Con Johann Sebatian Bach y Antonio Vivaldi como insignias, el Festival Konex de Música Clásica dedica su cuarta edición al Barroco. A partir de hoy y hasta el domingo, se propondrá en la Ciudad Cultural de Sarmiento 3131 una programación atractiva en manos de intérpretes notables que, en torno a la producción musical de los siglo XVII y parte del XVIII además de conciertos ofrecerán clases magistrales.

Hoy a las 20, la Camerata Bariloche, bajo la dirección de Freddy Varela Montero, ofrecerá un programa con obras de Vivaldi, mientras que el miércoles La Barroca del Suquía, dirigida por Mandredo Kraemer, interpretará obras de varios autores, ente Bach, Handel, Corelli, Vivaldi y Purcell. El jueves, La Academia Bach, que dirige el organista Mario Videla, abordará obras de Handel, Zípoli Johann David Heinichen y Bach, y el viernes el sexteto Escalandrum propondrá una mirada del barroco desde el jazz –o acaso una mirada del jazz desde el barroco–, mientras que para el sábado se anuncia la presencia del pianista Horacio Lavandera, que interpretará obras de Bach. El domingo a las 19, el festival culminará con la Orquesta La Filarmónica dirigida por Mario Perusso, que junto al Coro Lagun Onak ofrecerá un florilegio del barroco, con obras de Bach, Handel y Vivaldi entre otros. Las entradas, desde $200, pueden adquirirse en la página de la Ciudad Konex o en la sede de Sarimiento 3131. Acreditando su condición, los estudiantes podrán acceder a un descuento del 50%. 

Además de los conciertos, durante el festival se desarrollará una serie de Clases Magistrales, gratuitas y abiertas al público general, que estarán a cargo de Manfredo Kraemer (el miércoles a las 15), Freddy Varela Montero (jueves a las 17.30), César Bustamante –director del Coro de niños del Teatro Colón– (jueves a las 16) y Daniel “Pipi” Piazzolla (viernes a las 15). Los niños podrán disfrutar del “Musicatorio”: un espacio gratuito de aprendizaje para mirar y tocar. A partir de la experimentación directa con los instrumentos que conforman una orquesta sinfónica, los chicos podrán aprender cuáles son las familias de instrumentos, cómo están formadas, cómo se produce el sonido y mucho más.

En un festival como el del Konex, que ofrecerá distintas miradas de la música barroca orientadas a un público amplio, seguramente La Barroca del Suquía constituye la instancia más radical en cuanto a la interpretación en sentido historicista. La música antigua promovió varias de las novedades de las últimas décadas en el ámbito de lo que más ampliamente se entiende como “música clásica” y lo que de alguna manera podría parecer una paradoja, tiene que ver con un auge por la búsqueda en la reconstrucción de las prácticas interpretativas, con instrumentos de época. En este ámbito, Manfredo Kraemer es una de las figuras más importantes, en el país y en el mundo. Partner habitual de figuras como Jordi Savall –haciendo música de cámara o como concertino en su orquesta–, Kraemer es titular de la cátedra de Violín Barroco en la Escuela Superior de Música de Cataluña, y regularmente participa como director invitado o como solista en formaciones europeas. Esta actividad no le impide, sin embargo, pasar buena parte del año en la Argentina, más precisamente en Córdoba, donde formó La Barroca del Suquía, protagonista de la noche de mañana en el festival.

La Barroca del Suquía, cuyo nombre fue tomado del río que atraviesa la ciudad de Córdoba, surgió en el contexto del Festival de Música Barroca Camino de las Estancias, el encuentro que devuelve su música a los establecimientos que los Jesuitas supieron crear en varios puntos de la provincia mediterránea. La agrupación supo desarrollar una actividad independiente, incluso animando sus propias temporadas y proponiendo rescates históricos notables. “El festival está por cumplir 17 años y La Barroca del Suquía unos 15. En ese momento, la interpretación del repertorio antiguo según cánones de la época era de alguna manera una novedad en la Argentina, y éramos pocos los que mostrábamos desde otra perspectiva un repertorio desconocido o mal conocido. Fuimos pioneros para el público y para muchos músicos que por entonces descubrieron esa práctica”, comenta Kraemer a PáginaI12. Para el violinista y director, el público no necesita ser un experto para darse cuenta de que en una interpretación según los cánones barrocos hay algo distinto. “La música barroca está hecha sobre premisas que, lejos de hacer de ella una pieza de museo, la vuelven elocuente y expresiva”.

–¿Esa idea tiene que ver con la revalorización compositores como Vivaldi?

–Seguramente. Estas premisas mostraron otra dimensión en la música de esos compositores, con obras que así dejaron de ser consideradas pasatistas y pudieron decir lo que tenían para decir. Pero sobre todo se logró rodear estas figuras canónicas, como Bach, Handel, Vivaldi, de otros músicos que en su época fueron importantes, y que quedaron en la historia como maestros menores o simples antecedentes. El caso de Telemann, a quien la historia había puesto a la sombra de Bach, o Giovanni Legrenzi o Franz Ignaz von Biber. Por supuesto, en este afán de desempolvar cosas que descansaban en bibliotecas se pudo comprobar que hubo quienes se tenían el polvo bien merecido, sin más valor que el documental, pero todo forma parte de una manera de entender la historia.

–¿La música antigua mantiene hoy el auge de hace unos años?

–Decididamente sí, si bien se han diluido las fronteras. En el mismo momento en que la música antigua dejó de ser un reducto de hipies especialistas y fanáticos de la pureza, alabados por unos y vituperados por otros, para entrar en el mundo corriente de los conciertos, se desdibujaron sus principios. Hay muy buenos instrumentistas que con más instinto comercial que pasión agarraron un instrumento barroco y un arco barroco, y así creen que lo que tocan suena barroco. Entre esas dos posiciones hay muchos matices y se está lejos de una decadencia, o en todo caso, si son épocas difíciles, los son para la música en general. Dentro de este contexto, la música antigua es la que mejor parada está. Incluso en la venta de discos.