Desde su puesto de presidente del PJ Bonaerense, al fin el principal peronismo del país, Gustavo Menéndez se puso en la primera línea de la defensa contra de la intervención judicial resuelta por la jueza María Servini de Cubría, incluyendo su participación en un improvisado acto junto al desplazado José Luis Gioja frente a la sede intervenida. De visita en la redacción de PáginaI12, Menéndez responsabilizó al gobierno nacional de la medida que considera “un tiro al corazón del sistema democrático”, a la que poco después se sumó otra detención sin condena previa, la del ex gobernador de Jujuy Eduardo Fellner, finalmente liberado ayer.
–¿Asocia la detención del ex gobernador Eduardo Fellner con lo que sucedió en el PJ?
–Da la sensación de ser algo orquestado. Hay un montón de cuestiones oscuras. La intervención al mayor partido de la oposición se da cuando el Presidente está pasando por el peor momento de su gestión, están haciendo agua por todos lados, no le encuentran la vuelta, y a cada medida se suma un sector de la sociedad entre los que sufren sus decisiones. Hoy la mayoría de los argentinos están descontentos la gestión de Macri, así lo indican los sondeos de su imagen que viene cayendo estrepitosamente.
–¿Lo sorprendió la intervención judicial o pensaba que era algo que en algún momento podía ocurrir?
–No estaba la justicia en condiciones de intervenir al Partido Justicialista. Nos sorprendió a todos. También fue sorpresivo la forma, esta justicia exprés. A cualquier vecino que ha sufrido algún hecho delictivo le sorprenderá ver cómo cuando le interesa al poder la Justicia acelera a la velocidad de la luz. Y después también cuando uno analiza el fallo, plagado de conceptos políticos. La jueza se expresa como una militante, con argumentos que abundan en referencias políticas mientras están ausentes las referencias jurídicas. Es un tiro al corazón del sistema democrático. Se entromete en decisiones internas de un partido contradiciendo el espíritu de nuestra Constitución.
–¿Ve la mano del Gobierno detrás del fallo?
–Es un fallo a la medida de las necesidades del Gobierno. No creo que una jueza de la experiencia de Servini de Cubría, que ya está cerca del retiro, tome una decisión así sin un guiño desde lo más encumbrado del poder.
–Había algunos dirigentes que también incluían al sector del peronismo “dialoguista”, que reunió el senador Miguel Pichetto días atrás en Gualeguaychú, detrás de la intervención.
–Eso es lo que le gustaría al Gobierno. Le encantaría que esto pase como una pelea entre peronistas. Pichetto es parte del Consejo Nacional y se expresó en contra de la intervención. No veo la mano de un compañero activo, de los que se están disputando el poder realmente dentro del peronismo.
–¿Qué le parece la designación de Luis Barrionuevo como interventor?
–No abro un juicio de valor sobre las capacidades del interventor. Primero, en el fallo no quedaron en claro los alcances ni el término de la intervención, tampoco el criterio de selección del interventor. Pero antes de analizar al interventor lo que hay que analizar es la ilegitimidad de la intervención. Es ilegítima en los fundamentos.
–¿Imagina que la Justicia la dejará sin efecto?
–Dios quiera. Nosotros tenemos dos ejes de acción. Uno es el legal: hemos presentado una apelación y vamos a ir en queja a la Cámara para que cesen los efectos de la intervención. Pero también está la acción política. El miércoles se juntaron quienes forman parte del consejo nacional del justicialismo, casi con asistencia perfecta. Allí se decidió una convocatoria al congreso nacional, que es el único organismo que no puede intervenir la Justicia, para el 18 de mayo. Si se junta el quórum necesario, que descontamos que así será, se va a rechazar la intervención. Veremos si para ese momento la Justicia se expidió a favor o en contra de nuestro reclamo.
–¿Si Barrionuevo lo convoca a una reunión como presidente del PJ Bonaerense, usted iría?
–Sí, acá no está en tela de juicio el interventor, acá lo que se discute es la ilegalidad de la intervención. Por supuesto que me sentaría a hablar con el interventor, como con cualquier compañero. Si nos sentamos a hablar con el Gobierno o con otros partidos políticos, ¿cómo no nos vamos a sentar con un compañero, se cual sea el rol que le toque? Nosotros creemos en la vida interna de los partidos, que quien lo conduzca sean los afiliados y no una jueza.
