Simple y tentador

Pablo Mehanna

No tienen un cartel gigante, no usan un packaging ostentoso o exagerado, no gastan papel ni plástico de más para imprimir su marca. Quieren, por el contrario, hablar a través de su comida, que sea el producto el que brille. Y cumplen: Florentín levantó la persiana hace tres semanas y va por buen camino. Un simple kiosco, con un frente plateado y un menú de cocina árabe-judía breve y tentador. 

Ubicado frente a Plaza Francia, es de los mismos creadores de Camping, el beer garden que se ganó un público fiel en el barrio sirviendo “comida de campamento”. Lo de Florentín –se llama así en homenaje al barrio gay de Tel Aviv– es diferente. Es una cocina que habla de Medio Oriente y de las virtudes que pueden tener algunos platos por hermanar más que la política, la religión y las buenas intenciones. De ahí la famosa frase que se convirtió en graffiti, make falafel not war (hacé falafel, no la guerra). “A mí me parece que todo lo que chorrea es rico”, define Maru Frohmann, que escribe sobre gastronomía y es la mano derecha de Gabriel Balan, dueño de Camping y Florentín. Nada mejor que comprobarlo pidiendo el sándwich de falafel de la casa ($135), del cual es difícil salir inmunes. Tal vez quede alguna mancha en la ropa, pero vale la pena correr ese riesgo. Crocante y sabroso, el falafel viene con tahini, salsa de yogur griego (se hace con ajos asados), salsa de pimientos amarillos, menta, cilantro, perejil, ensalada israelí, repollo, pickles y cebollas, todo adentro de un pan pita. “Trabajamos durante meses para tener el mejor falafel de Buenos Aires”, dice con confianza Frohmann. El preámbulo perfecto es un cremoso plato de hummus con semillas por arriba para acompañar con chips de papa con sal marina ($125/$65). Además hay kebabs de cordero ($175) y kaftas de carne ($145). De postre, una torta de pistacho ($75) y helado de sésamo ($75). Por el momento, solo funciona para take away, pero pronto sumarán mesas en la vereda y también la opción de llevar mantas para improvisar picnic en el parque. Por las dudas, llevar remera de respuesto. 

Florentín queda en Junín 1795. Horario de atención:  todos los días de 12 a 24. 


El regreso de un secreto

Pablo Mehanna

Hace unos años, en el desolado pasaje Bravard, en Parque Centenario, había un restaurante chino muy frecuentado por la comunidad, pero de difícil acceso para el resto de los mortales. Lugar que supo hacerse fama por ser el único en Buenos Aires donde conseguir los Xiao Long Bao (por fonética algo similar a sholonbó). En un momento, el restaurante cerró, para tristeza de los fanáticos de estos adictivos panes rellenos de cerdo, caldo y con sabor a jengibre, que se cocinan al vapor y se sirven en la misma cesta de bambú para comer con cuchara y palitos, aprovechando todo su jugo. 

Ahora hay buenas noticias: tras regresar de China, sus dueños abrieron nuevamente, esta vez en Abasto. El local es más moderno, prolijo –y tal vez un poco más frío– que el anterior. Techos altos, luz blanca que pega en la frente y paredes decoradas con ideogramas. Destacan la cocina a la vista y las mesas redondas, para diez o doce personas, que tienen un vidrio giratorio para ir pasando los platos que se comparten (todo es para compartir). 

Es imprescindible arrancar con los Xia Long Bao (5 unidades, $110), pero también con una Shen Jian Bao (4 unidades, $110) para comprar texturas: el primero más untuoso y húmedo, el segundo crocante. Se puede seguir con un plato de panceta al vapor con salsa de soja y conserva de verduras ($430), que llega con ocho baos para armar cada uno en el momento, el de ternera a la plancha ($328) o el impactante mero frito en salsa agridulce ($498) que llega entero, con cabeza y todo. La carta es larga, imposible aburrirse: hay pato laqueado estilo Shanghai, tripas salteadas con conserva de verduras o cangrejos hasta el inofensivo chaw fan, cada comensal elige su propia aventura. Si bien reabrió hace pocos meses, Xia Long Bao ya es frecuentado por muchos chefs locales y promete convertirse en un imprescindible entre los restaurantes chinos que salen de los cinco o diez platos de siempre. Dos recomendaciones finales: ir de a varios y concluir la noche (o el almuerzo) con un digestivo tazón de té verde. 

Xiao Long Bao queda en Anchorena 429. Teléfono: 15-2360-1213. Horario de atención: martes a domingos, mediodía y noche. 


De Siria a Tribunales

Pablo Mehanna

“Oasis, la cocina de Amira”, es uno de esos lugares que hay desperdigados por Tribunales y Microcentro, con un público fiel, que va religiosamente todos los días, que almuerza en la barra mientras charla con la dueña sobre la vida, las vacaciones o el trabajo. Un perfecto reducto anónimo, pero con buena comida, precios más que posibles y sabores que llevan sin escalas al Medio Oriente. 

Amira es Siria y vino a la Argentina en 1992. Seis años después abrió este local de comidas, con el que logró criar a sus cuatro hijos tras separarse. “Cuando vine para acá, no me servía nada, ni el estudio ni el idioma. Así que hice lo único que se me ocurrió: me puse a cocinar”, cuenta mientras no deja de envolver envíos, atender el teléfono o ponerle jugo de limón recién exprimido a un niño envuelto en hoja de repollo ($60), uno de los platos con más salida. El otro es el shawarma ($100), que se sirve con tomate, perejil, cebolla, salsa de yogurt y picante. También hay falafel, crocante y sabroso ($85 o solos, cuatro por $70) que suele acabarse tempranísimo, además de fatay, shanklish (queso árabe condimentado) y distintas ensaladas, desde la clásica tabule ($80) hasta una de chauchas con nueces, morrones, aceite de oliva y un poco de pimentón que presenta cada tanto. 

El local es pequeño y prolijo, sin ninguna estridencia pero tampoco nada que desentone. De un viejo minicomponente, que milagrosamente todavía funciona, sale algo de música, que se mezcla con las charlas de los habitués. “Hace años que venimos a lo de Amira. En el barrio la adoramos”, asegura uno de ellos, alabando a esta pequeña joyita de Tribunales. “En este tipo de cocina participan todos los dedos. Cada plato, cada hoja de parra, está envuelta una por una por mis manos”, asegura Amira. Una dedicación que no queda en palabras, sino que se nota en todos los platos de la carta. 

Oasis, la cocina de Amira, queda en Montevideo 559. Teléfono: 4373-3226. Horario de atención: lunes a viernes de 12.30 a 17.