El reverdecido sueño de una Patria Grande sudamericana quedó ayer en un paréntesis que se adivina largo. Argentina junto a otros cinco países de la región –que coinciden por esta época en tener gobiernos de derecha– anunció su decisión de suspender su participación en la Unasur, la organización creada una década atrás para integrar a los doce países del continente. En una carta dirigida al canciller de Bolivia, a cargo de la presidencia pro témpore, los seis países renunciantes expresaron su “extrema disconformidad” por la situación que atraviesa el organismo que no pudo designar a un nuevo secretario general que reemplace al colombiano Ernesto Samper por falta de consenso, con las consecuencias de desorden administrativo que puede generar eso. En verdad, una excusa para autoexcluirse de un organización que nunca les cayó en gracia.
“Los países firmantes han decidido no participar en las distintas instancias de Unasur a partir de la fecha hasta tanto no se produzcan resultados concretos en el curso de las próximas semanas que garanticen el funcionamiento adecuado de la organización. Al mismo tiempo, los países analizarán posibles cursos de acción”, fue el llamativo tono de ultimátum que utilizaron en el escrito los gobiernos de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Perú y Paraguay. De paso, cuestionaron “los objetivos de la Unasur, su estructura y métodos de trabajo, incluido su mecanismo de toma de decisiones”. Es decir, todo.
El canciller boliviano, Fernando Huanacuni, confirmó la recepción de la carta ayer cuando llegó a Quito, justamente para asumir en el nuevo cargo en la moderna sede de la Unasur “Néstor Kirchner”, que tiene una estatua del ex presidente argentino en su entrada. Huanacuni adelantó que buscará organizar una cumbre urgente de los cancilleres sudamericanos para la designación del nuevo secretario general y reivindicó el diálogo como instrumento para encontrar una solución a la crisis. Con todo, reconoció que hoy el equilibrio en la región viró hacia otras direcciones. “El grupo llamado de Lima y la Alianza del Pacífico han cobrado una fuerza muy importante. Eso es evidente”, agregó.
Década ganada
El origen de la Unasur se remonta a 2004, cuando por impulso del entonces presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva y el ex presidente argentino Eduardo Duhalde se reunió en la altura de Cusco –de hecho, Duhalde se apunó– la Comunidad Sudamericana de Naciones. Aunque no fue hasta 2008 que se lanzó formalmente la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur), que todavía tardó un tiempo más en ser aprobada por los Parlamentos de los países integrantes. Una de sus características principales fue que las decisiones debían tomarse por consenso, es decir, con el acuerdo de sus doce miembros, una reserva que tomaron países como Colombia y Chile que no querían quedar supeditados a la amplia mayoría que en aquel entonces tenían los gobiernos progresistas.
De movida, con el impulso que le dieron Lula, Cristina Kirchner, Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales, principalmente, se mostró como un organismo activo y con mucho más contenido político que lo habitual en las instituciones regionales. Su primera intervención de importancia fue cuando se reunió de urgencia para expresar su apoyo institucional a Evo Morales y enviar una misión a Bolivia para investigar la matanza de campesinos en Pando. A partir de ahí se volvió una costumbre la convocatoria a cumbres de urgencia para discutir las crisis políticas en la región: ocurriría con el motín policial que enfrentó a Rafael Correa en Ecuador y el golpe legislativo que derrocó a Fernando Lugo en Paraguay. Lo novedoso fue lograr la solución de conflictos de manera autónoma, sin intervención de Estados Unidos, como fue habitual durante el siglo pasado.
Néstor Kirchner surgió como fuerte candidato para ser el primer secretario ejecutivo del organismo, pero su nombramiento llevó tiempo debido al veto del presidente de Uruguay, Tabaré Vázquez, enojado con él por el conflicto de las pasteras. Finalmente, Kirchner resultaría electo en mayo 2010, apenas cinco meses antes de su muerte. Le alcanzó para encabezar una exitosa tarea de mediación entre los gobiernos de Venezuela y Colombia, en una crisis bilateral por la actuación de las FARC. Justamente, como parte de ese acuerdo, a su muerte lo sucederían en la secretaría primero un venezolano –Alí Rodríguez– y luego una colombiana –María Holguín–.
El fallecimiento de Hugo Chávez –un gran impulsor de imaginativas iniciativas “sureñas” como el Gasoducto del Sur, el Banco del Sur y hasta el Tren del Sur– resultó otro golpe para el bloque, que fue perdiendo dinamismo. La llegada de Mauricio Macri y de Michel Temer a las presidencias de Argentina y de Brasil terminó por enfriar definitivamente su funcionamiento. El impulso, por ahora con escasos resultados, es para los bloques que apuntan a los negocios con el mundo desarrollado como la Alianza del Pacífico o el Tratado de Libre Comercio Mercosur-Unión Europea.
En la reciente Cumbre de las Américas, en Perú, los actuales mandatarios de la región buscaron mostrar una postal del nuevo orden, en el que Estados Unidos es un aliado y Venezuela un enemigo. Les falló Donald Trump, ocupado en bombardear Siria. “Esta cumbre marca el fin de la preeminencia del chavismo”, celebró el secretario general de la OEA, el uruguayo Luis Almagro. Como coletazo de esa afirmación, seis países suscribieron la carta de suspensión de membresía de la Unasur el día que Bolivia, otro país del eje bolivariano, asumía la conducción.
La mirada al norte
La presidencia pro témpore previa a la de Bolivia la ocupó Argentina que hizo poco y nada por avanzar en la organización del organismo, algo que ayer fue puesto como motivo principal de la deserción del sexteto. En estos meses, el único nombre que se echó al ruedo como posible reemplazante de Samper en la secretaría ejecutiva fue el del ex senador y actual embajador argentino en Chile, José Octavio Bordón, pero no tuvo consenso de parte de los países bolivarianos. “Esto ha tenido graves consecuencias para el organismo”, argumentaron en la carta enviada al canciller Huanacuni. “Preocupa enormemente que no se haya alcanzado consenso para dar por terminados contratos del personal directivo y el jefe de gabinete de la organización”, fue otra de las excusas utilizadas, que suena poco consistente para tomar un paso tan grave.
Un anticipo de lo que se venía fue que ante la exorbitancia de la detención de Lula por supuesta corrupción por un departamento que nunca ocupó, la Unasur se haya mantenido en absoluto silencio. Justo tratándose de Lula, el principal impulsor de la constitución del bloque y quien gestó algunos de sus acuerdos más importantes como el firmado con la Liga Arabe y con Africa. También la constitución del Consejo de Defensa Suramericano, una iniciativa que aspiraba a enterrar definitivamente la desconfianza que alguna vez existió entre los países de la región en materia de seguridad y equipamiento militar. Como tantos otros avances regionales que a partir de la resolución de ayer pueden quedar perdido en la neblina de los sueños.