El abogado Alejandro Vandenbroele, un extraño testigo-imputado, se presentó ayer en el juicio por el caso Ciccone y repitió buena parte de las cosas que dijo cuando declaró inicialmente como arrepentido, en otro expediente. Respecto de la calcográfica, Vandenbroele no da una versión tan diferente a la que siempre dio el ex vicepresidente Amado Boudou: que Ciccone fue sacada de la quiebra mediante un plan de pagos de la AFIP y que quienes estuvieron detrás de la operación fueron dos banqueros, Jorge Brito, del Macro, y Raúl Moneta. Ambos pusieron el dinero con el que la sociedad The Old Fund rescató la imprenta. Es decir que queda claro que, contrariamente a lo que dice la acusación, Boudou no fue dueño de Ciccone sino que –según Vandenbroele– el dueño fue Brito, con ayuda financiera de Moneta. Nuevamente el arrepentido reconoció que quien le pagaba el suelo fue Brito y contó que el manejo de la imprenta estaba a cargo de hombres del Banco Macro. Con estos elementos, debería caerse la acusación por cohecho, porque consistía en que Boudou se quedó con el 70 por ciento de las acciones de Ciccone como coima por el salvataje de la empresa. Si la calcográfica era del Macro, obviamente no era de Boudou. Quedaría sí vigente la acusación por negociaciones incompatibles con la función pública, aunque en ese terreno Vandenbroele reconoció que nunca habló con Boudou, sino que siempre lo hizo con el amigo del vicepresidente, José María Nuñez Carmona, quien dijo hablar en nombre de Boudou.
La presencia de Vandenbroele fue sorpresiva, aunque la defensa de Boudou, a cargo de Eduardo Durañona, venía insistiendo con que debía ser convocado justamente para hablar de la propiedad de Ciccone. Sin aviso previo, el arrepentido estrella llegó al juicio y ello motivó que los jueces ordenaran la salida de la sala de los demás imputados, entre ellos Boudou y Nuñez Carmona. En realidad, Vandenbroele también está acusado dado que fue el principal ejecutor de todo lo que ocurrió con la imprenta ya que era el titular de The Old Fund, la sociedad que se quedó con Ciccone. Lo asombroso es que el tribunal –Pablo Bertuzzi, hombre clave alineado con la Casa Rosada, Néstor Costabel y Gabriela López Iñiguez– trató a Vandenbroele como un “colaborador”, cuando en verdad es un imputado.
Durante la audiencia de ayer, el abogado ratificó que el dueño de The Old Fund y de Ciccone fue el Banco Macro. Insistió en que Jorge Brito padre le pagaba un sueldo, según él para mantenerse en silencio. Pero al mismo tiempo describió que la conducción de la imprenta estaba en manos de ejecutivos del Macro, principalmente Máximo Lanusse que ejerció como CEO de la calcográfica. Durante la audiencia de ayer, Vandenbroele argumentó que Jorge Brito padre era amigo de Nuñez Carmona y Jorge Brito hijo amigo de Boudou, es decir que se impulsó la acusación por el delito de negociaciones incompatibles con la función pública ya que Boudou –según Vandenbroele– jugó a favor de que la imprenta quede en manos de supuestos amigos. En ese punto siempre fue categórico respecto de que la propiedad y el manejo de la imprenta fue de los hombres del Macro. En cuanto a Moneta, Vandenbroele dijo que cuando se iban a firmar los contratos, junto con Brito apareció Moneta, como un financista de la operación.
Como hizo cuando declaró ante el fiscal Jorge Di Lello, ayer también Vandenbroele remarcó que nunca habló con Boudou. Vio al ex vicepresidente dos veces, en ambos casos en el marco de encuentros en los que había numerosas personas y en las que no hubo conversación mano a mano. Con eso le dio la razón a Boudou que siempre dijo que no conocía a Vandenbroele. El abogado sostuvo que en todos los casos los diálogos fueron con Nuñez Carmona que, según él, le insistía en que hablaba en nombre de Boudou.
Tampoco Vandenbroele tuvo nunca un diálogo con Ricardo Echegaray, titular de la AFIP. El ex titular de The Old Fund contó que Nuñez Carmona le transmitió que la cuestión de Ciccone le importaba mucho al gobierno kirchnerista y que por eso mereció un trato especial de la AFIP. La realidad es que se trataba de la única imprenta privada de América Latina que fabricaba billetes y otras impresiones de seguridad y que, decretada la quiebra por deudas con la AFIP, fue entregada a la empresa Boldt, titular de buena parte de los casinos bonaerenses. Echegaray sostiene en su defensa que el plan de pagos que se esbozó para Ciccone finalmente no se otorgó y que la política de salvar a la calcográfica de la quiebra era la correcta.
Vandenbroele también habló de la operación de reestructuración de la deuda de Formosa con el Estado Nacional. Se trata de otro expediente, razón por la cual los abogados de los imputados se opusieron a tocar el tema. Sin embargo, los jueces le dieron vía libre al arrepentido para que se explayara, argumentando que los siete millones pagados como supuesta coima por esa operación se usaron luego para Ciccone. Vandenbroele contó que cuando él se ocupó del tema la reestructuración la negociación estaba casi terminada, por lo que se armó una supuesta consultora para cobrar una comisión ficticia, pagada por el gobierno de Formosa. Vandenbroele sostuvo que la mitad del dinero se la dió a Martín Cortéz, un allegado al gobernador formoseño, Gildo Insfran, y que la otra mitad se la entregó a Nuñez Carmona, aunque a los pocos días se usó ese dinero para gastos de The Old Fund. Eso significaría –de ser cierta la versión de Vandenbroele– que ese dinero no tuvo que ver con Ciccone.
El arrepentido habló de la situación conflictiva con su esposa, insistió en que nunca la amenazó ni hubo episodios de violencia, y relató también que vivió unos meses en un departamento de Boudou, en Puerto Madero, porque se lo prestó Nuñez Carmona. Al final, Vandenbroele redondeó lamentándose de que el caso Ciccone “le arruinó la vida”. Más allá de ese sentimiento, los que quedaron en el centro de la escena son los Brito, ya que volvieron a surgir como los dueños de Ciccone.