Cuba amanece en primavera, pero un viento que llega del sur retrasa su efecto placentero. Las olas se elevan sobre el malecón habanero, como si fueran siluetas danzantes. Una cámara de fotografías puede mojarse en el intento de retratar el Capitolio que se ve a lo lejos o la estatua ecuestre de Antonio Maceo. No hay mucho tránsito, ni se escuchan bocinazos bien porteños. Las guaguas van y vienen por la avenida 23 de El Vedado llevando cubanos de a pie como cualquier colectivo del conurbano. El día comienza a calentarse con las primeras horas de la tarde. Sobre todo en la Plaza de la Revolución, donde una palmera es una rareza y un paraguas es lo único que puede hacer sombra.

Mailín explica con amabilidad que ingresar al memorial José Martí cuesta un CUC, el peso convertible cubano (unos centavos más que la divisa de EE.UU penalizada en Cuba). La mujer, delgada y de rostro curtido dice sin titubear a la primera pregunta sobre la Asamblea que comienza a sesionar hoy: “debemos seguir el rumbo socialista que marcó Fidel, nuestro comandante en jefe”. A su alrededor, los rostros figurativos del Che y Camilo Cienfuegos decoran las fachadas de dos ministerios. Son postales revolucionarias que identifican a una ciudad tranquila, con las pulsaciones bajas pese a lo que se resolverá en estas horas. Gobierna un clima de continuidad política. No hay novedad ni nombres sorpresivos que puedan alterarlo. A no ser porque él que se va de la presidencia es Raúl Castro.

Jasniel tiene las pantorrillas torneadas de pedalear sobre su bici-taxi. Es muy joven, invita a recorrer La Habana en su vehículo con “aire acondicionado y masaje gratuito”. Calcula que gana unos 300 CUC por bimestre y explica con orgullo que es técnico electrónico. Reivindica los logros históricos de la Revolución, pero cuestiona su nivel de ingresos. Cobra 10 CUC por un viaje de 15 minutos. Se desplaza por la avenida San Lázaro con la maestría de un ciclista en el célebre Tour de Francia. 

Adonis es negro, ex boxeador y tiene un socio que usa sombrero de paja. La dupla recoge pasajeros con su Chevrolet 1957 de subido color rosado. Su tarifa es de 15 CUC para recorrer el trayecto desde el señorial hotel Nacional hasta la Plaza de la Revolución. Es un medio de vida que se extiende por toda Cuba, desde Pinar del Río a Santiago. Ambos saben como Walter -otro conductor autogestionado-, que Miguel Díaz Canel sucederá a Raúl Castro y que todo se mantendrá en su sitio, como hasta ahora. Por el camino de un socialismo acechado que no baja las banderas de José Martí y Fidel Castro. La recuerda un pensamiento del apóstol de la independencia que nos da la bienvenida a su museo (la entrada cuesta dos CUC): “Los grandes derechos no se compran con lágrimas, sino con sangre”.

En 23 y 12, la esquina del Vedado que Fidel eligió para denunciar los ataques aéreos del 16 de abril de 1961, hubo un acto del que participaron unas 2 mil personas. De esos que en Cuba funcionan como un mecanismo de relojería para reivindicar gestas históricas. Habló Main-Lin Alberti Arozarena, primera secretaria de la Unión de Juventudes Comunistas de La Habana. Mencionó un concepto que suele aparecer en las llamadas veladas político-culturales en la isla: “el valor del pueblo”. Hace 57 años pasaba en Ciudad Libertad, San Antonio de los Baños y Santiago de Cuba, víctimas de los bombardeos. Hoy en el Caribe y buena parte de una América Latina que se va tornando cada vez más irrespirable. En esta isla lo confirman cuando revisan su pasado revolucionario.  

Los cubanos saben de qué hablan cuando hablan del imperialismo. Para ellos no es un enunciado vacuo, repleto de pura retórica. Aún con sus problemas, errores y en la búsqueda de reinventarse a la fuerza, transmiten vitalidad, optimismo y desparraman su solidaridad de clase. “Si un vecino tiene un problema todos corremos a socorrerlo”, cuenta Jorge mientras esperamos la guagua P12 camino al Capitolio. Nos adivina el acento enseguida, como la mayoría de los cubanos. “¿Tú eres argentino?” pregunta. Y enseguida lanza una consigna tan universal como futbolera: “Messi, el mejor jugador del mundo”.