Circula por los medios sociales, dado que no existe prueba alguna de corrupción salvo “convicción” e “indicios”, la lista de crímenes de Lula que obligaron a la Justicia Brasileña a condenarlo a prisión que, por alguna razón, los principales medios informativos del país no mencionan. Se trata de una larga lista de programas y políticas sociales y económicas, de inversión pública y de igualdad racial, social y regional que han dislocado la trayectoria historia secular de Brasil. Un reciente estudio de FLACSO-Brasil y CLACSO, Faces da desigualdade no Brasil (http://flacso.org.br/?publication=faces-da-desigualdade-no-brasil-um-olhar-sobre-os-que-ficam-para-tras) presenta datos inapelables de los delitos cometidos durante el período 2002-2015 bajo los gobierno del PT.

En ese período, pasó de 10,7 a 39% los jóvenes más pobres que ingresaban a la escuela secundaria a la edad correcta (aumento del 264%); 

Casi 4 veces más jóvenes de 15 a 17 años, entre el 5% más pobre de la población, estaban en la enseñanza media o posterior en 2015, si se compara a 2002

Mientras que el acceso a la enseñanza superior en general casi se duplicó, para el 20% más pobre se multiplicó 23 veces.En 2015, el 35% de los graduados que hicieron el Examen Nacional de Desempeño de Estudiantes eran los primeros en sus familias.

En 2002, menos del 7% de los más pobres concluían la primaria; en 2015, 30,3%. Con un aumento del 242% en el número de padres y madres que completaron la primeria entre el 20% más pobre

Si en 2002casi el 90% del país tenía acceso al agua de calidad, sólo 49,6% tenía entre  el 5% más pobre. En 2015, 76% de este sector la tuvo (destacándose casi 10 millones de nuevas familias del Norte y Nordeste).

Mientras en la población aumentó el 18% el acceso a cloacas, para los más pobres lo hizo en 114%. 

En 2002 sólo el 3,3% de los brasileños no tenían energía eléctrica; pero para el 5% más pobre (16 millones) subía a casi el 19%. Por permitirle este acceso sobre todo a este sector, la posesión de heladeras pasó del 44,1 al 91,2% en los hogares más pobres: 24 millones de nuevas unidades. Igualmente, contar con lavarropas creció 250% entre las familias negras, dado que a los 15 millones que tenían se le sumaron 40 millones.

La mortalidad infantil (en niños menores de 1 año) cayó, de 2002 a 2015, de 23,4 por mil nacidos vivos a 12,9 (45%). La cobertura en atención básica de salud aumento del 31,8% al 63,2%. 

El crecimiento del ingreso real en la población fue 38%, pero para el 20% más pobre fue casi 4 veces más rápido que para el 20% más rico, beneficiados con aumento real de 25,6% por encima delpromedio de la población.

El salario mínimo aumentó más del 70% por encima de la inflación y se generaron 20 millones de empleos formales para todos los niveles de calificación.

En suma, El Gobierno Lula redujo la extrema pobreza en Brasil al 3%, el menor índice de la historia. La inmaculada gestión Temer está corrigiendo las consecuencias de estos delitos. Así, este año 326 mil familias en situación de extrema pobreza perdieron acceso al programa de ayuda que se había creado (Bolsa Familia). El aumento del salario mínimo (45 millones de personas) para este año fue 1,81% –el  menor en 24 años– llegando a R$ 954, bien inferior a los R$ 3.7600 que el Departamento Intersindical de Estadística y Estudios Socioeconómicos considera actualmente mínimo necesario. En el último, casi 1,5 millón de brasileños cayeron en la pobreza extrema, sumando ahora casi 15 millones en total. El desempleo que tuvo su pico inferior (6,8%) en 2014 se encuentra en 12,7%. Son más de 13 millones de personas en esta situación, casi el doble.

Andrés Ferrari Haines es profesor UFRGS, Brasil.