Natalia Rozenblum publicó su primera novela en 2016 pero lleva toda su vida adulta dedicándose a la literatura. Desde hace una década da clases de escritura creativa y hace dos años abrió La vecina, una librería que funciona en su casa y rescata como pocas el diálogo con lxs clientxs y el arte de la recomendación. Esta semana, una nueva derivación de su amor por las letras se lanzó al mundo: Cuaderno de escritura es un bellísimo libro-objeto que creó para inspirar a otrxs a jugar con las palabras y a inventar sus primeros textos. “Al principio es un cuaderno y, cuando lo terminás, te das cuenta de que en realidad compraste un libro único”, dice ella sobre su proyecto, suerte de recetario de escritura para quienes quieren dar sus primeros pasos en el oficio de contar o para quienes ya tienen contacto fluido con la creación de textos pero quieren conectarse de una forma más lúdica con su producción. En preventa promocional hasta el 3 de mayo (a través de la Web abrecultura.com/cuadernodeescritura), Cuaderno de escritura recopila muchas de las consignas que Natalia dio en sus talleres a lo largo de estos diez años como docente. Además, suma citas de sus autores favoritos acerca del oficio (“hay una de Clarice Lispector que me encanta sobre puntuación, otra de Stephen King sobre el uso del lenguaje, una de Hebe Uhart sobre los inicios de un texto y muchas otras”, enumera) y un diccionario con algunos conceptos clave (personajxs, narradorxs, ritmo) que debería aprender quien pretenda lanzarse a las aventuras propuestas por la autora, que concibe la literatura como un juego y le quita todo atisbo de solemnidad. “Aunque en mis textos muchas veces narro situaciones oscuras, nunca dejo de pensar que escribir es un proceso muy lúdico: me divierto mientras pruebo tonos o intento pasar algo de prosa a verso. La idea de este libro es que todos esos recursos literarios estén ahí como juguetes en una juguetería”. 

En todos estos años de tallerista, Natalia pensó más de una vez en la idea de reunir los ejercicios de sus clases de alguna manera. Como pasa con las cosas que finalmente pasan, un día entendió qué formato quería darle a eso, quién podía ayudarla a concretarlo y puso manos a la obra: se reunió con el equipo de El gato y la caja, un colectivo de creadorxs que en sus proyectos, de formatos siempre diversos, cruzan diseño y ciencia. “Cuando le conté a Juan (Manuel Garrido) lo que tenía en mente, me dijo ‘me encanta, pero no sé si tenés que hacerlo con nosotros’. Y le quemé la gorra hasta que aceptó”, se ríe Natalia. “Como siempre trabajo sola, tenía muchas ganas de tener un proyecto que me permitiera el intercambio”. 

A pesar de que en Europa y Estados Unidos las propuestas como esta son furor, Natalia no se había cruzado con un libro similar al suyo hasta que alguien le advirtió del parecido con eso que en otro lado del mundo estaba siendo un boom. Entonces empezó a investigar: googléo, se leyó las 642 consignas de uno de los manuales más famoso del género para asegurarse que ninguna de las suyas fuera igual y finalmente llegó a la conclusión de que, aunque se toca en algunos puntos con otros libros, el suyo también tiene marcadas diferencias: “En Cuaderno de escritura, los ejercicios no apuntan tanto a la expresión personal, al diario íntimo, sino que funcionan como una especie de caja de herramientas para escribir ficción. Herramientas que vas adquiriendo a través de consignas literarias, en el sentido de que juegan con los géneros y los formatos de la literatura”, explica. ¿Y si el Cuaderno es usado en otros talleres de escritura? “¡Está buenísimo! Este también puede ser uno de esos libros que te comprás porque es lindo y queda en la biblioteca sin usar. A mí me encantaría que la gente escriba, que piense y le dé vueltas a un ejercicio para resolverlo. Sea donde sea y cuanto más, mejor”.