Desde Lima
El presidente argentino Mauricio Macri fue el encargado de abrir la ronda de oradores en la reunión plenaria de la octava Cumbre de las Américas, que ayer finalizó en Lima. Sus ocho minutos de discurso fueron suficientes para dejar en claro su fuerte alineamiento con la política internacional de Estados Unidos. Esto quedó en evidencia en su respaldo al ataque norteamericano, junto al Reino Unido y Francia, a Siria. Y también en su reiterada condena al gobierno de Venezuela, en el tono que marcan desde Washington. En lo que se refiere a la lucha contra la corrupción, el tema central de esta cumbre, el suyo fue un mensaje que colisionó con las prácticas que pueden advertirse de su propio gobierno.
En su presentación, la que comenzó, como muchos otros mandatarios, expresando su condena al asesinato de tres periodistas en Ecuador, Macri señaló que Argentina “renueva su condena al uso de armas químicas, tal como ha ocurrido en los últimos días en Siria, y la existencia de facilidades para su fabricación y/o almacenamiento”. Fue una condena enmarcada en un respaldo al sorpresivo ataque a ese país dirigido por Estados Unidos y respaldado por el Reino Unido y Francia. No hubo ni un asomo de cuestionamiento a esa operación militar.
“En esta delicada coyuntura, Argentina hace a un llamamiento a la comunidad internacional para preservar la paz y seguridad internacional, evitando acciones que generen una escalada de tensión, recurriendo a los caminos del diálogo, en el marco de los compromisos internacionales existentes”, agregó. Ni una reflexión sobre las denuncias de que el ataque a Siria viola esos compromisos internacionales.
Macri siguió hablando al ritmo marcado por la administración Trump cuando se refirió a la crisis en Venezuela. Reiteró su condena al régimen venezolano y señaló que su gobierno no reconocerá las próximas elecciones en ese país, programadas para mayo. “Quiero expresar, una vez más, la preocupación por Venezuela, por los millones de venezolanos que se han visto obligados a dejar su tierra, y por aquellos que diariamente sufren la carencia de alimentos y servicios sanitarios básicos”, dijo el mandatario argentino. “Tenemos que redoblar nuestros esfuerzos para que el gobierno de Venezuela deje de negar la realidad y acepte la colaboración regional y la ayuda internacional para superar esta crisis humanitaria que se ha vuelto insostenible”, añadió.
“No podemos mirar hacia otro lado cuando se atropella el derecho de los venezolanos a elegir en libertad, con presos políticos y sin garantías mínimas de transparencia. Argentina va a desconocer cualquier elección que surja de un proceso de este tipo. Eso no es una elección democrática”, sentenció. Cuando habló de presos políticos, y como era previsible, no hizo alusión a las denuncias por la detención “arbitraria” –calificada así por la ONU– de la dirigente social Milagro Sala o de otros dirigentes políticos como Carlos Zannini, que estuvieron presos durante meses.
Habló de “trabajar juntos por una verdadera salida democrática y pacífica para Venezuela”, aunque no dio pistas de cuál podría ser aquella salida, más allá de la presión que promueve la administración Trump para lograr la caída del gobierno de Nicolás Maduro. “Venezuela muestra el caso extremo a lo que puede llevar a una sociedad un proceso de corrupción descontrolado”, insistió.
Sobre la temática central de la cumbre, el mandatario argentino dijo que la relación de la corrupción con la democracia y el desarrollo es “uno de los desafíos más grandes que tenemos en la región”. En un intento por posicionarse como un luchador contra la corrupción, Macri afirmó que “allí donde la democracia se debilita, la corrupción se incrementa, y allí donde la desigualdad no da tregua, la corrupción echa raíces”. “Nuestros pueblos merecen gobernantes honestos y con vocación de servicio que no trabajen para beneficiarse a sí mismo”, diría después sin reparar en las múltiples denuncias por conflictos de intereses que pesan sobre varios ministros de su gabinete, incluidos Juan José Aranguren (Energía), Luis Caputo (Finanzas), Nicolás Dujovne (Hacienda), entre otros.
Sin mencionarlo directamente pero en clara referencia al escándalo de la constructora brasileña Odebrecht, que salpica varios países –incluida la argentina– Macri señaló que “la corrupción cruza fronteras y los esfuerzos para combatirla también deben hacerlo”.
En el análisis del presidente Argentino sobre la corrupción no entraron ninguno de los escándalos como los Panamá y los Paradise Papers, que lo involucran a él en un entramado de paraísos fiscales y sociedades offshore, o las denuncias por cobro de coimas contra el titular de la Agencia Federal de Inteligencia, Gustavo Arribas. “Son muchos los que todavía cuentan con impunidad”, remató Macri.