San Lorenzo derrotó anoche a Atlético Mineiro por 1-0, en el partido de ida por la primera fase de la Copa Sudamericana disputado en el Nuevo Gasómetro. La revancha se jugará el 8 de mayo en Belo Horizonte.
Una parada brava tuvo San Lorenzo anoche, ya que el debut internacional en este 2018 le llegó después de ser goleado (5-0) por Godoy Cruz, desperdiciando una impensada chance de acercarse a cinco puntos del líder Boca y de afirmarse en su pretensión de ser uno de los clasificados a la Copa Libertadores de 2019. Para buscar la revancha de aquella estrepitosa derrota, Claudio Biaggio metió ocho cambios en la formación titular, incluyendo una última línea inédita ciento por ciento.
Y si bien no brillaron, los once elegidos por el Pampa jugaron una primera etapa aceptable. A favor de un gran despliegue físico, el Ciclón asfixió al conjunto brasileño y capturó la mayoría de las pelotas divididas. El problema lo tenía para generar situaciones que comprometieran la tranquilidad del experimentado Víctor, porque dependía de lo que generara Botta y de que Blandi capturara algún pelotazo o cabeceara un centro. Y como no podía ser de otro modo, el remedio a la anemia ofensiva del local estuvo en la zurda de Botta. Cerca de los 40 minutos, el ex Tigre eludió a un par de rivales corriendo de derecha a izquierda, abrió el balón para Castro, quien enganchó y le pegó de derecha. La pelota se desvió en Blandi y descolocó al arquero, aunque Víctor reaccionó y la atajó dando un rebote que capturó Gudiño, adelantado, para marcar el 1-0 con que se fueron al descanso.
El leve predominio que San Lorenzo había mostrado en los primeros cuarenta y cinco minutos se transformó en dominio pleno en el complemento. Tuvo el segundo tanto Blandi después de que Castro bajara de zurda un centro al segundo palo de Botta. Otra buena chance la fabricó Gudiño, quien conformó una fructífera dupla con el chileno Díaz por la banda derecha. Así el local sacaba provecho del adelantamiento del Mineiro, que generaba poco, más allá del buen manejo de Cazares y Luan y el desequilibrio que provocaba Otero en la izquierda. Y todo lo hacía a un ritmo lento, con movimientos previsibles, que facilitaban la tarea defensiva del Ciclón.
Las variantes que introdujo Biaggio para disputar los últimos veinte minutos resintieron el rendimiento de su equipo, que se abroqueló en su campo y apostó al contragolpe, armas con las que pudo sostener un resultado que parece exiguo de cara a la revancha del mes próximo en Brasil, aunque acrecienta su valor porque no recibió goles de local.