¿Cómo le va, lector, cómo anda? ¿Quá tal el azúcar? ¿Normal, o caro? ¿Cómo van esos glóbulos? ¿ Siguen rojos, o algunos se volvieron amarillos y suben cada vez que en la tele repiten “ serrobarontodo” cual mantra hipnótico o idiótico?
¿Sabe una cosa, lectora? En la antigua Grecia, “idiota” era aquél que seguía un camino diferente al de los demás. ¡Cómo cambió todo!
Pero cuénteme de usted: ¿ya le hizo el chequeo anual correspondiente, su contador? ¿O usted practica la medicina colectiva? Es más barata, mucho. Es la que indica que para mejorar la salud popular hay que dejar a la gente sin trabajo, sin plata y sin remedios. Vendría a ser una especie de neohippismo involuntario donde mejor que haya paz y amor porque si no te dan alegría a chocobarazo limpio
Trataré de ser más claro ¿Vio que cuando sube la bilirrubinemia, la piel se pone amarilla? En cambio, cuando la neurona se pone amarilla a uno le baja la proteinemia ajena. O sea: le importa una yema ( ni siquiera un huevo entero) que sus adyacentes ( ya que no conciudadanos), aquellos Otros que hasta hace poco eran la Patria misma, ingieran, no digamos que yema de huevo, pero al menos algo que los alimente mínimamente. Ese era un derecho que parecen haber perdido en el momento en el que dejaron de ser embriones.
“¡Hubieran seguido siendo embriones y estarían bien!” les podría decir emocionado un Esteban B agrandado por sus últimas poesías que quizás lo hagan acreedor a un Nobel ( más por el lado “Nobel” de la dinamita que de la Literatura)
Pero, mal que le pese a Esteban y al resto de los líricos soñadores que nos gobiernan parece que con la biología no se puede hacer lo mismo que con el dinero. No se puede poner la vida en Panamá y mientras crece allí, uno sigue siendo un embrión en la Argentina. Y después, cuando descubren que uno ya es un adulto y debe hacerse cargo, no se le puede echar la culpa a la pesada herencia genética. No, no se puede
O sí, sí, se puede.
Eso lo decide un juez.
Nuestro Sumo Maurifice, Nuestra Gran Patrífice, Nuestro Marquiavelo Desempeña, Nuestro duo de Caputos (Nicky y Toto que en vez de reir te hacen offshorar), Nuestro Ministro de Descomer, Nuestro árbol de Medio Ambiente, Santa Mariu de los Pucheros , y Aranguren ( ¿Que Aranguren? ¡el que hace que los pesos no te duren!) la tienen muy clara a la hora de la toga.No vamos a caer en la vulgaridad de explicar que eso tiene que ver con que “toga” es “gato” al revés. Ese no es nuestro estilo, y usted lo sabe.
Ellos tienen claro que “Dios le da pan a quien no tienen dientes” Y que “el que madruga Dios lo ayuda”. Entonces no necesitan que el Estado los abastezca, ya que se encarga Dios. En la Mauritocracia alcanza con despertarse temprano y/o carecer de piezas dentarias para no necesitar ningún subsidio del Estado.
El populismo cometió el tremendo error de darles a los que no tienen dientes y a los que madrugan ,un montón de cosas que podrían haberlas conseguido de Dios, gratuitamente. Hicieron eso en vez de disponer de todos esos los recursos para dárselos todos aquellos que, por tener dientes y no madrugar, realmente necesitan ser ayudados.
El Sumo Maurífice y su mejor equipo contrario de los últimos 50 semestres saben, y lo dicen porque son generosos, que poner la plata afuera no es un delito: es una muestra de honradez y de valentía “¡No la guardo, no la oculto, la pongo afuera!”, exclaman orgullosos.
¡Poner la plata a nombre de algún familiar o amigo que esté lleno de dientes o duerma todos los días hasta muy tarde, es directamente una obra de bien!
Ningún juez se animaría a decirles lo contrario, ya que se pondría en “tele de juicio” su bonhomía, su idoneidad, su bonadeidad, su magnetitud, su pericia, su simpatricia, y sobre todo, su posibilidad de conservar la toga puesta y llegar a ser un gran representante de la justicia, que como sabemos, es posverdaderamente ciega
Ningún juez que se precie (en términos de mercado) de tal, los acusaría de corrupción, porque como tooodos saben “la corrupción es un delito que no deja pruebas”, o sea que “si hay pruebas de corrupción, entonces no era corrupto”, como bien convencieron a Lilitazepam, y a través de ella, a millones de argentinos que creen que le creen.
Por eso los jueces sospechan de gente como Lula: al no tener pruebas, entonces es culpable. En cambio, gente como nuestros Autoritarios electos dejan las suficientes huellas como para que cualquier tipo bien deformado se dé cuenta de que son inocentes
Toda prueba es prueba de inocencia. A confesión de partes, relevo de pobres.
Aquí, allá y en todas partes, decían los Beatles
Lamentablemente, Lula no los escuchó ni los entendió. Quizás por un tema de diferencia de idiomas. Él no habla en neoliberal. Quizás se dedicó a escuchar a los menos necesitados, y a darles aquello que, madrugando o perdiendo sus dientes, podían conseguir directamente, sin intermediarios, de Dios.
Sin duda, la buena gente aspiracional no le perdonará semejante soberbia . Exclamarán, indignados: “¿¡Quién se creyó que era, Dios, para ayudar él mismo a los desdentados madrugadores y no dejar que, a su debido tiempo, lo hagan desde el cielo!?” “¿Por qué hizo que los pobres dejasen de mirar hacia arriba, esperando ayuda y mirasen “de frente”? “¿Qué les hizo creer que eran, embriones?”
Es posible que los Mautoritarios, pero los de allá, o sea “los Temerarios “, crean eso. Piensan que Lula le hizo creer a los humildes que eran embriones y tenían derechos. Si así fuera, no se van a tomar el trabajo de desmentirlo (no hace falta en estos tiempos de posverdad, alcanza con tergiversarlo), y en lugar de “hacerles perder esos derechos, cosa que sería un delito de “Lesa Embrionidad” y merecería un poema de Esteban B, hacen lo que hace la modernidad con los embriones: los congelan. Bueno, no a ellos, pero sí a sus derechos ( por ejemplo, al salario)
Hasta que un juez, justito justito, diga lo contrario, o calle para siempre.
@humoristarudy