“La inflación va a bajar” y “la economía va a crecer”. Son las dos afirmaciones que viene haciendo el Banco Central desde que asumió la gestión, sin resultados a la vista. La autoridad monetaria utiliza su blog “Ideas de Peso” para hacer público los argumentos sobre lo que cree que pasará y no pasará con las variables macroeconómicas. En una de sus últimas publicaciones llegó al extremo de afirmar que la Argentina consiguió aislar la devaluación del movimiento de precios en el mercado interno. Se trata de un argumento que por más econometría que se utilice es imposible de mantener. La regresión simple no cierra. Se corrigió el precio del dólar a partir de diciembre pasado y en enero y febrero de este año los precios mayoristas subieron por encima del 4 por ciento cada mes.
La nueva perlita del Central ahora es justificar que la economía acelerará su crecimiento en la medida que “se sigue desacelerando la inflación”. Se publicó un trabajo a fines de marzo que adelanta que “el indicador líder del Banco Central nos dice que la economía seguirá creciendo luego de quebrar el máximo alcanzado en los dos ciclos anteriores”. Agrega que “por primera vez desde 2011 la actividad económica registra siete trimestres consecutivos de crecimiento y no existe evidencia que la fase expansiva se esté agotando”. La mayoría de los consultores del mercado empezó a ajustar a la baja los pronósticos de crecimiento para este año tras el efecto de la sequía pero la autoridad monetaria mantiene el optimismo.
“¿Qué nos dice nuestro indicador (predictivo de la actividad económica)? En 2013 y 2015, una vez alcanzados niveles de Producto similares a los actuales, la economía ingresó en recesión. Pero ahora por primera vez en 5 años la economía seguirá creciendo en forma sostenida”. La explicación que da el Central es la siguiente: “La mayor intensidad de la inversión que caracteriza esta recuperación económica en un contexto de reinserción del país en los mercados financieros internacionales con tipo de cambio flotante permite relajar las restricciones de oferta y la escasez de divisas que habían limitado el crecimiento económico en 2013 y 2015”.
Esta última frase si se la lee con atención parece que fue escrita en un libro de ciencia ficción y no en un documento técnico de un Banco Central, que en lugar de inventar argumentos imposibles de creer debería preocuparse por recuperar la credibilidad y encontrar medidas efectivas para que la inflación del país deje de ser 10 veces que la de su principal socio comercial. El Central asegura que es la inversión la que impulsa la economía en forma sustentable en el mediano y en el largo plazo, cuando los datos duros evidencian que ingresa sólo un dólar productivo al país por cada cuatro que llegan para especular en el corto plazo.
La autoridad monetaria afirma también que el tipo de cambio flotante permitió relajar la escasez de divisas. Mal timing para hacer esa declaración si se tiene en cuenta que en el último mes y medio sacrificó casi 2500 millones de dólares de las reservas para usar el dólar como un ancla anti inflacionaria.
El único argumento que tiene algo de sentido en la frase del Central es el de “la reinserción del país en los mercados financieros internacionales”. Se trata de un elemento que en 2013 y 2015 no era parte de la política económica. Pero que el país haya vuelto a tomar deuda no garantiza un crecimiento en forma sostenible, sino todo lo contrario. El endeudamiento no se está usando para generar infraestructura ni potenciar a las economías regionales. No hay medidas que permitan al país generar dólares genuinos para repagar la deuda ni cubrir la salida estructural de dólares por atesoramiento de moneda extranjera y por turismo. ¿Por qué habría crecimiento sostenible? Para el Central, porque se relajo “la escasez de divisas”. Otro error de diagnóstico.