El clásico de Lewis Carroll vuelve a escena en una versión danzada, pensada para chicos, y con el condimento extra de presentarse en el teatro Colón. Hoy y mañana a las 11, Alicia en el País de las Maravillas será interpretada por los alumnos y egresados del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón y bailarines del ballet estable, con la coreografía, adaptación y selección musical de Alejandro Cervera. La música de Mozart, Häendel, Eric Satie y Pedro Laurenz, entre otros compositores, creará el escenario musical de esta obra capaz de llevar a Alicia de paseo por los ritmos del mundo.
Subrayada su condición de “relato onírico”, según define el director, distintas escenas de la novela se cuentan aquí con danza y música, entrelazadas por el relato de algunos pasajes de la novela. “Elegí los personajes más coreografilables, los más movedizos: el conejo, las langostas, las aves, el ratón. Y las situaciones más cargadas de acción para Alicia: el té, cómo se agranda y achica, cómo se enfrenta al ejército de naipes, a la Reina de Corazones”, cuenta Cervera. La obra fue estrenada por el Ballet del Sur de Bahía Blanca en 1994, interpretada luego por el Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín –en aquella ocasión, con relatos de Roberto Carnaghi–, y esta será la tercera vez que se da en el Colón. “Para este teatro decidí hacer un cambio importante en la coreografía y en la música. Lo magnífico del Colón me hacía pensar en otro número de personas, en un vestuario renovado. Y además las obras siempre necesitan cambios y respiraciones”, sigue contado el coreógrafo.
Si esta es una novela que no fue imaginada originalmente para el público infantil, tampoco Cervera pensó su versión especialmente para este público. “Puede verse como un texto para niños a partir de lo onírico, lo fantasioso, lo mágico, pero tiene toda una construcción sobre el absurdo, el inconsciente, los juegos de la mente, la lógica. Y por otro lado, críticas sociales a la Inglaterra victoriana, a la idea del poder, a la justicia, con una reina que siempre está cortando cabezas. Así que hice la obra pensando en que es para todo público”, define.
Cervera guarda el feliz recuerdo de las devoluciones de los chicos de las escuelas, para las que se hicieron funciones especiales en estos días: “La locura empieza cuando se apaga la luz, ahí es un griterío maravilloso. Se abre el cortinado, y aparecen un bosque y un conejo saltando. ¡Flashean!”, describe la escena, lejos de los usos y costumbres del Colón. Otro momento diferente es que, al terminar la función, los bailarines bajan por la platea a saludar a los chicos. “Es hermoso ver lo que pasa ahí. Alicia y el Conejo son personajes adorados. Son en sí mismos adorables, pero es muy lindo lo que les pasa a los chicos con ellos”, comenta Cervera.