La discusión sobre libre cambio y proteccionismo existe desde hace siglos. De un lado se encuentran quienes dicen que liberar las barreras comerciales mejorará la calidad de vida de todos los países, del otro, quienes afirman que las políticas proteccionistas son fundamentales para avanzar hacia el desarrollo económico.
La historia muestra una paradoja. Los países desarrollados que hoy defienden el libre cambio lograron su desarrollo a partir de políticas que hoy serían acusadas de proteccionistas por ellos mismos. Ya en el siglo XIX el economista alemán Friedrich List observó este comportamiento y lo denominó “patear la escalera”. Esta expresión, que luego fue popularizada por el economista coreano Ha-Joong Chang, refiere a que los países desarrollados utilizaron un conjunto de instrumentos para alcanzar su desarrollo y una vez logrado prohibieron a los demás países su utilización. De esta manera aseguraban su supremacía. No obstante, no se trata sólo de un debate del pasado. Contradictoriamente los países desarrollados, a pesar de su retórica librecambista, han seguido usando políticas de índole proteccionista mientras promueven el librecomercio para el resto del mundo.
En la actualidad, este debate tiene particular vigencia para la región. Por un lado, se están llevando adelante negociaciones sobre acuerdos regionales bajo una lógica absolutamente librecambista. Por otro lado, desde la crisis financiera internacional de 2008, el mundo ha tomado una postura más proteccionista mientras la región está tomando un camino aperturista.
Acuerdos
Durante el siglo XIX los gobiernos de Estados Unidos y Europa aplicaron un variado instrumental de medidas intervencionistas para proteger y fomentar sus industrias nacientes. Por ejemplo, Estados Unidos y Reino Unido usaron aranceles y prohibiciones a las importaciones y otorgaron subsidios para proteger sus industrias manufactureras nacientes. Alemania, Francia y Suecia financiaron inversiones riesgosas e hicieron acuerdos entre el Estado y las empresas privadas para desarrollar nuevos sectores económicos. Suiza y Holanda no tuvieron leyes de propiedad intelectual, lo que le permitió alcanzar las fronteras del conocimiento.
Hoy este tipo de políticas se encuentran fuertemente limitadas. Por ejemplo, el GATT impuso un control sobre la política arancelaria y posteriormente la OMC limitó la posibilidad de recurrir a salvaguardias y a cupos a la importación; la Ronda Uruguay restringió fuertemente las posibilidades de aplicar subsidios para las exportaciones; el acuerdo TRIPS extendió la legislación sobre patentes promovida por los países desarrollados a las legislaciones nacionales de los países más rezagados.
Asimismo, acuerdos como el que se está negociando entre el Mercosur y la Unión Europa limitan la contribución que puede hacer la compra pública al desarrollo. Una de las cláusulas del mismo establece que las empresas europeas tienen que tener el mismo nivel de prioridad que las empresas locales a la hora de definir las compras públicas.
Estas medidas dispuestas en negociaciones multilaterales, dentro de la OMC, o en negociaciones regionales, también son reforzadas por los organismos internacionales como el FMI o el Banco Mundial que condicionan sus ayudas financieras a la aplicación de este tipo de medidas librecambistas.
Pero el doble estándar no solo es cosa del pasado. Actualmente se puede observar que los países desarrollados continúan recurriendo a determinadas políticas proteccionistas. Como casos emblemáticos podemos mencionar la persistencia de subsidios agrícolas y la gran cantidad de medidas antidumping adoptadas.
Los países desarrollados han logrado que se prohíban los subsidios a la exportación de los productos industriales donde sus empresas detentan el control de la producción y de la tecnología. Sin embargo, mantienen una agresiva política de subsidios a su producción agrícola para protegerla de las importaciones, ya que en ese rubro es donde los países periféricos son más competitivos. Por ejemplo en Europa se lleva adelante la Política Agrícola Común (PAC) que establece ayudas directas por superficie (agricultura) o por cabezas de ganado (ganadería) y garantiza un precio mínimo de venta a los agricultores para cuando los precios internacionales bajan de determinado nivel. Esta política abarata los costos de producción en Europa limitando la competencia extranjera, favoreciendo las exportaciones primarias europeas e impacta a la baja en el precio internacional de los alimentos
Sin embargo, cuando los países desarrollados observan producciones subsidiadas en otros países aplican bloqueos a las exportaciones a partir de la aplicación de medidas antidumping. Para los países periféricos la implementación de esta política se encuentra mucho más limitada por cuestiones técnicas, ya que carecen de los recursos para demostrar los casos de dumping.
En efecto, Estados Unidos y Europa han sido los que aplicaron más medidas no arancelarias han adoptado en los últimos años según la OMC. Estados Unidos acumula el 17,6 por ciento de estas medidas mientras que Europa el 17,4.
Entregados
Las políticas comerciales se encuentran en disputa en América latina. Los Gobiernos de Macri y Temer se encuentran avanzando hacia la liberalización comercial, en un rumbo asimilable al de los países de la Alianza del Pacífico. En este sentido buscan rubricar la firma del Acuerdo Mercosur-Unión Europea. Este acuerdo supondría entre otras cosas una rebaja de aranceles para importaciones industriales y el ya mencionado trato igualitario a las empresas europeas en las compras públicas.
A pesar de la entrega de los gobiernos sudamericanos, el acuerdo aún no se firma porque los países europeos, en particular Francia, no ceden en la protección a su sector agrícola. La capacidad de negociación del Mercosur es tan baja que ni siquiera negocia por liberar aranceles sino que negocia porque se le habiliten cupos de exportación al Viejo Continente en materia agropecuaria.
A diferencia de otros momentos históricos donde los países centrales buscaban imponer acuerdos de libre comercio a la periferia, en este caso es al revés a pesar de la dudosa conveniencia del acuerdo para el Mercosur.
El mundo está cada vez más proteccionista. Si bien los países centrales nunca abandonaron políticas proteccionistas e intervencionistas, desde la crisis financiera internacional y desde que asumió Donald Trump en Estados Unidos estas políticas se han intensificado.
La ONU da cuenta de esta situación en su Análisis de Situación y Perspectivas Económicas 2018: “Los ajustes recientes en algunas de las relaciones comerciales más importantes, como las decisiones del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte de abandonar la Unión Europea y de los Estados Unidos de América de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y de re-evaluar las disposiciones de sus demás acuerdos comerciales en vigor, han causado preocupación por la posible escalada de las barreras y disputas comerciales”.
A la luz de la historia y del presente cabe preguntarse: ¿cuál es el sentido de abogar por el libre comercio?
* Investigador del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag).
@p_wahren