El asesinato de Brian, el adolescente de 14 años baleado en medio de un asalto, desató la furia en Flores. Cientos de vecinos se concentraron ayer a la tarde frente a la 38ª, en Bonorino al 200, para exigir la renuncia del jefe de la comisaría y las explicaciones de los ministros de Seguridad de la ciudad y de Nación. Un grupo de los manifestantes entró a la comisaría, provocó destrozos y tomó parte de las instalaciones. No hubo respuestas oficiales y al cierre de esta edición, después de cinco horas, la seccional seguía ocupada y una nueva marcha era convocada para hoy a las 19.
Esa zona del barrio de Flores ya venía caldeada tras una serie de hechos de inseguridad, el principal de ellos, la muerte del médico Pascual Mollo, de 59 años, en Rivera Indarte al 500, el sábado 10 de diciembre. Después de ese hecho, algunos vecinos se empezaron a organizar para reclamar a la policía, al Ministerio de Seguridad nacional y las autoridades de la ciudad.
El episodio del sábado pasado enardeció aún más al barrio. Al día siguiente, en la tarde navideña, un grupo hizo una reunión en Asamblea y Rivera Indarte, tras lo cual marchó hacia la comisaría 38ª. Hubo ya entonces algunos intentos de entrar por la fuerza, pero la tensión quedó acotada a ese incidente.
Ayer, entre los vecinos circuló un nuevo llamado a una protesta en la seccional. Pero a la tarde, cuando se conoció que Brian había muerto finalmente en el hospital, la convocatoria se multiplicó a la par de la bronca. Cientos de vecinos taponaron la calle Bonorino al grito de “que se vayan todos”. Algunos enarbolaban pedidos explícitos de mano dura. “Vamos a empezar con la justicia por mano propia”, se enardecía un hombre de mediana edad. “Ya no se puede con estos de la villa”, acusaba.
El comisario inspector Manuel Monzón, jefe de la Circunscripción XI, habló con los vecinos en la puerta de la seccional y calificó al hecho como “lamentable”. “Roban todos los días, no nos vengan más con cuentos porque nosotros vivimos ahí y conocemos todos los hechos que pasan”, se quejó una mujer.
El comisario intentó continuar hablando hasta que la situación se desmadró. Un grupo logró entrar, esta vez sí, a la comisaría. Desde los canales que transmitían en directo se insistía en que se trataba de barrabravas y hasta se identificaba el origen: San Lorenzo, Ferro y Deportivo Español. Su edad y algunos gorritos eran las pruebas que esgrimían. Sea como fuere, se transformaron en la “avanzada” de la bronca vecinal. Rompieron vidrios y algunas computadoras, forzaron varias puertas y provocaron destrozos en la oficina del comisario. Luego coparon el patio y el hall central de la seccional, una antigua casona de barrio reciclada para uso policial.
La tensión creció incluso entre los propios vecinos: muchos de ellos no aprobaban los hechos de violencia y discutían con los más enfervorizados. En un momento, quedaron separados; el grueso permaneció en la calle, mientras el grupo minoritario se mantenía en una virtual toma de la seccional. El pedido de unos y otros era la renuncia del comisario y la presencia de alguna autoridad política para entregar el pliego de reclamos: el ministro de Seguridad de la ciudad, Martín Ocampo; el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, o la ministra nacional, Patricia Bullrich.
Dentro de la comisaría una pequeña fila de mujeres policías protegidas con escudos trataba de impedir que los manifestantes entraran al resto de las oficinas.
Después de los incidentes, Monzón se reunió con algunos vecinos, tras lo cual, a las 21, se presentó en el hall tomado para intentar un diálogo. No tuvo mucho éxito. Primero fue abucheado e insultado, aunque el hombre se mantuvo en sus trece con ánimos de dar alguna explicación. Cuando finalmente se hizo un breve silencio, llegó a pronunciar algunas palabras. Pero cuando dijo que “la comisaría está en tratativas de mejorar la seguridad en la zona”, ya no pudo seguir. La catarata de nuevos insultos lo obligó a la retirada. En el medio, alguna mano le quitó el gorro y el jefe volvió como pudo a zonas más seguras.
Ninguna autoridad más apareció en el lugar. La única voz oficial, Martín Ocampo, salió por el canal TN, para decir que el reclamo era “legítimo”, que los cambios no se podían esperar “de un día para otro” y que se estaba trabajando “para reforzar estructuras en el sistema de seguridad”. “No hay soluciones mágicas”, concluyó.
Preguntado sobre la situación en la comisaría, consideró que “los delitos no se solucionan con otros delitos”. “Hay que reclamar en los términos que marca la ley”, insistió y aseguró que ninguna autoridad se presentaría allí en ese momento porque “no es el mejor clima para entrar en una situación de diálogo”. Entonces llamó a los vecinos a formar una comisión para reunirse hoy con él en su despacho.
Al cierre de esta edición, el grupo que tomaba la seccional permanecía en su lugar, aunque con los ánimos más tranquilos de una sentada.
Brian había recibido el disparo cuando iba en un automóvil Renault 19 conducido por su abuelo, quien quedó en medio de un intento de asalto a una mujer y su hija que iban caminando por la zona.
El hecho se produjo el sábado 24 a las 14.30 en la esquina del pasaje Robertson y Asamblea, a siete cuadras de donde fue cometido el crimen del médico Pascual Mollo.
El episodio durante el cual resultó herido Brian fue cometido por dos delincuentes que iban en una moto roja, aseguró una vecina que se identificó como Virginia quien, junto a su hija de 18 años, fue víctima de un robo que dio inicio a lo que momentos después terminó con el ataque a balazos al automóvil donde iba el chico.
La mujer dijo que cuando iba caminando con su hija hacia una iglesia de la comunidad coreana una moto roja se subió a contramano a la vereda y bajó uno de los dos delincuentes, quien “le puso un arma en el pecho” a la joven. “‘China de mierda dame todo o te quemo’”, aseguró la mujer que le dijo el delincuente a su hija, que le entregó la cartera donde llevaba una Biblia y otras pertenencias.
Pero entonces apareció el hombre con su nieto en el auto y uno de los delincuentes lo atacó a balazos. La vecina asaltada y otro testigo coincidieron en que los asaltantes pensaron que los estaban persiguiendo con el vehículo. “Justo dobló el abuelo y entendieron que los estaba corriendo, veo que la moto sube a la vereda, espera al auto y ahí le tira dos tiros”, relató otro vecino, llamado Pablo.
Hubo versiones que indicaron que el hombre intentó cruzar el auto para evitar el robo, pero fuentes de la familia dijeron que en ningún momento trató de perseguir a los delincuentes, sino que “sólo pasaban” por el lugar pues viven en la zona e iban a una peluquería.
Primero el chico fue atendido en el Hospital Piñero, luego fue derivado al Gutiérrez, donde ayer a la tarde murió al ser desconectado del respirador dado lo irreversible de su cuadro.
El fiscal Ignacio Mahiques ordenó el secuestro de cámaras de seguridad de la zona para determinar si captaron imágenes de los hechos. También se secuestró una vaina servida calibre 9 milímetros que se sospecha provino del arma usada para balear a Brian.