La carta que el Papa envió a la Iglesia chilena reconociendo sus “graves errores” en el manejo de las acusaciones por encubrimiento contra el obispo Juan Barros, derivaría en la remoción de “al menos” cuatro religiosos, mientras se confirmó hoy que el pontífice recibirá en 15 días a tres víctimas de abusos del párroco Fernando Karadima.
Según fuentes vaticanas, en el marco de la llegada a Roma de la conferencia episcopal chilena prevista para la tercera semana de mayo podrían darse los alejamientos de los obispos Tomislav Koljatic, Horacio Valenzuela, Andrés Arteaga y Barros, el acusado de haber encubierto los abusos por los que Karadima fue condenado en 2011.
Los cuatro obispos se consideran parte del círculo íntimo de Karadima y podrían dar un paso al costado en los próximos días, luego de la carta de Jorge Bergoglio en la que convocó a la jerarquía eclesial chilena para discutir los pasos a seguir tras el escándalo heredado de la década pasada que se convirtió en un dolor de cabeza para el pontífice.
Por otro lado, tres de las víctimas de los ataques sexuales de Karadima en la parroquia El Bosque, del centro de Santiago, serán recibidos por Francisco a fin de mes, según confirmó Juan Carlos Cruz, uno de los denunciantes, en declaraciones a la prensa.
De acuerdo con las declaraciones que hizo desde su residencia en Nueva York, Cruz aceptó la invitación hecha por el Vaticano para visitar a Bergoglio el sábado 28 y el domingo 29 de abril junto a las otras víctimas Andrés Murillo y James Hamilton.
Cruz señaló que hablará con el Papa sobre “el abuso y horror del encubrimiento” que los líderes de la Iglesia han cometido por décadas, y cómo han desacreditado y difamado a las víctimas, al tiempo que destacó como el pontífice “abrió sus ojos a la realidad... de los miles de vidas que han sido crucificadas” por curas, luego de las dudas iniciales.
Las tres víctimas también se reunirán con el reverendo Jordi Bertomeu, quien junto al arzobispo de Malta, Charles Scicluna, preparó el informe de 2300 páginas sobre el supuesto encubrimiento de Barros que le entregaron al papa y que originó el cambio de posición de Francisco.
Tras la carta convocando a la Iglesia y abriendo la invitación a las víctimas, la conferencia episcopal chilena reconoció “dolor y vergüenza porque, a pesar de las acciones realizadas estos años, no hemos logrado que las heridas de los abusos sanaran en los corazones de muchas víctimas y siguen siendo una llaga abierta”.
El arzobispo emérito de Santiago, cardenal Francisco Javier Errázuriz, intentó despegarse del escándalo y afirmó que “era casi imposible tener una visión realista de lo que ocurría en la asociación de sacerdotes y laicos que inspiraba Karadima” luego de que Francisco denunciara la “falta de información veraz y equilibrada” que tuvo en el caso Barros.
Las declaraciones de Errázuriz provocaron malestar en el Vaticano por haberse desligado de la responsabilidad de brindarle mala información a Francisco pese a que fue arzobispo de la capital chilena entre 1998 y 2008 y que desde 2013 es parte del C9, el grupo de nueve cardenales con el que Papa lleva adelante la reforma de la constitución apostólica.
“En lo que me toca, reconozco y así quiero que lo transmitan fielmente, que he incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada”, aseguró el pontífice en la carta a los obispos tras el análisis de la misión del fiscal vaticano Charles Scicluna, enviado a Chile en febrero.
La carta, que no tomó ninguna decisión de fondo sobre el caso que marcó la agenda de su última visita a Chile en enero, mostró de todos modos un claro cambio de tono en el lenguaje de Francisco, quien dos veces ya había rechazado la renuncia de Barros por considerarlo “inocente” hasta que no hubiera “evidencias” en su contra.