las víctimas. Estaría bueno que se les pregunte a ellas. En la obra intentamos abordar el tema de los cruces entre acusados y víctimas en varios momentos, pero a partir de anécdotas que presenciamos o que nos contaron. Es importante mencionar que los acusados no van necesariamente a todas las audiencias. En el juicio ESMA, contamos con la presencia permanente del acusado (Ricardo) Cavallo, que venía con una computadora a tomar nota y parecía un abogado más, pero no sucede con todos los acusados.”
En la conferencia performática Campo de Mayo, Bruzzone, autor del libro de cuentos 76 y las novelas Los topos, Barrefondo y Las chanchas, implementó la “negación productiva”, que consistía en intentar averiguar otra cosa que no sea lo que pasó. “Campo de Mayo salía de algo muy íntimo, que era tratar de explicar mi relación con el lugar donde desapareció mi mamá. Y es difícil eso. Acá no. Acá sacamos a los juicios de su lugar habitual, armamos una imagen de ellos, todo de forma muy consciente, para tirarlos por ahí, entre la gente que se acerque, como una bomba casera”, explica el escritor. La obra busca exponer las zonas delirantes, incomprensibles y absurdas con las que la mecánica judicial se imprime sobre los hechos más oscuros de la historia reciente. Bruzzone señala “el aspecto maquínico de un juicio, la supuesta neutralidad sobre hechos donde el doble filo de cualquier situación es visto en forma plana, cuando en realidad el filo es triple, cuádruple, infinito, y se multiplica y deforma con cada año que pasa. Una mecánica donde un desaparecido en el expediente es un ‘caso’ y, en la vida real, es su madre que, hasta el día de hoy, se va de vacaciones y deja la puerta sin llave por si su hijo vuelve cuando ella no está”.