Radiohead suda vanguardia hasta en los pequeños detalles. Al igual que sucedió en 2009, cuando invitó a Kraftwerk a abrir los shows de su primera gira sudamericana, la banda inglesa convocó para su vuelta a la región al artista de hip hop más rupturista del siglo XXI. Aunque el género le queda corto, especialmente en una época en la que la doble hache --como demostraron hace poco Anderson. Paak, Mac Miller y Whiz Khalifa en el Lollapalooza local-- empujó su reinvención hacia los límites de la transgresión. Es que Flying Lotus, álter ego del productor, DJ y rapero estadounidense Steven Ellison, acuñó una propuesta extraordinaria que surfea en el inmenso océano de la música electrónica del palo más experimental. Lo dejó en evidencia desde el vamos, cuando, en 2006, en pleno desembarco del dubstep, sorprendió con su álbum debut 1983, que produjo en las noches en casa de sus abuelas (una de ellas Marilyn Mcleod, vocalista y compositora de Motown) al tiempo que era pasante del sello Stones Throw Records, vitrina hiphopera por excelencia.
A pesar de que su ADN jazzístico (John y Alice Coltrane son sus tíos abuelos) esbozó su imaginería sonora, 1983 muestra la influencia de la electrónica alienígena parida en la cultura de las videoconsolas, lo que lo convierte en un disco muy raro para el hip hop y demasiado experimental para el jazz. Titulado así por su año de nacimiento, 1983 salió por la etiqueta indie Plug Research.
Dos años más tarde, Flying Lotus, quien empezó su carrera musical como hacedor de canciones para el segmento Adult Swim de Cartoon Network, elevó la vara con otro trabajo reivindicativo: Los Angeles, que rinde tributo no sólo a su ciudad natal, sino también a la era de oro del hip hop de la Costa Oeste. En especial a J Dilla, cuyo legado mecha con bass music, techno, soul y el arpa de su tía. Ese disco vino precedido por el EP Reset, su introducción a Warp, sello de culto que exaltó el IDM, punto de encuentro del techno de Detroit, el ambient, el breakbeat y el hip hop. Y eso le vino muy bien porque contextualizó su propuesta en una cosmogonía sonora en la que orbitan figuras de la talla de Aphex Twin, Boards of Canada o Squarepusher.
En medio de un periodo de hiperactividad, en el que despunta la creación de su disquera Brainfeeder, Ellison lanzó en 2010 su obra maestra, Cosmogramma, una “ópera espacial” afrofuturista que aúna el siglo XX con el actual, influida por las drogas psicoactivas y la experiencia extracorporal. Flying Lotus llegó a esta reflexión a partir del fallecimiento de su madre, lo que refleja en el disco a través de ambientes fantasmales, la reproducción del bip de la máquina que la mantenía viva o el debate entre la vida y la muerte representado por el sampleo de un juego de ping pong.
Si bien es un disco electrónico, el artista apela por una expresión orgánica al invocar a una banda excepcional que tiene a Thundercat (otrora bajista de Kendrick Lamar que actuará en Buenos Aires el 11 de mayo), Miguel Atwood-Ferguson y su primo Ravi Coltrane, y que incluye las apariciones vocales de Laura Darlington (sempiterna colaboradora) y Thom Yorke, cuya relación se remonta a cuando éste le encargó el remix de Reckoner, incluido en el álbum In Rainbows, de Radiohead.
Tras consolidarse como uno de los referentes de la electrónica actual, Ellison volvió a poner su foco en el hip hop, produciendo a la nueva camada de raperos y creando un alias para su incursión en el género: Captain Murphy. Todo esto sucedía mientras preparaba su siguiente álbum, Until the Quiet Comes (2012) y se abocaba a colaborar con realizadores audiovisuales. Lo que lo llevó en 2016 a crear una subdivisión de películas de Brainfeeder, a estrenar el cortometraje Royal en el festival de Sundance, a dirigir su primer largo, Kuso (2017), y a encargarse de la banda de sonido de Blade Runner 2022.
Sin embargo, antes de explotar a su veta cinematográfica, Flying Lotus lanzó es el que hasta ahora su último disco: You’re Dead! (2014), en el que participan Herbie Hancock, Thundercat, Snoop Dogg y Kendrick Lamar, quien le devolvió el favor invitándolo a ser parte de To Pimp a Butterfly. Si bien estuvo por debutar en Buenos Aires en varias ocasiones, entre ellas en el Sónar local de 2016, el californiano finalmente viene (de paso con un show en 3D) para demostrar cuál es el negro que la tiene más grande en esta época.
* Sábado 14 a las 19 en Soundhearts Festival, Tecnópolis (Av. Gral. Paz y Av. Constituyentes).