“Sin cine independiente no hay Bafici” fue una de las consignas de la masiva movilización que comenzó cerca de las 19 en las puertas del Gaumont, en simultáneo con la ceremonia inaugural del festival de cine. Estudiantes, técnicos y directores tomaron el micrófono para denunciar la “alarmante” situación que atraviesa el sector. La crisis abarca muchas aristas. En síntesis, alertaron sobre las medidas que está implementando el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) y que reorientan el fomento hacia las grandes productoras, restringiendo la producción independiente.
En la sala de Rivadavia al 1600 se proyectaba la comedia argentina Las Vegas, con la presencia de su director, Juan Villegas, y de funcionarios varios. El Gaumont estaba vallado y custodiado por hombres de prevención de una empresa privada. Enfrente había dos móviles policiales. La Avenida Rivadavia quedó parcialmente limitada al tránsito. En las puertas del cine, representantes de numerosas asociaciones –como Documentalistas Argentinos, el Colectivo de Cineastas, Directores Independientes de Cine, la Coordinadora de Estudiantes en Lucha y ATE Incaa– iban tomando la palabra. De la valla colgaba una bandera con la leyenda “En defensa del cine argentino” y cientos de personas poblaban la calle. Eran protagonistas los estudiantes, y se veían muchos pañuelos verdes. La postal era una figura repetida de la inauguración del Bafici del año pasado, acompañada, también, por una importante manifestación de la Asamblea Permanente en Defensa del Cine Argentino.
“Venimos de un año de movilizaciones, y las medidas que está tomando el Incaa siguen en un mismo camino: recortar la producción”, resumió a PáginaI12 la directora Andrea Testa, del Colectivo de Cineastas. Distintas voces fueron advirtiendo que la conducción del instituto prepara modificaciones al Plan de Fomento, que apuntan a reducir las vías de fomento y subsidio, restringiendo a concursos a la producción independiente. Este “ajuste” se complementa con “la discrecionalidad en el nombramiento de los comités y el sinfín de trabas administrativas”, según se podía leer en un volante que repartía el Colectivo. También se le teme al incremento de requisitos para presentar proyectos con la modalidad de ventanilla continua –algo que ya está vigente y podría empeorar– y a la bancarización de los créditos, y a los tiempos y tasas que podría imponer. “Estábamos produciendo entre 160 y 200 películas anuales; vamos a producir entre 60 y 80”, estimó Testa.
Tal como se anunció en diciembre de 2017, el Incaa no está otorgando créditos; por ende están detenidos los proyectos que precisan uno para iniciar su curso. Alejandra Guzzo, de DOCA, cuestionó el régimen especial de anticipo de subsidios que dispuso el Incaa, porque “si bien se están filmando algunas películas”, esto está sucediendo con “el 85 por ciento del presupuesto” que les correspondía. Ella y otros oradores pidieron participación en la discusión en torno al Plan de Fomento. Según denunciaron, la presidencia del Incaa debate “a puertas cerradas” únicamente con cámaras de grandes productores.
La parálisis en el trabajo de los comités de evaluación fue otro de los tópicos, como el presupuesto 2018. Y “la persecución” a los trabajadores del organismo, quienes contaron que padecieron dos instancias de despidos –en junio y diciembre– y que la gestión viene “desarticulando áreas, quitando funciones, moviendo trabajadores” de sus puestos.