Tres medallas de oro y una de plata consagraron la actuación argentina en Río 2016 como la más destacada desde Londres 1948. Una de las preseas doradas llegó desde el agua gracias a Santiago Lange y Cecilia Carranza Saroli, quienes se impusieron en la clase Nacra 17 mixta, una categoría nueva que se estrenaba en el certamen olímpico.
Esta actuación estelar en vela tuvo como uno de sus protagonistas a Santiago Lange, quien ya había participado en cinco Juegos anteriormente y en Atenas 2004 y Beijing 2008 se había quedado con el bronce en la clase Tornado junto a Carlos Espínola, ex secretario de Deportes de la Nación y actual senador nacional por Corrientes.
Luego de doce regatas el binomio nacional ocupaba el primer lugar de la clasificación general. Sin embargo, tuvo que superar nuevos escollos en la medal race final para desatar el festejo. Por obstruir el paso de un rival y por una maniobra peligrosa la dupla fue penalizada dos veces. Y entonces, como venía pasando a lo largo de su preparación, tuvieron que sacar a relucir su valentía para terminar en la sexta posición.
La duda se adueñó de la escena por unos instantes luego de sortear la última boya, pero finalmente las matemáticas le devolvieron el alma al cuerpo porque nadie tenía menos puntos que ellos (en esta disciplina se trata de puntuar menos que los demás, por eso el primer puesto ofrece un punto).
Esa bravura, esa capacidad de sobreponerse, hizo recordar la pelea que dio el año pasado este ingeniero naval de 55 años –el deportista más longevo de la delegación argentina– para recuperarse de un cáncer de pulmón y de la extracción del mismo. Y si bien esperó sólo 25 días para volver a entrenar luego de la intervención realizada en Barcelona, los primeros momentos no fueron fáciles para Lange.
“No estaba en una buena forma física y no podía saber cómo iba a estar más adelante. Pero Cecilia me invitó a navegar juntos y acepté porque me interesó el Nacra y porque vi que tenía ganas de esforzarse”, reconoció en una entrevista. La frescura de Carranza Saroli, de 29 años por aquel entonces, resultó el complemento ideal para resurgir.
Sus caminos se habían cruzado en 2013 y un año después fueron subcampeones en el Mundial de Vela 2014 celebrado en Santander, España. A pesar de su juventud, la regatista ya sumaba experiencia en los dos últimos Juegos Olímpicos y sabía que una puesta a punto bien planificada daría sus frutos. Por eso no dudó en acompañar a Lange a Brasil en diciembre, para intensificar el trabajo en la mismísima bahía de Guanabara, donde finalmente conseguirían el logro más importante de la historia del yachting.
Porque la disciplina ya sumaba nueve medallas, pero nunca había contabilizado una de oro. Así, agigantaron la leyenda del segundo deporte olímpico más ganador del país detrás del boxeo (24) y su plena vigencia, puesto que desde Atlanta 1996 que se alcanza el podio de forma consecutiva.
La gesta tuvo ribetes de sueño cuando Yago y Klaus Lange –hijos de Santiago, que debutaron en este juego olímpico llevándose un Diploma por su séptimo puesto en la clase 49er– se tiraron al agua y nadaron hasta el barco tipo catamarán que llevó a su padre y a su compañera a la gloria y se fundieron con ellos en un abrazo. Esfuerzo, superación y afectos unidos en un baño de gloria. Coronado, además, con un Olimpia de Plata.