Ya lo sabe Evo Morales, mandatario de Bolivia y en este momento presidente de la Unasur: seis países se irán de la Unión Suramericana de Naciones. Son la Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Paraguay. Quedan Venezuela, Bolivia, Ecuador, Uruguay, Guayana y Surinam. Es decir, chau Unasur. No es posible que exista un organismo representativo de Sudamérica sin los dos países mayores, Brasil y la Argentina.
Una carta reservada que trascendió por información de las agencias de noticias EFE y Reuters indica que funcionarios de los seis países le anunciaron al canciller boliviano Fernando Huanacuni que suspenderían su participación en Unasur “por la urgente necesidad de resolver la situación de acefalía de la organización”. Unasur está sin secretario ejecutivo desde que terminó el mandato del ex presidente colombiano Ernesto Samper. Hace tres días Samper definió a la Unasur actual como “un hospital cerrado”. Los seis países parecen haber resuelto, además, dinamitarlo.
Si la Unasur queda destruida se esfumará con ella el Consejo de Defensa Suramericano, creado en 2008 para “consolidar una zona de paz suramericana”, “construir una visión común en materia de defensa”, “articular posiciones regionales en foros multilaterales sobre defensa”, “cooperar regionalmente en materia de defensa” y apoyar “acciones de desminado, prevención, mitigación y asistencia a víctimas de desastres naturales”. No eran solo palabras. El CDS funcionó hasta la asunción de Mauricio Macri en la Argentina, en 2015, y la toma del gobierno por parte de Michel Temer en Brasil mediante un golpe, en 2016.
También quedarán archivados sin Unasur los planes para crear una plataforma informática única.
En caso de que, como parece, la suspensión efectivamente se mantenga en el tiempo y la Unasur quede vaciada, se confirmarán cinco pistas.
Primera pista: el boicot a un organismo existente es un paso más en el aislamiento de Venezuela, que marcha a sus elecciones del 20 de mayo bajo la conducción de Nicolás Maduro, quien viene sobreviviendo en la Presidencia contra los augurios en contra.
Segunda pista: es un castigo a Bolivia, que a la vez respeta el equilibrio fiscal y no abandona el camino de nacionalizar sus recursos y explotarlos. Esta misma semana descubrió una nueva reserva gasífera.
Tercera pista: es otra escalada hacia la autodisolución de Sudamérica como espacio plural y características relativamente homogéneas en cuanto a recursos naturales, complementariedad y potencial integrador en energía, conectividad de Internet e infraestructura.
Cuarta pista: a mayor dilución, mayor cercanía respecto de un ALCA de hecho, un Área de Libre Comercio de las Américas bajo la conducción de los Estados Unidos. Y ello sin que Washington haya necesitado hacer el mínimo gasto de energía.
Quinta pista, con pregunta incluida: si los países de Sudamérica se regalan, ¿habrá alguien que los acepte? El interrogante es si habrá alguien que los acepte como Estados. Los recursos, claro, siempre serán bienvenidos para las transnacionales, que sin Unasur habrán removido un obstáculo más en la continuidad de sus cadenas globales de valor.
Sexta pista: es una advertencia de hecho contra Andrés Manuel López Obrador, el candidato de centroizquierda favorito para las presidenciales mexicanas del 1° de julio. Hoy lleva diez puntos de ventaja sobre el derechista Ricardo Anaya. Para una eventual presidencia de AMLO, como lo conocen los mexicanos, una Unasur fulminada sería un resorte menos en las negociaciones con los Estados Unidos.
Las seis interpretaciones no son contradictorias. Habrá que ver qué sucede en el futuro pero el primer análisis arroja una fragmentación voluntaria.
El viejo “divide y reinarás”.
O reinarán.
El diario El Comercio de Lima atribuyó a una autoridad peruana este comentario: “Unasur funciona por consenso y dentro de Unasur hay tales discrepancias entre los miembros sobre las visiones políticas y económicas que hacen inoperante al organismo”.
En realidad la Unasur fue siempre plural. En su momento de oro, después de su puesta en funciones en 2010 con Néstor Kirchner de primer secretario ejecutivo, convivieron gobiernos como los de la Argentina de Cristina Fernández de Kirchner, el Brasil de Lula y la Venezuela de Hugo Chávez con la Colombia de Juan Manuel Santos y el Chile de Sebastián Piñera.
Sudamérica como espacio geopolítico es una antigua idea de Itamaraty, la cancillería brasileña, que recién pudo ponerse en práctica después de la asunción de la presidencia por parte de Lula, el 1° de enero de 2003.
Lula llegó incluso a un acuerdo con Eduardo Duhalde cuando el banfileño era presidente de la Argentina. El proyecto se llamaba entonces Comunidad Sudamericana de Naciones. Tras una negociación trabajosa, se estrenó el 8 de diciembre de 2004 en el Coricancha del Cusco, el viejo templo del sol de los incas sobre el que los españoles construyeron la iglesia de Santo Domingo. Néstor Kirchner no estuvo ese día entre los 12 presidentes. Por un lado le fastidiaba la altura cusqueña y por otro le molestaba la participación inicial de Duhalde. Después Brasil, la Argentina y Venezuela terminaron relanzando un organismo regional el 23 de mayo de 2008. Así nació, en Brasilia, la Unión de Naciones Suramericanas. Como la Argentina y Uruguay aún mantenían vivo el conflicto por las plantas procesadoras de papel, no hubo consenso para designar una cabeza. Recién fue posible hacerlo cuando José Pepe Mujica asumió en Uruguay, en 2010, y le prometió a CFK que no le pondría bolilla negra al candidato a secretario, Néstor Kirchner, que había dejado la presidencia de la Argentina el 10 de diciembre de 2007.
Kirchner dedicó ese 2010 que no terminaría con vida (murió el 27 de octubre) a dos actividades. A nivel interno se esforzó para que el Congreso aprobara la Ley de Matrimonio Igualitario. Quedó sancionada y Cristina la promulgó. A nivel externo puso la Unasur como un bombero regional para apagar incendios. El más extremo fue el que estaba derritiendo los nexos entre la Venezuela de Chávez y la Colombia de Santos. No bien asumió la presidencia, en agosto de 2010, Santos y Chávez aceptaron la mediación de Kirchner, que trabajaba en tándem con Lula, y la crisis quedó desarmada.
Sin Unasur, la región tendrá una herramienta común menos. Es otro logro de Temer y Macri.