Marin Karmitz tiene una opinión formada sobre por qué el mercado cinematográfico europeo no tiene la misma llegada a otros continentes que el de Hollywood: “Es un problema que hay que tratar de sobrellevar”, reconoce. “La primera vez que fui a Hollywood me asombró. Tuve la impresión de estar en el decorado de una película en el desierto. No había ninguna historia antigua ahí adentro. Ayer estuve paseando bastante por Buenos Aires y por todos lados hay trazas de historia: estatuas, iglesias, etcétera. En Hollywood nada, ninguna memoria. Y porque no hay memoria pudieron conquistar al mundo entero y porque todo el mundo se puede encontrar en esta ausencia de memoria”, entiende Karmitz. 

El productor analiza la irrupción de la tecnología digital en la distribución y exhibicióngráfica. “Cambió muchas cosas, pero hay pocos realizadores que hayan utilizado las novedades tecnológicas de lo digital. Continuaron haciendo películas como las hacían antes, excepto Kiarostami, donde en Ten filmaba con las primeras cámaras digitales. Si no hubieran existido esas cámaras, no habría podido filmar la película porque tiene lugar en un auto, donde están todos encerrados”, cuenta Karmitz. En el terreno de la exhibición, es categórico: “Esto ha revolucionado las salas de cine porque desarrolla la posibilidad de la multidifusión. Puede tomar una película, comenzar en una sala, no hay espectadores, cambia durante el día y la pone en otra sala. Con las copias en fílmico no era posible porque pesaban muchos kilos. Cambió la relación con el espectáculo”.