Después de varios días de amenazas no muy veladas por parte del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el mandatario suavizó ayer su discurso sobre una posible acción militar contra Siria. La Casa Blanca está evaluando un potencial ataque al país árabe en respuesta al presunto ataque con armas químicas en Duma el sábado pasado, pero aún no se sabe cuándo ocurrirá.
El primero en dar un paso atrás fue el propio Trump, quien a primera hora del día utilizó su cuenta personal de Twitter para matizar sus palabras con las que, este mismo miércoles, insinuaba que un ataque sobre Siria era inminente. “Nunca he dicho cuándo se producirá el ataque a Siria. Podría ser muy pronto o no tan pronto en absoluto”, afirmó el magnate en su canal de comunicación habitual. No obstante, horas más tarde el presidente puntualizó, durante un encuentro sobre comercio y agricultura que tuvo lugar en la Casa Blanca, que se tomarán decisiones bastante pronto acerca de Siria. “Veremos qué pasa. Estamos analizando la situación de manera muy seria. Es muy complicado que el mundo nos ponga en una situación como esa”, agregó sin ofrecer más detalles.
En similar sentido se expresó ayer por la mañana el secretario del Departamento de Defensa, James Mattis, quien durante una audiencia del comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes dijo que las represalias por el supuesto ataque con armas químicas debían ser equilibradas contra la amenaza de una guerra mayor. “Estamos tratando de parar el asesinato de gente inocente, pero en un nivel estratégico. Así es como evitamos que esto escale a algo fuera de control”, dijo Mattis.
El jefe del Pentágono reconoció además que, aunque cree que el ataque con armas químicas efectivamente se produjo, aún se están buscando las pruebas que permitan tomar una decisión. Mattis opinó que estas pruebas sólo se podrán obtener si el gobierno del presidente sirio Bashar al Asad autoriza una investigación por parte de los inspectores de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ), que podría producirse en el plazo de una semana.
En todo caso, el secretario de Defensa insistió en que esta investigación sólo se podrá realizar si cuenta con el beneplácito de las autoridades sirias y difícilmente podrá determinar la autoría del posible ataque.
Al respecto, fuentes del Ministerio de Exteriores sirio aseguraron ayer que se le han ofrecido todas las facilidades a la OPAQ para que lleve a cabo dicha investigación.
Mattis informó a los congresistas que a lo largo del día Trump, quien, según dijo, todavía no había tomado una decisión definitiva sobre el asunto, se reunirá con el Consejo de Seguridad para evaluar la situación y las posibles opciones. Estas afirmaciones contrastan con el tono beligerante adoptado por el mandatario desde el pasado domingo, apenas un día después de que decenas de personas fallecieran en Duma con síntomas relacionados con una exposición a químicos altamente tóxicos, según informó la Organización Mundial de la Salud.
A lo largo de la semana, el discurso de Trump, elaborado en gran medida mediante la concatenación de sus ya habituales tuits, fue creciendo en intensidad. El domingo Trump calificó de atroz el ataque y acusó a Irán y a Rusia de connivencia con el “animal (Bashar al) Asad”. El lunes declaró que se tomaría entre 24 y 48 horas para sopesar las posibles represalias y, finalmente, el miércoles avisó al Kremlin de que golpearía a Siria con sus misiles a los que llamó lindos y nuevos e inteligentes.
Tal ha sido la celeridad con la que se han sucedido las amenazas del comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas estadounidenses que en algunos momentos parecieron pillar a trasmano al propio Gobierno.
El miércoles mismo, después de que Trump retara al Kremlin con el lanzamiento de sus misiles, Mattis aseguró que el Pentágono estaba preparado para, según dijo, proporcionarle al presidente la respuesta militar que determine, pero reconoció que aún se estaban recabando informes de inteligencia sobre los detalles del ataque. Incluso la Casa Blanca tuvo que salir al paso para negar que el presidente se hubiera marcado lo que llamó una ventana de tiempo para ordenar un ataque contra el gobierno del presidente Al Asad y aseguró que pese a que ya se habían cumplido las 48 horas de plazo establecidas por Trump aún se contemplaban todas las opciones.
Por su parte, el embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia, avisó ayer de que hay riesgo de una guerra entre su país y Estados Unidos si Washington decide lanzar un ataque contra Siria. “No podemos excluir ninguna posibilidad, lamentablemente, porque hemos visto mensajes saliendo de Washington que son muy belicosos”, dijo Nebenzia a los periodistas en la sede de Naciones Unidas.