–¿Y qué opina sobre la presentación que hizo el sindicalista Carlos Acuña, que en definitiva fue lo que posibilitó la intervención?
–Yo lo conozco, obviamente, y tengo una buena relación, también una amistad con su hijo. Lo visité a Carlos en su gremio el año pasado, conversamos de la lista de unidad para la provincia de Buenos Aires. Me llamó mucho la atención esto, no pude hablar con él hasta ahora. Si un compañero tiene un desacuerdo, lo mejor que podemos hacer es hablarlo en el seno del partido y no recurrir a la Justicia. Es como si en el fútbol los puntos que no se pueden ganar en la cancha los quieran ganar en la AFA. Y el Gobierno se aprovechó de esto.
–¿Cómo le parece que incidirá en el proceso de unidad del peronismo?
–Pueden pasar dos cosas. Una, que la maniobra le salga bien al Gobierno y que desde una intervención rupturista se haga llegar dividido al peronismo al 2019. O puede ser que le salga el tiro por la culata, porque esto es una trampa a la democracia. Me hace acordar a aquellos dibujitos animados “Los autos locos”, donde el malo era Pierre Nodoyuna que hacía trampa aún cuando iba ganando y después terminaba perdiendo porque esa trampa le salía mal. Siento que eso le pasa al Gobierno, que fue votado por una gran parte de la sociedad con la expectativa de que se dedicaran a transformar la realidad y hoy abandonaron esa gran posibilidad histórica por ganar elecciones y mantenerse en el gobierno. Por eso creo que les va a salir el tiro por la culata y esto va a ser el mojón para la aceleración del proceso de unidad del justicialismo.
–¿Cómo se hace para unir a los que dicen ‘yo con el kirchnerismo no voy ni a la esquina’ con los que dicen ‘yo con los que le votan leyes al Gobierno no tengo nada que ver’?
–En primer lugar, hay que desarrollar una mayor capacidad de escucha. Ninguno de nosotros es dueño de la verdad, cada uno es portador de una verdad relativa y subjetiva. La ecuación matemática es fácil: unidos ganamos. Lo difícil es la ecuación humana: la hoguera de las vanidades, las viejas o actuales rencillas. Lo cierto es que así, sin querer, muchos son funcionales hacia quienes están llevando el país a un desastre. Por eso nadie puede hacerse el distraído y tener una excusa para no formar parte del frente que construya la nueva mayoría. Todas las cosas que discutimos son menores frente al peligro frente al que se encuentra el país de volver a esos lugares que ya fuimos y volvimos espantados. Por eso apuesto al sentido común y la inteligencia.
–El Gobierno ya lanzó la reelección de Mauricio Macri y de María Eugenia Vidal. ¿Le preocupa que el peronismo no defina a sus candidatos?
–Repito, el Gobierno tiró a la basura la posibilidad de transformar la realidad de los argentinos y hoy lo que le importa es ganar elecciones, por eso un año antes lanzan candidaturas. A nosotros no nos importan hoy las candidaturas. Hoy el peronismo atraviesa un momento entre soltar lo viejo –que no quiere decir la gente de edad, sino las viejas trampas que nos hicieron mal como los codazos, las ventajas– y aferrarnos a este mensaje que nos viene dando la sociedad, lo que pasó en las últimas elecciones. Los desafíos con los que se lanzó el peronismo a la arena política hoy siguen estando vigentes.
–Hay quienes piensan que no es necesaria la unidad ahora, que tal vez el peronismo puede ir dividido en dos candidaturas a las elecciones y después la unidad se dará naturalmente en el ballottage. ¿Lo ve posible?
–No, eso es una trampa. La unidad de la que hablamos no es de la uniformidad, estamos más cerca del concepto que maneja el papa Francisco de la “concordia”, que es la unidad en la diversidad. Tenemos que ir en un gran frente que dirima sus diferencias en una mesa de encuentro, y si esa mesa no alcanza las PASO son una buena herramienta. Eso nos garantizaría, incluso, un triunfo en primera vuelta. En todas las últimas elecciones el peronismo en su conjunto nunca bajó del 55 por ciento frente a un Gobierno que viene en caída, que no pudo resolver ninguno de los grandes desafíos que dijeron que serían muy fáciles de resolver: la inflación, la pérdida de puestos de trabajo, personas que están empezando a entrar en el hambre. Eso es lo que se ve en nuestra barriada.