Miles de manifestantes a favor de la legalización del aborto inundaron de verde los alrededores del anexo de la Cámara de Diputados para apoyar el debate que comenzaba dentro del edificio. Durante toda la jornada hubo actividades, talleres y radios abiertas para visibilizar el reclamo. Al terminar la tarde, un pañuelazo de la Campaña Nacional por el Derecho al aborto (CNDA) fue el momento culminante de una jornada histórica. Unas horas antes, muy cerca de allí, un reducido grupo se manifestó en contra del proyecto con un banderazo de los sectores autodenominados provida.
“Acá queda claro que si los legisladores están debatiendo la despenalización del aborto es porque las feministas logramos traspasar las paredes del Congreso a fuerza de instalar el tema en la sociedad, en los medios y en el sentido común”, sostuvo Karina, una joven activista estudiantil, a las seis de la tarde, mientras la salida de subte de la estación Congreso no dejaba de expulsar mujeres, madres, trabajadoras, jubiladas, jóvenes, adolescentes y familias con pañuelos verdes que no cabían en la apiñada cuadra sobre la avenida Rivadavia, a minutos del cierre del pañuelazo.
Si bien la actividad fue incesante durante todo el día, alrededor de las tres de la tarde las diversas organizaciones comenzaron a concentrar frente al anexo. A lo largo de Rivadavia, entre Callao y Riobamba, las banderas de las organizaciones, con distintos logos y colores, convergieron en un mismo reclamo, aborto legal, expresado con distintas consignas: “Aborto legal, ahora es cuando”, “Ni Una Menos”, “Separación de la iglesia y el Estado”, a lo que se sumaban los cientos de carteles y pancartas manuscritas, y las ya clásica inscripciones corporales.
Detrás de un camión con acoplado que ofició de escenario, asomaba la bandera verde de la Campaña, que convocó al pañuelazo bajo la consigna
“Ni una muerta, ni una presa más por aborto clandestino”. Enfrente, sobre el edificio del Congreso, las banderas de Mujeres de la Matria Latinoamericana (MuMalá), de la agrupación Pan y Rosas, de Juntas y a la izquierda, de Isadora-Mujeres en lucha, se mezclaban con carteles de Ctera, Suteba y CTA, de estudiantes del Instituto Fernando Fader y cientos de consignas ambulantes escritas en los cuerpos y las caras de las jóvenes: “mi útero, mi decisión”, “aborto ya!”, “Las ricas abortan, las pobres se mueren”, entre muchas otras, y todo acompañado por tambores, percusiones y megáfonos que propalaban cantitos de un lado al otro de la concentración.
A esa misma hora, a la vuelta de la esquina, sobre la calle Riobamba y separados por un cordón policial, el grupo de los antidespenalización, con banderines rojos con la consigna “salvemos las dos vidas”, eran motivados por un musicalizador contratado. Al ritmo de “La sonrisa de mamá”, el clásico (?) de Palito Ortega, la pequeña multitud coreaba: “Esa flor que está naciendo/ Ese sol que brilla más/ todo eso se parece/a la sonrisa de mamá”.
Después, el ritmo del corazón de un bebé comenzó a sonar, y al sonido acompasado se unieron las palmas y la consigna gritada una y otra vez desde un megáfono: “es la voz del niño por nacer, la voz que no se escucha”. Y detrás, el cantito: “Te digo que aunque quieran matarte/te voy a defender/ diputados, senadores te pedimos por favor/ que legisles por la vida de los dos/ abortistas la mentira defendés/ te cagaste en la vida de la madre y el bebé”.
Detrás de una bandera con un bebé dibujado y con la consigna “soy Argentina, déjenme nacer”, se congregaron alumnos de colegios confesionales, fieles católicos y evangelistas, nacionalistas, y convencidos sin otra adscripción.
Dominica Beltrami, del Frente Joven, explicó que “desde la plataforma provida defendemos al niño por nacer desde su concepción y a la mujer. Y queremos mostrar que hay una parte importante de la sociedad que defiende al niño y a la madre. La mujer tiene derecho decir, pero el aborto no es decidir sobre su propio cuerpo sino el de otro”, remarcó la joven antes de volver a cantar. A última hora, algunos diputados como Alfredo Olmedo y Walberto Allende pasaron a saludar a los congregados, que los recibieron con aplausos y más cantitos alusivos.
A metros, sin llegar nunca a cruzarse, las activistas verdes respondieron con carteles algunas de las consignas: “No sos Provida. No te importa la vida del gestante. No te importa su muerte. Estas a favor de la clandestinidad para dejar tu conciencia moralista tranquila”; o “encubrir el aborto es privilegio de clase”. También llegaron los cantitos: “A la iglesia católica, apostólica y romana, que se quiere meter en nuestra cama, les decimos que se nos da la gana, de ser puta, travesti o lesbiana, Aborto legal, en el hospital”.
“Aparte de ser un problema de salud pública porque se mueren mujeres que acceden a abortos clandestinos, el Estado no dándole la opción de decir sobre su cuerpo esta regimentando su decisión de reproducción, su libertad de cuándo ser madre o no”, dijo Mercedes, una joven veinteañera que se acercó al escenario de la Campaña.
Pasadas las 18, el pañuelazo comenzó a armarse, primero con las tumbadoras y tambores del grupo Taller Batuka que hicieron arder el ambiente. Después, la lectura del poema de Valeria Flores estrechó filas y espejó: “Yo aborté y soy la empleada doméstica del 5º “A”/ Yo aborté y soy la funcionaria del Ministerio de Salud/ Yo aborté y soy la maestra que enseña a tus hijas...” para que finalmente los pañuelos verdes tomaran el aire alzados en cientos de manos.