Alfonso Prat-Gay era probablemente el ministro con menos amigos dentro del gabinete. Quizás sea por su forma de ser o por la distancia que había entre el rol que pretendía ocupar y el que le habían dado, pero en el año que pasó tuvo roces y peleas con un sinfín de funcionarios: el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger; el coordinador del Gabinete, Mario Quintana figuran a la cabeza de una extensa lista. No obstante, en Balcarce 50 advirtieron que los motivos de su salida fueron otros: no querían un superministro. El presidente Mauricio Macri mandó a comunicarle que debía presentar su renuncia. El encargado de transmitírselo ayer por la mañana fue Peña. Luego Prat-Gay debió viajar hasta Villa La Angostura para reunirse con el mandatario. Le ofreció la embajada ante la Unión Europea, pero el ministro saliente la rechazó. 

Según señalaron diversos habitantes de Casa Rosada, la principal causa de la eyección de Prat-Gay fue que “no jugaba en equipo” y tenía un perfil “muy individualista”. Coincidieron en que quería tener un rol de ministro de Economía como en las viejas épocas, un lugar que no tenían pensado darle. Los múltiples roces que Prat-Gay tuvo con diversos ministros no fueron la causal de su salida, pero tampoco lo ayudaron. 

“Alfonso había intentado virar en sus últimos años hacia un perfil más político, y el lugar que tenía en el Gabinete lo devolvió a una función más técnica. No se sentía cómodo y tenía mucha fricción en un esquema donde no concentraba el poder, sino que estaba atomizado”, contó en reserva un funcionario que tuvo sus discusiones con Prat-Gay. “La gente que trajo también generaba fricciones”, indicó el funcionario. Otro integrante del gabinete advirtió que, además de Prat-Gay, contaban con bajo puntaje el secretario de Hacienda, Gustavo Marconato, –a quien, además, los PRO puros le endilgaban un pasado K– y el subsecretario de Programación Económica, Raúl Rigo. Los dos fueron puestos como condición para asumir por Prat-Gay. “Intentaban avanzar sobre funciones en espejo que tenía jefatura de Gabinete. Marcos había establecido un esquema para monitorear a Alfonso. El sabía que como condición para llegar tenía ese monitoreo”, indicó el mismo funcionario, quien señaló que Quintana era el que controlaba al ministerio de Prat-Gay.

“Al principio Alfonso se mantuvo en línea con lo que se le planteó. Su mejor momento en la relación con los otros funcionarios fue el acuerdo con los holdouts. Después se empezó a abrir. Era muy difícil de tratar, por el grado de egocentrismo que tiene”, recordaba el funcionario. “Al final, veía fantasmas y conspiraciones por todas partes. Si alguien se retrasaba con un expediente, ya lo tomaba como un dato político”, indicó. 

Prat-Gay tuvo un largo historial de peleas. La más visible fue con Sturzenegger, quien lo contradijo en público en múltiples ocasiones cuando se refería a las tasas y la lucha contra la inflación (Prat-Gay pedía bajar las tasas, el presidente del Banco Central le señalaba que lo peor de la inflación todavía no había pasado). 

Tuvo también sus roces con el presidente del Banco Nación, Carlos Melconian, y con Quintana y Peña, dos pesos pesados en la mesa chica del PRO con los que no conviene pelearse. No faltaron tampoco los chispazos con el ministro de Energía, Juan José Aranguren. “Cuando anunciamos la meta del déficit del 4,8%, no preveíamos aumentos de tarifa de gas superiores al 400%”, llegó a decir Prat-Gay. Tampoco tenía una gran relación con el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich. Y hace poco tuvo algunas discusiones con el titular de la AFIP, Alberto Abad. Para el núcleo duro del PRO, siempre pesó el hecho de que era un “recién llegado”: “Apareció sobre el final, cuando ganamos”, soltó ayer uno de los funcionarios PRO puros.

“Se retrasó mucho en presentar el proyecto de Ganancias”, le endilgaron, cuando ya se conoció su salida. En el último mes, el Gobierno sufrió las consecuencias del proyecto de Ganancias que Prat-Gay presentó sin tener previamente un acuerdo con la CGT, lo que llevó al macrismo a una derrota parlamentaria en Diputados que luego debió revertir el ministro del Interior, Rogelio Frigerio. En la Rosada recomendaban ver las fotos de las últimas negociaciones para entender los motivos de la salida del ministro de Hacienda: en todas o bien Prat-Gay estaba ausente o bien estaba muy relegado. 

Otro integrante del Gabinete destacó que no fue casual la dureza de Marcos Peña en el anuncio, en el que el jefe de Gabinete puntualizó que la decisión de la renuncia la había tomado Macri y no Prat-Gay. Dejó en claro que el ministro no se fue por decisión propia. De yapa, Prat-Gay tuvo en viajar al sur a reunirse con Macri, con el que compartió un almuerzo y una sobremesa con chocolate importado. Al ministro saliente le ofrecieron la embajada ante la UE en Bruselas, que ya ocuparon en el pasado los ex ministros de Economía Jorge Remes Lenicov y Roberto Lavagna. Prat-Gay dijo que no. Macri le pidió que se tome unos días para reflexionar y hasta le ofreció que proponga otro lugar desde donde seguir en la gestión. El final está en donde Prat-Gay lo decida.