Un boom real: los últimos años de la adolescencia de Jean-Michel Basquiat, de Sara Driver
(Viernes 20 a las 17 en el Village Recoleta y el sábado 21 a las 21.40 en el Village Recoleta)
Jean-Michel Basquiat murió en 1988 a la inflamable e icónica edad de 27 años. Fue poco después de que Andy Warhol consagrara a este chico de las calles como la nueva promesa artística del pop. En vez de insuflar la figura del artista maldito, la directora se retrotrae a sus años de inocencia y formación en la Nueva York de los ’70. Ese caldo de cultivo donde entraban la cultura grafitti, la movida No Wave, Jim Jarmush y la suciedad de la Gran Manzana. Además de realzar su trabajo, este documental sirve como espíritu de época en el que las jerarquías tradicionales del arte se estaban desmoronando. Y lo mismo puede decirse para esa ciudad. Basquiat fue un emblema de esa polución mutante cuando pasó del street art bajo la firma SAMO ©, a la ropa pintada como Man Made, a la música de la banda Gray. A través de las entrevistas con amigos y granuladas imágenes de archivo, Basquiat sigue magnetizando con su vuelo de cisne cosmopolita.
Dead Ant, de Ron Carlson
(Sábado 21 a las 19 Anfiteatro del Parque Centenario)
Una banda anclada en los buenos tiempos del Sunset Strip ochentoso emprende su deriva al estilo Castaneda. Pero para los integrantes de Sonic Grave no habrá enseñanzas ni recorridos interiores. O quizás sí, pero será un mal viaje en pleno desierto. Todo culpa del peyote que se clavan en su camino al Festival Noachella (porque a estos cuatro no les daba para ir al Coachella). En vez de un lobo o un guía espiritual se cruzan con una hormiga y a partir de allí, la peli pega volantazos entre el canon de la road movie, buenos chistes sobre las imposturas rockeras y guiños a las películas de monstruos gigantes típicas de los ‘50. Insectos asesinos a los que Poison no les hará efecto alguno.
Sheikh Jackson, de Amir Salama
(Domingo 22 a las 20:10 en el Village Recoleta)
¡Felipes Pettinatos del mundo, uníos! Se sabe que el amor por Michael Jackson ha cruzado todas las fronteras. Sea en Estados Unidos, Argentina y hasta Egipto. La ficción se centra en Dudu, un sacerdote islámico que al enterarse de la muerte de su ídolo de la infancia comienza a replantearse su vida, creencias e identidad. Más allá del melodrama, lo más interesante de la película es como juega con los recuerdos de este moonwalker y su reconversión en el presente. Esas visiones que se asumen como videoclips de coreos robóticas con la convicción de que el Alá del pop ha renacido.