Gustavo Lleral, el juez federal de Rawson a cargo de la investigación por la desaparición y muerte de Santiago Maldonado, decidió no enviar las copias de ese expediente que le solicitó su par porteño, Daniel Rafecas, en el caso por el espionaje que habría cometido Gendarmería a las órdenes del Ministerio de Seguridad sobre la familia del joven y sus allegados. ¿El argumento? Dijo Lleral que “se encuentra en plena etapa procesal” y que se trata de “material sensible”. PáginaI12 pudo saber que Rafecas insistió con su solicitud y esta vez envió además del requerimiento fiscal la denuncia que originó la causa, presentada por la diputada del FIT Myriam Bregman con el patrocinio del Centro de Profesionales por los Derechos Humanos (Ceprodh) en octubre, en la cual consta una sucesión de episodios en los que los Maldonado sufrieron tareas de inteligencia ilegal: fueron interceptados sus mensajes privados de celular, espiadas sus acciones y movimientos, como así también de los abogados y miembros de las redes de apoyo a las comunidades mapuches, además de relevar los viajes de Santiago.
La semana pasada en el despacho de Rafecas recibieron la respuesta de Lleral, en la que “no hizo lugar” a la solicitud de enviar copias de todo el expediente, que reúne los habeas corpus y la causa por la desaparición forzada, sobre el caso Maldonado. Es allí donde los abogados Matías Aufieri, Carlos Platkowski y Liliana Mazea indicaron que están las pruebas de las acciones de espionaje interior desplegadas por Gendarmería, prohibidas por tres leyes nacionales, entre ellas la de Seguridad Nacional. Desde los tribunales federales de Comodoro Py enviaron al juez federal de Rawson un nuevo escrito con el detalle específico de cuáles son las copias del expediente que necesitan, según apuntó a PáginaI12 una fuente judicial. En el entendimiento de que Lleral hubiera pensado que Rafecas pedía todo el expediente, resolvieron darle una nueva oportunidad, porque más temprano que tarde el juez chubutense deberá enviar lo que piden desde Capital.
El punto es que los denunciantes del Ceprodh pretendían que llegue toda la causa, para que no sea precisamente Lleral quien defina qué partes enviar. Pero aún así, el magistrado se negó a mandar ni una foja.
Las querellas, entre ellas la impulsada por la familia Maldonado, cuestionaron días atrás que la causa no esté digitalizada, lo cual implica un enorme esfuerzo para realizar su seguimiento. “El juez dice que hay ‘material sensible’ pero no lo digitaliza, es una contradicción”, apuntó la fuente consultada. Y agregó que hay un agravante sobre la negativa de Lleral, y es que tanto él como su antecesor Guido Otranto fueron los primeros que tuvieron a la vista las evidencias del espionaje y ninguno tomó la iniciativa de extraer testimonio para que sea investigado tal delito. Es decir, en su momento no impulsaron la pesquisa sobre estas tareas ilegales cuyas pruebas tenían en sus manos, y cuando otro juzgado pretende avanzar penalmente tampoco envían la información.
¿Qué necesita concretamente Rafecas? Del peritaje de los teléfonos celulares de los gendarmes que reprimieron el 1 de agosto en territorio mapuche recuperado, en un operativo que terminó con la desaparición de Santiago Maldonado, surgió que el comandante de Gendarmería Fabián Méndez reenvió al jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad, Pablo Noceti, un mensaje de texto que Andrea Antico había mandado el 3 de agosto a Juan Carr, de Red Solidaria. “Hola Juan, perdón que te moleste mi nombre es Andrea Antico soy de Bariloche estamos pidiendo información sobre Santiago Maldonado.” Así, la cuñada del tatuador anarquista solicitaba ayuda luego de tres días sin noticias. En otra parte del expediente consta que los gendarmes informaban a sus superiores sobre las actividades de los Maldonado en una marcha en Bariloche. “Son matrimonio” y “van al centro cívico”, espiaron los uniformados.
La causa por espionaje iniciada por Bregman quedó en manos de la Justicia Federal porteña por un fallo de la Cámara Federal, tribunal ante el cual Sergio Maldonado relató que el 12 de agosto a la madrugada, cuando luchaba contra el insomnio en un hotel cercano a avenida Corrientes, escuchó cómo desde el otro lado de la habitación alguien leía partes del discurso que había dado su esposa en Plaza de Mayo.