La Universidad de Columbia distinguió este año a los periodistas que denunciaron abusos sexuales en distintos ámbitos pero sobre todo en Hollywood, un escándalo que comenzó con el caso del productor Harvew Weinstein. The New York Times y la revista The New Yorker compartieron el premio en la categoría Servicio Público por las series de notas que generaron el movimiento #MeToo.

Jodi Kantor y Megan Twohey, del Times, y Ronan Farrow (hijo de Woody Allen), del New Yorker, obtuvieron la medalla y los 10 mil dólares del premio por los trabajos que acabaron con la reputación de Weinstein.

El escándalo cuya investigación les valió el Pulitzer comenzó en octubre cuando se publicaron las primeras notas y aparecieron los primeros testimonios de las víctimas. Farrow, además, alzó su voz una vez más contra su padre, Woody Allen, acusado de haber abusado de una de sus hijas, en 1993, en pleno divorcio del cineasta y Mia Farrow.

Por Twitter, Ronan Farrow mostró su agradecimiento “a por cada valiente fuente” y al “incansable equipo del New Yorker, que se mantuvo fiel a esta historia cuando otros intentaron enterrarla”.

El jurado del Pulitzer consideró que en la investigación, tanto la revista como el diario desarrollaron “un periodismo explosivo, de impacto, que expuso a depredadores sexuales poderosos y adinerados, incluidas acusaciones contra uno de los productores más poderosos de Hollywood”.

Además de Weinstein, las denuncias de acoso alcanzaron a los directores de orquesta Charles Dutoit y James Levine, al periodista Charlie Rose y al conductor Matt Lauer. 

El movimiento #MeToo tuvo una enorme repercusión tras las denuncias de las actrices Gwyneth Paltrow y Ashley Judd, víctimas de Weinstein. Al otro lado del Atlántico, Asia Argento, la actriz y directora italiana, sumó sus propias denuncias.

Al agradecer el Pulitzer en las redes, Farrow recordó a la hija de Darío Argento, quien lo había felicitado en su momento por su propia denuncia. “Esto también es para ti, Asia”, agradeció el periodista, quien recordó que ella “sigue siendo humillada en Italia por hablar, a pesar de haber ayudado a muchos sobrevivientes en el mundo entero”.