Se fueron de Río cargados de oro y elogios. Unas semanas antes se habían instalado en la Villa Olímpica con el mínimo ruido mediático, pero con sus corazones latiendo a mil porque sus cabezas les daban razones para creer que el sueño de una medalla en los Juegos Olímpicos era una posibilidad cierta. Los Leones querían cerrar el ciclo olímpico con una conquista que mostrara que lo trabajado desde la asunción de Carlos “Chapa” Retegui en la dirección técnica –en 2014, cuando la selección argentina de hockey sobre césped masculino se quedó con el tercer puesto en el Mundial de La Haya– era la una buena base para integrarse a la elite de ese deporte. Ese camino incluyó algunos hitos que, vistos a la distancia, hacían presagiar un desenlace de gloria como el que finalmente sucedió.
El 2015 encontró a Los Leones jugando en gran nivel las semifinales de la Liga Mundial. En este torneo disputado a comienzos del año pasado en el Cenard, el equipo nacional sumó seis victorias en siete partidos, cayendo únicamente en la final ante Alemania por 4-1. Fue en ese certamen el que les dio el pasaporte para estar en Brasil. El rendimiento siguió en ascenso, tanto que Argentina fue a los Juegos Panamericanos de Toronto y con la medalla de oro ratificó su histórico liderazgo en el hockey de Sudamérica.
Con esos antecedentes, conseguidos con un plantel en el que convivieron algunos exponentes de la camada que en Hobart 2001 se consagraran subcampeones mundiales juveniles (Matías Paredes, Juan Gilardi, Lucas Rey) con los que superaron ese logro alzándose con el campeonato mundial juvenil de Rotterdam 2005 (Juan López, Lucas Vila, Lucas Rey, Juan Saladino, Ibarra, Facundo Callioni y Matías Rey, entre otros) más otros históricos de procesos conducidos por Sergio “Cachito” Vigil y Pablo Lombi, entre otros entrenadores, Los Leones construyeron su performance olímpica en Río yendo de menor a mayor. En el Grupo B debutaron con un valioso empate 3-3 frente a Holanda, a priori uno de los fuertes aspirantes al podio. Después vino el triunfo 3-1 ante Canadá. Las ilusiones perdieron sustento en el tercer encuentro, que fue derrota 1-2 ante la India. La recuperación en el cuarto partido era imprescindible para aspirar a meterse en los cuartos de final. La victoria fue posible, el partido con la poderosa Alemania finalizó 4-4. Había un último escollo y también una doble oportunidad para quedar entre los ocho mejores e ir por el sueño dorado. Y Los Leones lo superaron: vencieron 3-2 a Irlanda, disputando un encuentro en el que fueron constantemente al ataque sin especular con el empate que también los clasificaba, y festejaron el pase a cuartos.
Un paso más y Argentina estaría en zona de medallas. Pero la misma aspiración tenía España. Sin embargo, la selección de Retegui no sólo había superado la fase de grupos, sino que su rendimiento había crecido y, según su entrenador, todavía tenía mucho más para dar. Y eso sucedió ante España, a la que Los Leones derrotaron 2-1, con un tanto agónico de Gilardi, a un minuto y medio de que los árbitros pitaran el final. Ya estaban en zona de medallas, ya era la mejor actuación del hockey masculino en los Juegos Olímpicos, al que llegaron con un 10º lugar en los Juegos de Londres 2012 y la no clasificación a Beijing 2008 como antecedentes más frescos. Además en la semifinal el rival era ni más ni menos que la siempre temible Alemania, bicampeona olímpica. Sin embargo, Argentina ofreció su mejor versión y jugó tal vez su partido de mayor brillo. Con eso le asestó un duro golpe a los teutones y aumentó la sorpresa entre los especialistas. Los Leones le ganaron 5-2 a Alemania, con una actuación inolvidable de Gonzalo Peillat, quien aprovechó cada oportunidad con una singular eficacia y fue autor de un inolvidable hat trick, y ocuparon el lugar que tal vez ellos solos creían que podían ocupar. Eran finalistas.
En el día previo a la final, con todo el periodismo encima, Retegui dejó claro que la medalla de plata no los conformaba. “No entreguemos el torneo”, dijo el Chapa, avisando que el plantel capitaneado por Pedro Ibarra quería llevarse el oro. El mano a mano era con Bélgica, vencedor de Holanda en la otra semifinal dirimida entre los equipos de los Países Bajos. Y fue una final apasionante, que Los Leones ganaron 4-2, con un último gol señalado con los europeos jugando sin su arquero, suplantado por un jugador de campo para intentar la heroica en busca de una igualdad que Argentina no permitió. La medalla de oro que tanto se les negó a Las Leonas desde Sydney 2000 se colgaba de los cuellos de Los Leones en Río 2016, en un logro sin parangón en la historia olímpica del hockey argentino. Sobrevinieron los festejos, las emociones, la bandera ascendiendo a lo más alto mientras se escuchaba el Himno. Así como sonaban estruendosos los festejos, el silencio de la cátedra reconocía la legitimidad del triunfo argentino, fruto de un proceso construido con una coherencia tal que invitó a recordar aquel que llevó a la Generación Dorada a obtener el oro olímpico en básquet en Atenas 2004.