¿Qué representa la piel que habitamos? ¿Qué hay detrás de la piel que no vemos a simple vista? A Laura Vazquez Hutnik, curadora de la muestra “A Flor de piel”, le interesó trabajar esa temática en tanto materia –y órgano– que se ofrece al placer de tacto. “Y del texto”, agrega siguiendo la premisa barthesiana. O del dibujo. Porque la piel puede brindarse a la caricia y a la entrega pero también “es la piel violentada y sufriente de los cuerpos heridos y las identidades rotas”, señala la curadora. “El lenguaje es una piel” decía Roland Barthes en Fragmentos de un discurso amoroso: “yo froto mi lenguaje contra el otro”, y hay algo de esa premisa en esta exposición. Como si las palabras dibujadas o los dibujos que hablan, fueran ese lenguaje que tiembla de deseo”.
Para encaminar su trabajo de curaduría, indagó en las obras de treinta y seis artistas cuyos dibujos dialogan justamente en esa frontera que ubica a la piel como límite entre una y otrxs. “Las dibujantas exponen con la materia de sus trabajos y de sus cuerpos. La palabra hecha obra en el cuerpo, en el placer de la superposición entre piel y lienzo, en la manifestación del dibujo como desgarro y desnudez. En ese sentido, creo que A Flor de Piel es en cierta forma una ‘doble exposición’ ya que lo que se muestra sobre la pared no separa a las artistas de su obra”. Así, en la muestra se exhiben los dibujos y las artistas se exhiben a sí mismas en esa posibilidad de una dialéctica del deseo entre el tacto, el texto y el dibujo. Por eso, en este recorrido por sus dibujos se piensa la producción como zona erógena, la piel como punto de partida para dar testimonio de lo que nos protege, nos conecta y nos separa del mundo y de los demás. “Cada dibujo sigue interrogándose por el sentido de su existencia. Como ocurre con las mujeres que buscamos todavía la respuesta a eso que se llama identidad”.
¿Qué destacarías de esta muestra?
–Destacaría algo verdaderamente positivo: la posibilidad de advertir su imperfección, su heterogeneidad y sentido confrontativo. Es una muestra intencionalmente abierta, lo que no quiere decir desprolija o dispar. Es híbrida y contradictoria, como la piel rugosa, perfecta y repleta de cicatrices de todas las mujeres que habitamos este mundo. Así de única y distinta. Los trazos, las épocas, los estilos y las técnicas son diferentes pero la consigna permanece inalterable. Ninguna de las obras expuestas busca dar respuestas ni ofrecer verdades totalizantes. Todas se ofrecen al juego de una pregunta sin respuesta: quiénes somos.
Es largo nombrarlas, sin embargo cada nombre habla también de esa otra piel, la que se sella en la hoja dibujada con trazos, líneas y colores, la que se ancla con sus palabras en cada espacio de pared que ocupa en la sala y desde esos marcos propone juegos, ironías, contrastes, ejercicios, búsquedas y experimentación. Ellas son: María Alcobre, Paula Andrade, Julia Barata, Muriel Bellini, Caro Chinaski, Delius, Gato Fernández, Muriel Frega, Gabicoco, Daniela Kantor, Clara Lagos, La Watson, Ada Lind, Natalia Lombardo, Juana Neumann, Carina Maguregui, Natalia Novia, Constanza Oroza, Sole Otero, Camila Rapetti, Areka Sadaro, Fiorella Santana, Sukermercado, Paula Sosa Holt, Erica Villar, Aleta Vidal, Sofía Tormenta, Camila Torres Notari, Majox, Alejandra Lunik, Maia Debowicz, La Diablo, Julieta Arroquy, María Luque, Maitena y Blanca Cotta, un cóctel heterogéneo y explosivo de autoras de distintas generaciones y trayectorias con trazos diversos hechos sobre papel que dan testimonio y acompañan esa zona física y simbólica capaz de interpelar al deseo, expresar posturas, disparar ideas, asumir complejidades, entrar a escena y dejar pensando.
A Flor de piel, curadora Laura Vázquez Hutnik.
Colaboradores: Mariano Brangeri, Mariel Cerra y Carolina Góngora.
Centro Cultural Recoleta, Junín 1930. CABA.
Hasta el 6 de mayo.