Tres películas llegadas de Dinamarca, Canadá y el Reino Unido se sumaron a las once ya exhibidas en la Competencia Oficial Internacional del 20° Bafici, que en el transcurso de hoy terminará de presentar todos los contendientes a los premios mayores del festival. En todos los casos, los films incluyen personajes femeninos en roles centrales, aunque sus marcas personales no podrían ser más diversas. En Les faux tatuages, ópera prima de Pascal Plante y exponente del nuevo cine quebequés, la mujer en cuestión es una muchacha rubia (aunque en su cabello también pueden apreciarse tintes rosados) que una noche como cualquier otra conoce a un chico que acaba de cumplir los 18 años. El encuentro tiene lugar luego de un recital de rock y es disparado por una observación sobre el tatuaje falso que el muchacho ostenta en su brazo; las miradas en el momento de la despedida habilitan casi de inmediato la posibilidad de que ocurra algo más. Plante deja que la cámara corra y, sin cortes de montaje, la reticencia inicial de Theo –algo parco, arisco incluso, quizás un poco triste– comienza a ceder a la enorme simpatía y franqueza de Mag.
Otro coming-of-age en un festival que los celebra con una sección propia, “Hacerse grande”, Les faux tatouges recorre los inicios de esa relación marcada por el deseo hacia el otro pero también por una necesidad de contacto íntimo a nivel emocional. El día después está marcado por un paseo por las calles de Montreal –que el realizador registra en un estilo naturalista, siempre atento a los detalles de los gestos y las miradas–, pero también anticipa el posible fin de esa amistad y noviazgo incipiente: Theo se mudará en algunas semanas a otra ciudad, junto a su hermana mayor. Los sonidos sobre la pantalla negra del comienzo regalan algunas pistas sobre un hecho traumático del pasado reciente, permitiendo un juego con el suspenso, que irá descorriendo su velo a medida que se acerque la clausura de la historia. La película de Pascal Plante es una amorosa mirada sobre el amor y zonas aledañas, pero también sobre el vínculo emocional entre dos personas con una sensibilidad a flor de piel. La escena final es tan sencilla como emotiva, un recordatorio de que a veces los recuerdos más nítidos vienen en un envase tan pequeño como inabarcable.
Muy distinto es el caso de Marie, la protagonista femenina de la danesa A Horrible Woman, segundo largometraje de Christian Tafdrup. Su contraparte masculina es Rasmus, un joven de unos 30 años que a poco de conocerla comprende que la posibilidad de entablar una relación estable está al alcance de sus manos. Aunque ello implique dejar un poco de lado esas divertidas salidas nocturnas con los amigos, las rondas de cerveza e incluso los partidos de fútbol semanales. Adoptando una mirada que parece casi exclusivamente masculina (la de Rasmus), la película pone en tensión extrema el miedo a la pérdida de libertades que trae apararejada toda relación de a dos. Marie comienza rápidamente a demostrar una enorme voracidad por ocupar espacios y dictar las reglas de la casa, cambiando de lugar algunos muebles, bajando ese afiche de Jeff Bridges como The Dude y reemplazándolo por una obra de arte moderno, “sugiriendo” que esos CDs que ya no se escuchan podrían venderse al por mayor, colgando un calendario que hace las veces de agenda de cosas a hacer.
A mitad de camino entre el thriller y el drama de costumbres de pareja –todo eso que antes solía llamarse “guerra de los sexos”–, Tafdrup demuestra una mano firme para sostener el ritmo del relato, aunque éste comienza a perderse en un laberinto de obviedades disfrazadas de sofisticación. Todo termina resultando un tanto obvio y esquemático: la dureza de Marie y la extrema fragilidad emocional de Rasmus, las oposiciones entre el mundo del Arte con mayúscula y las inquietudes populares, la manipulación de uno sobre el otro, los cambios en la relación como marcas del arco dramático. Que todo puede ser un juego lo anticipa una mirada a cámara de Marie que será repetida sobre el final. Un guiño para que el espectador –que seguramente podrá reconocerse en uno o en otro, para bien y para mal– no se tome las cosas demasiado en serio. Tal vez el espejo deformante de la mirada del muchacho sea la que términa dándole la forma a esa “mujer horrible”, aunque cierta misoginia termina filtrándose e imponiéndose por sobre cualquier otra lectura. A esta reflexión sobre las relaciones matrimoniales Bergman seguramente le hubiera puesto un aplazo.
La película británica ultra independiente Female Human Animal, de Josh Appignanesi –realizador que el catálogo presenta como alguien que “trabajó en diversos géneros, desde el videoarte al documental y la comedia”–, ofrece desde un primer momento dos rasgos evidentes: el punto de partida documental que dará origen al relato de ficción central, por un lado, y la particular textura que el rodaje en un formato industrialmente perimido como el VHS ofrece a la mirada contemporánea, cierto look nostálgico que no parece tener mayor justificación que el simple deseo de utilizarlo. La obra pictórica de Leonora Carrington, quien suele incluirse en la lista de los grandes artistas surrealistas, ocupa los días de Chloe, una escritora de origen mexicano instalada en Londres que se ha ocupado de curar una muestra de la artista en el Tate Liverpool. Interpretada por la escritora norteamericana de origen mexicano Chloe Aridjis –a su vez curadora de la muestra real–, la Chloe del film es una mujer soltera y algo solitaria, a pesar de las vernissages y eventos sociales a los que asiste. La imposibilidad de terminar su nueva novela tal vez sea un reflejo de la inestabilidad emocional que la embarga.
Es precisamente durante la preparación de la muestra que Chloe comienza a notar la presencia de un hombre misterioso que la observa y la sigue. Corte a un homenaje directo a la famosa escena del museo en Vestida para matar, de Brian De Palma, que anticipa el recorrido por el mundo del thriller psicosexual tan en boga en los años ‘70 y ‘80. Female Human Animal forma parte marginal de la reciente tendencia o moda de releer ciertos subgéneros muy populares del pasado bajo el manto del pastiche: toda la obra de la dupla franco-belga integrada por Hélène Cattet y Bruno Forzani gira alrededor de ese esquema creativo y este mismo Bafici ofrece otro exponente en la alemana Luz, de Tilman Singer. Pero su caso es diferente, ya que la reelaboración no parte de una imitación más o menos deformada de ciertas estéticas sino exclusivamente por algunos temas y situaciones. El contacto con el hombre alto y algo oscuro llegará finalmente y el deseo le cederá el lugar al peligro. Quizá todo sea una metáfora feminista, ligada a algunas de las frases utilizadas por Carrington en una entrevista realizada antes de su muerte. Y a su obra, desde luego.
* Les faux tatouages se exhibe hoy a las 17.15 y el domingo 22 a las 18.15 en Village Recoleta 6.
* A Horrible Woman se exhibe hoy a las 15 en Village Recoleta 8 y el domingo 22 a las 17.45 en el cine Gaumont.
* Female Human Animal se exhibe hoy a las 17.45 en Village Recoleta 8 y el domingo 22 a las 16.20 en Village Caballito 7.