La muerte de Liliana Bodoc, otra referente de la literatura (infantil y juvenil) argentina, sacudió a principios de año a sus lectores y colegas. También a María Teresa Andruetto. “Me enteré de la peor manera, me llamaron de una radio para salir al aire”, recuerda. “Nos cuesta creer que algo así pudo pasar porque ella estaba tan llena de vida, de proyectos, reeditando un montón de libros, entregando a la editorial el último Tiempo de dragones, venía de una feria del libro en Cuba... La repercusión de su muerte muestra lo querida que fue, lo querida que es. Por su escritura y por su persona. Como en todos, hay varias Lilianas y varias obras. Está esa saga (La saga de los confines), que creo es el punto más alto de su escritura, y algo que sucede pocas veces en la literatura: es la invención de un género. Ese fantasy latinoamericano que ella creó, como un género en sí mismo o como un giro, una deriva de un género. Y luego, toda su producción, tan amplia, vertiginosa. Me he preguntado si habrá habido una percepción, algo que la llevara a la velocidad, porque ella estaba todo el tiempo conectada con la escritura, pensando en literatura. Había en ella un llamado a la escritura muy imperioso. Y luego está la Liliana que siempre me gustó mucho, la que hablaba en los encuentros y jornadas con esa profundidad, con esa claridad de conceptos, con ese compromiso social tan inquebrantable. Ese es otro aspecto de ella que la hace tan querida.”