Me encuentro con mis compañeras de militancia del colectivo Ni Una Menos después de dar varias vueltas a la plaza del Congreso. No las encontraba porque estaba colmada de gente que venía a reclamar otras causas. Después de mandar mensajitos y de que ni siquiera los vieran entra uno y me contestan. Nos encontramos en Rivadavia y Callao. En el piso, sobre una frazada estampada con inscripciones de “aborto legal es vida”, están las serigrafistas queer con sus remeras empoderantes. “Poder a las vaginas transmasculinas”, “Ni varón ni mujer, ni XXY ni H2O”, “Esta panza es re gay” y una hermosa de Diana Sacayán gritándole al Congreso. El viernes 13 nos habíamos juntado para hacer afiches pintados a mano para pegatinear y apoyar la salida de la ley. Esta tarde de martes 17 de abril, decidimos pegar los afiches en las bocas del subte. No había viento así que no fue complicado pegarlos con cinta de papel. Enseguida nos dimos cuenta que la gente los lee y que les saca fotos o se sacan selfies con los carteles que denuncian, entre otros temas, el negocio de los laboratorios que gira sobre la prohibición del aborto. Setecientos mil son los nacimientos por año y 500.000 la cantidad de abortos que se realizan. Un número inmenso que los laboratorios saben capitalizar mientras el aborto siga en la clandestinidad. Otro cartel que llama la atención a los varones es uno que dice “Los hombres abortan. Pero no manchan ni marchan”. Hay cientos de organizaciones, agrupaciones y gente suelta. Están las chicas de “La línea peluda”, un colectivo de dibujantes que convocaron por Facebook a juntarse a dibujar en la vereda. En una hora recubren una pared del Congreso de dibujos alucinantes acompañados con consignas y pintados sólo con verde. Hay un escenario que pasa música y que cada tanto tiene a Liliana Daunes de voz, para arengar, para hacernos recordar y para que se escuche que no vamos a parar hasta que salga la ley. Serigrafistas queer, mientras tanto, se ponen a imprimir remeras. Aparecen los vendedores de cerveza y Fernet y es la primera vez que veo que se vende Campari. Hay una rayuela pintada a mano en la calle que habla de los diferentes problemas que atraviesa una mujer para hacerse un aborto. En el clásico espacio donde sería el cielo o paraíso se lee “No hay paraíso sin ley del aborto”. Nadie salta pero la gente lee. Es como si todas estas acciones, aparte de comunicar, irradiaran un espíritu que nos transmitiera a todas que entre todas podemos. Que nos unimos aportando lo que cada una sabe hacer y eso genera una inmensa energía que nos da fuerza. Todas esas cosas nos integran a un cuerpo inmenso. El cuerpo feminista imparable que integra las capacidades, las alegrías, las diferencias y las vacilaciones. Ese es el clima, templado en el corazón.
A dos cuadras las escritoras convocan a más escritoras a firmar una solicitada en apoyo a la ley. Vamos con una amiga y llegamos 30 minutos tarde. Firmamos y nos encontramos afuera con una amiga cuentista que convocó a las escritoras disidentes del conurbano. Este pequeño grupo tenía su propio texto y su propia juntada de firmas y como no pudieron estar en la foto oficial de las escritoras, sacaron en la vereda su foto disidente. Todo movimiento es expansión, es ocupación, es ampliación por eso no hay resta en las divisiones, entre por ejemplo escritoras y escritoras disidentes. Reclamamos que se respete la especificidad de nuestras diversidades.
Hay más trabajo que seguir haciendo en el Congreso así que volvemos. Me compro un Fernet para recuperar energía, ya que se hizo de noche. Me encuentro con un ex novio trans que está vendiendo panes rellenos que hace su novia. Hermoso encuentro. Nuestros afiches siguen colgados, nuestras banderas también. Y de repente se escuchan gritos como si estuviésemos en un estadio. “Sudor marica” empieza a tocar y en dos minutos se concentran todxs en el escenario. Se escuchan gritos, es una fiesta. No hay revolución sin fiesta o una revolución es una fiesta. O como dicen, una de las características de la revolución es que triunfa el tiempo intenso sobre el tiempo de los relojes. Toda esa intensidad se convierte como en un láser que hace tajos en lo imposible. Por esas aberturas, permeabilidades, las personas podemos traficar los grandes cambios. Todas las mujeres y los varones feministas posta están metiendo leña para alimentar una revolución porque sabemos que sin ella nos vence el aislamiento, la soledad. Todas estas acciones que se realizan, a veces incomprensibles, que mucha gente busca conceptualizar para luego preguntarse ¿para que sirven? tienen el motivo mas importante. El de unir, integrar, compartir, pensar, decir, abrazar, comunicar, expresar, disfrutar.